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El espectacular remate de Richarlison para marcar el segundo gol a Serbia. reuters
Brasil-Serbia | Mundial Qatar 2022: directo y crónica

Brasil empieza a bailar

GRUPO g / JORNADA 1 ·

Una canarinha alegre y ofensiva debuta con un golazo de Richarlison y anticipa diversión en el torneo

Pío García

Enviado especial a Doha

Jueves, 24 de noviembre 2022, 19:27

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Un Mundial no arranca hasta que salta la canarinha al césped. Es este un momento fundacional y casi mágico de cualquier torneo, como cuando al principio de la temporada las escuderías de fórmula uno retiran los toldos que cubren la carrocería y los espectadores pueden apreciar el nuevo bólido en todo su esplendor. A veces, como en las épocas de Dunga, hay murmullos de decepción, porque hubo un tiempo lamentable en que Brasil quiso ser centroeuropea, pero es este, el del año 2022, un bólido esplendoroso, rutilante, afilado. Nueve delanteros convocó Tite y aún podía haber traído a más, aunque esta exuberancia amazónica tampoco garantiza que cada partido se vaya a transformar en una goleada. No puedes poner todos a la vez y también necesitas a Casemiro arando el campo con el tractor y a Lucas Paquetá controlando la temperatura por si el incendio se les va de las manos. Y menos aún cuando enfrente están los serbios, que son invariablemente altos, fuertes, duros y competitivos.

Brasil

Alisson; Danilo, Thiago Silva, Marquinhos, Alex Sandro; Casemiro, Lucas Paquetá (Fred, m. 75), Neymar (Antony, m. 79); Raphinha (Martinelli, m. 86), Richarlison (G. Jesús, m.78), Vinicius Jr (Rodrygo, m. 75).

2

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Serbia

V. Milinkovic-Savic; Pavlovic, Milenkovic, Veljkovic; Gudelj (Ilic, m. 57), Zivkovic (Radonjic, m. 57), Lukic (Lazovic m. 66), Mladenovic (Vlahovic m.66), Tadic; Mitrovic, S. Milinkovic-Savic

  • Goles : 1-0. Richarlison, m. 62. 2-0. Richarlison, m. 72

  • Árbitro : Alireza Faghani (Irán). Tarjetas amarillas a Pavlovic, Gudelj, Lukic

  • Estadio : Lusail

Durante la primera parte, dio la impresión de que Tite había lanzado su voluptuoso bólido contra una pared de cemento armado, aunque las filigranas de Neymar, Raphinha y Vinicius eran amenazas constantes que los serbios despejaban con el espíritu aguerrido de quienes saben que el enemigo es más fuerte e incluso más inteligente, pero que nada está escrito por decreto y, si no, que se lo pregunten a Argentina. Fue tal vez Vinicius el más efervescente del aluvión de atacantes brasileños en este primer tiempo. Cada vez que le llegaba el balón dejaba en el aire de Qatar el presagio de un golazo, de una aventura fulminante, de una filigrana definitiva, aunque al final siempre apareciera alguien (Pavlovic, Zivkovic, el portero, él mismo) para arruinarle la fiesta que había comenzado a montar con tanto confeti y tanto champán. Incluso Neymar, que es la piedra sobre la que Tite está edificando su iglesia, estuvo a punto de conseguir un gol olímpico a las primeras de cambio, cuando todavía no se había completado el cuarto de hora de partido, pero Vania Milinkovic-Savic se dio cuenta a tiempo y metió el puño para evitar un gol que hubiera abierto hoy todos los telediarios.

Pero fue en la segunda parte cuando Brasil movió un par de milímetros la mira telescópica y acertó. Primero Richarlison le robó la pelota a Gudelj y casi le da un susto al portero y luego avisó Alex Sandro con un misil expeditivo que se estrelló en el palo. Fue, sin embargo, la sociedad limitada formada por Neymar y Vinicius la que acabó facturando el primer gol, que Richarlison embocó con decisión. Entendió el delantero del Tottenham que había llegado su momento y, diez minutos más tarde, recogió un balón de Vinicius, lo controló con majestad y ante la mirada sorprendida de la defensa serbia y de todos los espectadores del estadio Lusail, asestó a la media vuelta una volea de dibujos animados. Un gol brasileño en toda la antigua y augusta extensión de la palabra brasileño.

Serbia se desvaneció entonces, como asumiendo que el acero nada puede contra el viento, y aunque Tite comenzó un carrusel de cambios, Brasil siguió lanzándose con alegría hacia la meta rival. Incluso Casemiro decidió aparcar por un momento el tractor para colocar con precisión matemática un disparo que se estrelló sonoramente en el larguero. No hubo más goles, pero esta canarinha promete diversión. Brasil vuelve a ser Brasil.

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