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Marta San Miguel
Enviada especial a París
Sábado, 10 de agosto 2024, 00:50
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Cuando se puso de espaldas a la cámara, sujeta como un ave con los dedos en el borde del trampolín, Valeria Antolino debutó en su primera final olímpica tomando impulso. Casi se podía escuchar el doble oro que lleva colgado desde junio conseguidos en el Campeonato de Europa de Belgrado (por equipos y en salto de plataforma de 10 m sincronizada). Pese que hacía dos años que no competía en trampolín, Valeria se había colado en la final de esta disciplina, cuando el nivel es más alto, más rápido, más fuerte, y acabó haciendo historia al lograr el primer diploma de una saltadora olímpica española.
Le tocó pelear no solo contra las doce mejores saltadoras de la disciplina sino contra la impunidad física que tiene el agua en la piel de las chinas, en concreto en la de Yiwen Chen. Porque en los cinco saltos que realizó la china pasaba lo mismo, que entraba en el agua y transformaba el elemento líquido en algo viscoso. Chen, indiscutible medalla de oro de trampolín de 3m en París con 376 puntos, hace las piruetas en el aire y al caer, el agua se vuelve goma. En el podio del Centro Acuático de Saint Denis la arropaban este viernes la australiana Maddison Keeney (plata con 343.10 puntos) y la también china Yani Chang (bronce, con 318.75 puntos).
«No me esperaba llegar hasta la final olímpica, pero ya que estaba, me dije, ¿y qué tal si voy a por diploma olímpico?», confesaba al término de la prueba la joven nacida en Venezuela, pero residente en Madrid desde hace ocho años. «En este momento, tras mis primeras olimpiadas, ser finalista y en trampolín de tres metros, es para estar demasiado contenta», dice. Porque lo de Valeria con el trampolín es una relación retomada hace escasos meses. Cuando llegó su entrenador hace dos años, Arturo Miranda, se enfocó más en plataforma, «pero después del Mundial de Doha, tuve la opción de hacer trampolín», dice. Y se reencontró con el elemento. Desde febrero, está entrenando en la disciplina de 3m: «Los dos primeros saltos (los que mejor nota ha recibido) los saqué en un mes, y con eso estoy muy contenta».
La española de origen venezolano, lleva las dos banderas mientras responde a los periodistas. «La mitad de mi familia está en España y la otra mitad en Venezuela, pero representar a España, que es mi segunda nacionalidad (su abuela es española), supone mucho para mí». Y así lo hizo ayer en el Centro Acuático, donde lejos de sentirse una intrusa en la fiesta de la final olímpica del trampolín, su invitación se veía legitimada cada vez que subía las escaleras que separan el suelo de la tabla.
A medida que realizó sus series, Antolino se fue creciendo. Transmitía un algo gozoso al pisar la tabla y empujarla para darse impulso que caló en los jueces, y del 60 que recibió en su salto inicial, fue subiendo gradualmente hasta escalar puestos en una tabla que lideraban desde la semifinal las máximas favoritas.
Se enfrentaba a sí misma, a la euforia de haber logrado llegar lejos; por qué no brincar sabiendo que el deporte que representa está pasando un momento dulce, de resultados que anticipan una puesta en escena en el futuro tras el buen resultado de los cuatro españoles en estos Juegos.
Corrigiendo siempre sobre el error, matizando hacia la perfección, Antolino llegó a colocarse quinta en la tabla y a adelantar a algunas de las favoritas, como la italiana Chiara Pellicani y la china Yani Chang. Sin embargo, llegó el cuarto salto. Había acostumbrado al pabellón a su remontadas, lo hizo en las preliminares y en la semifinal, yendo siempre a más. Pero su cuarto ejercicio recibió la calificación más baja (51 puntos) y bajó al octavo puesto. Solo quedaba lanzarse al aire por última vez, subir y aupar consigo la valoración de los jueces, que le dieron algo más (58.50) en su quinto intento, lo suficiente como para reeditar esas remontadas previas y afianzarse en ese octavo e histórico puesto, que supone ganar el diploma olímpico para España.
Antolino cierra su participación invitada a la fiesta entre las más grandes, y certifica el impulso que está tomando el salto de trampolín en nuestro país, como hicieran antes que ella en la piscina de Saint Denis sus compañeros de selección Nicolás García Boissier y Adrián Abadía, con su diploma olímpico, y el debut olímpico de Ana Carvajal, que rozó la final con 17 años en plataforma de 10m.
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