
Secciones
Servicios
Destacamos
Cuesta definirse a uno mismo. Honorato Hernández elige entre tres palabras: único, pionero o transformador. Y se queda con esta última. Transformador. Que motiva el cambio. Es innegable que el atletismo ha evolucionado en los últimos años, pero centrándonos en el salmantino, su figura pasa del blanco y negro de las fotos al color en su despedida. Es hora de decir adiós, todavía no se lo cree. Ante la Seguridad Social ya es una persona jubilada, pero el que es atleta y deportista, nunca deja de serlo.
En 1988 fue sexto en la Copa del Mundo de Bélgica y ha sido campeón de España. Del Mundial de Atletismo en Roma, pasando por unos Juegos Olímpicos, a la maratón de Londres donde logró su mejor marca en 1990. Sus éxitos sobrepasan los dedos de las dos manos. Su reconocimiento en el deporte salmantino es innegable. Y el legado que deja será recordado por atletas internacionales, nacionales y locales a los que ha entrenado. Tampo se ha alejado del atletismo popular. Para él el atletismo no tiene apellidos. Es eso, atletismo. «Lo profesional y lo popular es perfectamente compatible», señala.
Su andadura comenzó con 16 años, en una época en la que no existía el atletismo popular. «Apenas había carreras, recuerdo la Vuelta a Salamanca, pero muy poco. Ha sido en los últimos años cuando se ha dado ese cambio. Empecé, estaba entre los mejores junios de España, pero sin más, y en senior se pasa un calvario. Antes no había sub23, así que poco a poco fui creciendo; empecé en el 1.500, de ahí al 5.000 y después en el 10.000. Fui subcampeón de España y después campeón de España en los 30 kilómetros. Por culpa de una lesión acabé en el Maratón. Fui al Maratón de San Sebastián y desde el kilómetro 28 fui yo solo. Y claro, me quedé».
Dicen que no hay mal que por bien no venga. «Pues sí, en este caso sí. En aquel momento surgió. Es una prueba que se adaptaba a mí. Poco peso, buena zancada y quizás fisiológicamente, por el consumo energético veíamos que se adaptaba muy bien a mis condiciones».
«Me considero un pringao», señala entre risas. «Yo trabajaba 40 horas en el Ayuntamiento y cuando salía una competición me gastaba días de mis vacaciones. Pero ya no solo eso, ahora puede entrenar a las siete de la mañana o a las once de la noche. ¿Por qué? Porque hay luces para poderlo hacer, en aquel momento para completar el entrenamiento me iba hasta Tejares, que era el límite y la nacional 620 llena de coches. No te entraba ganas de nada. Ahora hay muchos sitios para entrenar».
Más que un pringao, la impresión es de capacidad de sacrificio, de ser un mérito. «También es verdad, es cierto que había mucha capacidad de sacrificio. Creo que es verdad, por eso no hay que comparar el atletismo de antes con el de ahora. No tiene nada que ver. Ahora con 2:14.30 no vas ni al Maratón de Valencia, antes se ganaban maratones», explica.
¿Se ganaba dinero? «Puf. Yo en el atletismo recuerdo dos momentos en los que gané algo más. Un coche en Jérez, que valía 700.000 pesetas, y en New York me darían unos 3.000 dólares. En Londres también recuerdo haber ganado una cantidad similiar. El resto... olvídate. Ganábamos premios en torno a las 1.000 pesetas y el viaje. Pero lo más importante es que a mí el atletismo me ha dado lo que soy hoy«.
¿Cuál consideras que ha sido tu relevancia en Salamanca? «Creo que he aportado un buen granito de arena porque conseguí tener ocho internacionales y buenos atletas españoles. Eso es transformador, pionero fue Carlos Gil, a partir de ahí, el resto poníamos nuestra etiqueta».
Compaginó durante un tiempo el competir con el entrenar y en las últimas décadas se ha dedicado exclusivamente a formar a deportistas de la talla de Ramiro Morán, Dani Sanz, Rafa Iglesias, Mónica Gutiérrez, Pilar García, Wanda Sánchez o Brian Trasy. «Me recorría los colegios viendo niños», recuerda, «todo por la cara, ahora no, ahora si viene un niño parece que le tenemos que pedir los 200 euros primero. No me arrepiento de nada. En aquel momento le tenías que dar al niño hasta el chándal ahora pagas por correr».
Su trabajo con la universidad trasciende la élite: «Vimos que el atletismo gustaba y creamos un pequeño grupo de corredores. Hablamos de profesores, algún alumno o gente de PAS. Es popular. Sus aspiraciones son acabar un maratón o correr dos minutos menos que hace un año«.
Ahora ha llegado el momento de poner el punto y final. «Sí. Ahora me dedico a ciertas cuestiones por gusto, a seguir entrenando a algún atleta, pero sin tener que viajar... es lo que me ayuda a matar el gusanillo. Es lo que voy a hacer. Aquí en la Universidad terminaré a finales de enero», cuenta.
¿Te ha costado más escribir este punto y final? «Sí y es que todavía no me lo creo. Yo jubilado, no me lo creo, pero la cabeza te lo pide».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.