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«Hay que dejar de relacionar la exigencia y la disciplina en el deporte con los insultos, restricciones de alimentos o humillaciones; existen unos límites físicos y mentales que son necesarios sobrepasar para llegar a la élite por mucho que haya quienes justifiquen esas acciones. Ojalá que para conseguir un sueño ningún deportista tenga que pasar por lo mismo que yo». La historia de María Añó Baca (Benicarló, 2002) no solo vale para el mundo del deporte, también para cualquiera que sienta un trato denigrante en alguna faceta de su vida.
Pese a su juventud, la pentacampeona de España en Gimnasia Rítmica ha vivido y sufrido la cara B del deporte de alto nivel. Un infierno, cuenta, provocado por su entrenadora, la cual fue inhabilitada por abusos de autoridad por el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), que resolvió a su favor a finales de 2022 por los hechos denunciados a mediados de 2019. Una medida respaldada por el Comité de Disciplina Deportiva por actos notorios y públicos que atentan contra la dignidad. Ahora cuenta su experiencia para que otras chicas no sufran lo mismo y sepan qué hacer ante un caso similar.
En 2019, el Proyecto FER -programa de fomento del deporte en la Comunidad Valenciana- contaba en un reportaje visual como la rutina diaria de María Añó la llevaba a exprimir el tiempo al máximo cuando contaba solo con 16 años y los expertos no solo decían que personificaba el presente de la gimnasia rítmica en España, sino también la señalaban como el futuro más prometedor. En su habitual jornada de lunes a viernes, contaba cómo su día empezaba a las 7 de la mañana y terminaba de noche en el Club Mabel de Benicarló, donde entrenaba a diario cinco horas y donde los sábados sumaba otras cuatro más. Contaba a cámara cómo le encantaba la gimnasia rítmica y lo que disfrutaba con un deporte que se convirtió en tormento por culpa de su exentrenadora y a la que tuvo el valor de denunciar ante la Federación y distintos organismos. A medida que iba logrando más nivel, más exigencia y más competiciones, todo comenzó a torcerse.
La palabra «loca» fue la gota que colmó el vaso. Acudió a terapia y eso le hizo abrir los ojos: «Me decía que estaba desquiciada y fui al psicólogo en busca de ayuda; él me dijo que lo que me decían en el club no era normal». La gimnasia rítmica como cualquiera deporte tiene exigencia y disciplina pero siempre con unos límites. El daño se centra sobre todo en las críticas a su peso y su forma de alimentación. Así, la joven explica que se ejercía un estricto control sobre su dieta e incluso «nos hacían abandonar los entrenamientos para ir a pesarnos a la farmacia».
Sus comentarios le hicieron caer en trastornos tan graves como la anorexia o la depresión. «No sirves para nada. Me decían tantas veces que estaba gorda que yo al final me lo creía, pero es que pesaba 38 kilos y si cogía alguno de más me veía fatal», indica la joven, que recuerda cómo la llegaron a castigar con la comida en alguna que otra competición. «Me restringían alimentos. Una vez en Valladolid en una de conjuntos, a mí y a una compañera nos dieron hueso de pollo porque no nos merecíamos comer al haber fallado». No fue la única ocasión en la que la gimnasta sufrió restricciones dietéticas de este calibre. Más allá de eliminarle comidas como la pasta o el plátano para que no engordara, «en un Mundial nos alimentaron a base de sandía -yo tenía brackets por aquel entonces y me costaba mucho comerla - y sopa, aunque en un Europeo también nos daban tónica porque decían que era lo que hacían las rusas y las israelitas».
Todos estos hechos tienen lugar cuando la joven era menor de edad. «En 2018 lo pongo de manifiesto, intento dejar la gimnasia rítmica pero me ofrecen ir al Mundial en Bulgaria y obviamente sigo. El año siguiente la Federación me dice de irme al centro Colonial Sport de Valencia, donde pienso que todo cambiaría». Lejos de mejorar la situación, se encontró con la misma entrenadora. ¿Cómo se vive tantos años esta situación en silencio? «Como pasaba habitualmente lo normalicé, llegaba a casa, lloraba después del entrenamiento y me iba a dormir; no hablaba de esto con mi familia. Había algo de miedo por que se acabara mi sueño».
* En relación con la Noticia publicada el pasado día 5 de mayo de 2023 bajo el titulo «Ojalá que para conseguir un sueño ningún deportista pase por lo mismo que yo» la entrenadora de gimnasia rítmica Blanca López Belda ha manifestado a este diario que la resolución del TAD y del Comité de Disciplina Deportiva no es firme y está recurrida ante la jurisdicción contencioso-administrativa, y no se ha demostrado judicialmente que las afirmaciones realizadas por la gimnasta sean ciertas. Según indica, ella también fue víctima de acoso por la gimnasta, quien dificultaba la convivencia del equipo. Además, sus funciones de entrenadora en el Proyecto Colonial Sport se circunscribían al ámbito deportivo, esto es, entrenamientos, sin corresponder a la misma otras tareas accesorias.
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