De Salamanca a Alabama: «Venir aquí es tenerlo todo; universidad, baloncesto y dinero»

Aroa (2006) es una de esas niñas que creció viendo a Perfumerías Avenida desde los antiguos asientos amarillos del pabellón de Würzburg. Ver para tener referentes y soñar. Y a veces los sueños se hacen realidad. ¿Quién le iba a decir a aquella pequeña de apenas 8 años que iba a vivir del baloncesto mientras se formaba en una prestigiosa universidad de Alabama? Estados Unidos apuesta por el deporte femenino, el desarrollo personal y la educación académica, por lo que la pregunta es, ¿cómo se dice que no a eso?

«Cobro dinero por jugar al baloncesto, no me lo creo», Aroa Mangas contesta al otro lado del teléfono a más de 7.000 kilómetros de distancia. Cumple su segunda temporada en la División I de la NCAA, vistiendo la camiseta de la Universidad South Alabama, un equipo repleto de jugadoras americanas, pero que cuenta con dos de origen español, ella y otra de Málaga. Esta en su piso -compartido con otras dos compañeras de equipo-, es grande, tiene habitación y baño propios. Acuestas, una sonrisa que evidencia felicidad. Solo se le quita cuando piensa en lo lejos que tiene a su familia.

Cuando era jugadora del Cadete A de Avenida y durante su paso por el Campeoanto de España, en el que quedó séptima, llegaron los primeros contactos. Consideraban que tenía el nivel y que debía irse fuera de España. Le ofrecían todo, una universidad pagada, la estancia y hasta un sueldo -del que se enteró con posterioridad-. «De primeras lo vi como un sueño. Veía a gente irse a Estados Unidos y ahora tenía la oportunidad yo. Así que me puse a estudiar para sacar los dos exámenes, uno de nivel de inglés y otro una especie de 'EBAU'», comienza a relatar.

Durante primero de Junior, no solo estudió primero de Bachillerato, también aprobó los exámenes demandados y, además, siguió jugando al baloncesto, incluyendo los meses de verano, cuando viajó a Estados Unidos para ser vista por las distintas universidades. «Es una especie de circuito, con torneos en distintas partes de Estados Unidos. Igual había 80 pistas jugando al mismo tiempo. Era una auténtica pasada», relata.

Pero no era el momento. Decidió esperar un año más, acabar segundo de Bachillerato y hacer la selectividad en España. Y lo hizo en Logroño, donde pudo disputar Liga Nacional, con posibilidad de subir al Liga Femenina 2. Después sí, llegó el momento, el momento de Alabama. Fisioterapia, baloncesto y una vida idílica.

«Creo que es una oportunidad que no se puede dejar escapar. Si puedo estudiar y jugar al mismo tiempo, si puedo sacarme una carrera al mismo tiempo que me desarrollo en una liga con nivel y encima gano un extra... Es tenerlo todo. Esto sería parecido a un equipo de Liga Femenina 2 o un Challenge de tabla baja, pero en España no puedes compaginarlo con los estudios o difícilmente», explica.

Eso sí, para ella, ni mucho menos todo es el dinero: «Lo primero son los amigos y la familia, el dinero ahora mismo es secundario. Cuando llegué no sabía cuánto me iban a pagar, lo primero y más importante es que me becaran los estudios y mi día a día. El dinero es un extra increíble».

Analizando la vida de Aroa, resulta complicado rechazar una oferta así y cada vez son más las jugadoras que lo piensan. La liga española y, en general, las competición europea se enfrenta a un cambio del mercado, ante la imposibilidad de equiparar estas grandes oportunidades en la actualidad.

«Entiendo que ocurra esto. Lo primero, aunque parezca feo decirlo, por dinero, y lo segundo, por las oportunidades que se te ponen por delante. Cuando sales de junior o eres una Iyana Martín o no vas a poder jugar en Liga Femenina Endesa y eso es una realidad. Si vienes a Estados Unidos, aumentas tu nivel, te formas y puedes llegar a España con una carrera y con un nivel superior de baloncesto para incluso llegar a un equipo de Liga Femenina Endesa», reflexiona. «Te dan todo y en España no. Yo soy una jugadora 'normalilla' y cobro lo mismo que personas que llevan trabajando toda su vida».

Es joven, su historia cuenta con pocos capítulos y el final no está definido. «Retornar a España es algo en lo que siempre piensas, pero tampoco lo tengo muy presente. Prefiero ir día a día. Pienso en esta temporada y no en la que viene», continúa.

¿Pero cual es su objetivo? «Si mantengo mi nivel, trataría de jugar en un Liga 2 y si no vuelvo a Salamanca muy feliz con mis padres. Les echo de menos y un año en casa nunca vendría mal. Pero, por supuesto, siempre querría seguir jugando», responde.

Y su nivel es lo que más ha evolucionado. Física, mental y tácticamente. La ex jugadora de la cantera de Perfumerías Avenida llegó estando muy delgada y siendo «la que menos peso levantaba». Sin embargo, el trabajo diario ha cambiado completamente su cuerpo: «El gimnasio es muy importante y el ritmo es mucho más elevado. Se juega muy rápido. Hay muchas jugadas y se defiende diferente. Además, en cuanto a mi nivel individual en la pista, trato de transmitir mi mentalidad de España, más pase y menos uno contra uno, aunque ahora soy más vertical», dice.

A pesar del tiempo, la distancia y la diferencia horaria sigue de cerca a Perfumerías Avenida, momento que muchas veces comparte con sus padres. «Cuando juegan en Würzburg muchas veces me llaman y cuando lo hacen fuera me comparten pantalla para verlo juntos. A mí me dio mucha pena irme de Avenida, pero creo que era mi oportunidad. Toda mi vida fue ahí y fue muy raro irme. Por supuesto lo echo de menos», reconoce.

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