El pueblo de Salamanca que se 'alimenta' del fútbol sala para mantener con vida el mundo rural
Construir un club desde la nada. Mantenerlo como forma de apoyo al mundo rural. Crecer de la mano de los niños que empezaron. La historia del Futsal Castellanos
Apenas superan los 3.000 habitantes, se consideran un «pequeño» pueblo de la provincia de Salamanca que necesita de un gran esfuerzo para alcanzar retos que en la capital pueden resultar banales. «Creo que no se es consciente de lo que requiere en el mundo rural sacar un club adelante», advierte Mario uno de los propulsores del fútbol sala en Castellanos de Moriscos.
Este proyecto comenzó hace casi una década, en 2016, con 15 niños que apenas tenían cinco años. De hecho, se consiguió juntar el suficiente número de jugadores para crear equipos en las categorías mini y prebenjamín; los mismos que ahora salen a competir en las competiciones federadas de infantil y cadete regional. En estos momentos, la estructura del club la forman más de cien niños y niñas, organizados en ocho equipos y dirigidos por seis entrenadores.
«Esta iniciativa surge por la necesidad de implantar en el pueblo el deporte como una herramienta de socializar y formar a los más pequeños. Cada año hemos crecido un poquito más hasta el día de hoy que llegamos a los 100 jugadores. Consideramos que es un gran logro para un pequeño pueblo como el nuestro», comienza a explicar Mario, quien reconoce que pese a que el fútbol fue la actividad pionera, ya son al menos 20 las modalidades deportivas que se practican en Castellanos de Moriscos.
«Aquí juega el que quiere, nadie se queda fuera»
¿Se puede comparar a los de la capital? «Yo creo que no somos conscientes, con todos los respetos. Somos un club formador, no hacemos pruebas de selección y todo el que quiere jugar puede venir. Además, tenemos acceso a muchos menos niños y muchos siempre acaban por decantarse por el fútbol o por otros equipos más importantes de fútbol sala. Aquí juega el que quiere, aquí nadie se queda fuera. Ahora mismo está siendo un auténtico reto, con una de las cuotas más bajas o la más baja de Salamanca, sacar los presupuestos adelante con equipos en categoría regional», responde.
El primer reto fue llegar a competir de forma federada, el siguiente ascender a categoría regional y siempre con los mismos, ¿qué supone para un formador? «Para mí lo son todo. Empezaron con tres y cuatro años, cuando empezaban a conocerse, a pisar el balón... y ahora diez años después ya son 'tiarrones' compitiendo en categoría regional. Lo mejor es que van al instituto juntos, entrenan juntos, están en la calle juntos y hacen vida juntos. Esto es lo que aporta también el pueblo y es algo que se van a llevar toda la vida», continúa.
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¿Los valores del deporte pueden ser una forma de reivindicación del mundo rural? «Sí. Al final, una de las grandes atracciones de los pueblos para la gente joven es que tengan deporte, que tengan actividades formativas. Cuanto más deporte, más niños atraemos», señala.
¿Y niñas? «Todavía cuesta... tenemos equipo de niñas, pero por falta del número suficiente, algunas se 'pierden' al no poder crear a partir de los 13 años equipos mixtos. No sacamos el número suficiente de chicas para un equipo enteramente femenino. Su inclusión se llevó a cabo hace dos años y es un gran avance para nosotros que las chicas se vayan sumando al carro», finaliza.
