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Enric Gardiner
Miércoles, 1 de mayo 2024, 00:39
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«Solo puedo dar las gracias», arrancó Rafael Nadal con la Caja Mágica completamente rendida. Había perdido contra el checo Jiri Lehecka (7-5 y 6-4), pero era lo de menos. Madrid estaba feliz con haber visto por última vez a su gran ídolo, al tenista más laureado de la historia del torneo y al mejor deportista español de siempre. Nadal, el hombre de las penúltimas veces, el que siempre tenía algo más debajo de la manga, se despidió de Madrid para siempre. Con una derrota, sí, pero que con la despedida y el homenaje casi supo a victoria.
«Ha sido una semana muy especial para mí, muy positiva en muchos sentidos. He tenido la oportunidad de jugar una vez más, en una pista que me ha dado tanto, a nivel deportivo y a nivel emocional. Hace pocas semanas que no sabía si podría a competir en un partido oficial y he podido jugar dos semanas. Ha sido una semana inolvidable», expresó Nadal, después de que la organización comenzara un homenaje que estaba previsto desde su primer partido y que el balear aplazó, contra viento y marea hasta el cuarto, hasta que Lehecka, un checo de 1,85, completó uno de los mejores duelos de su carrera para eliminar al español.
Porque Lehecka, autor de 33 golpes ganadores y apenas doce errores no forzados, rozó la perfección durante todo el partido, con 'winners' a doquier y con un servicio que fue una bomba. Conectó siete 'aces', pero ganó 41 de 46 puntos con el primer servicio. Llegó hasta a frustrar a Nadal, que en el segundo set, con el ocaso cerca, espetó un «a mí esto me ha matado», después de que el checo hiciera dos saques directos servidos cuando Nadal tenía la oportunidad de la pelota de rotura.
El partido de Nadal fue bueno y el primer set quizás haya sido de lo mejor que ha hecho en Madrid, pero Lehecka estuvo incontrolable y poco más de dos horas, en la que solo concedió una pelota de 'break', arrolló al español con un tenis ofensivo, agresivo y favorecido por la noche -ha sido el partido más tardío en la carrera de Nadal en Madrid- y el techo cerrado.
La derrota, sin embargo poco importó al público, que abrazó a Nadal desde el inicio, con constantes gritos de «¡Rafa, Rafa!» y de «¡Sí se puede!» cada vez que asomaba la cabeza un intento de remontada que no llegó y que precedió a la gran despedida.
La organización desplegó cinco lonas, una por cada uno de los cinco títulos del manacorense, en 2005, 2010, 2013, 2014 y 2017, y con la inscripción «Gracias, Rafa». Dos de ellas se engancharon, la primera la de 2005, y Nadal no dudó en bromear sobre ello. «Hubo que remontar dos sets (a Ljubicic), normal que se atasque».
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Y tampoco dudó en seguir con la broma cuando cogió el micrófono: «Que era una broma, el año que viene vuelvo», comentó entre risas, antes de poner un tono más serio y dedicar sus últimas palabras a la Caja Mágica.
«Solo puedo dar las gracias, ha sido un viaje increíble que empezó cuando era muy pequeñito. La primera vez que llegué siendo competitivo a Madrid fue 2005 y fue una de las victorias más emocionantes de mi carrera. Desde ahí hasta hoy solo ha sido un apoyo y un cariño incondicional. Solo puedo dar las gracias, no hay manera de agradecerlo, de verdad», apuntó con el «Life is Life» de fondo, una canción que recuerda a otro de los grandes, a Diego Armando Maradona.
«Hemos vivido tanto que parecen imágenes de otra vida. Va a ser la última vez que vaya a estar aquí. Para mí ha sido un regalo el que me habéis hecho durante estos 21 años. Las emociones es algo que se quedará conmigo para siempre. He tenido la suerte de hacer de lo que era un hobbie mi trabajo y hacerlo de una manera destacada. Me siento un afortunado de la vida. No puedo pedir absolutamente nada más. Espero haber sido un ejemplo positivo para las nuevas generaciones, es lo más importante».
Con gran parte de su familia llorando en la grada y consigo mismo aguantándose las lágrimas, Nadal recibió un último golpe de cariño de la grada de Madrid y un trofeo conmemorativo de las manos de Feliciano López, que también estaba al borde del llanto. Fue el último adiós a un hombre que ganó en estas pistas a Roger Federer, Novak Djokovic e incluso a un incipiente Carlos Alcaraz y que durante los años ha sido el gran reclamo del torneo y el hombre al que todos los aficionados querían ver, haciendo cábalas desde que las entradas salían a la venta con meses de antelación sobre qué día jugaría Rafa.
«Lo único que puedo decir es gracias, porque es lo que siento. Era un día que es difícil cuando llega, pero creo que la vida y mi cuerpo llevan mandándome señales. Lo he podido hacer jugando en la pista y encima hacerlo en una de que más emociones me ha dado jugando», dijo Nadal antes de dejar el micro y enfilar el túnel de vestuarios por última vez. Cómo te van a echar de menos, Rafael.
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