El ex formador de Unionistas niega el intento de agresión al árbitro: «Me pidió perdón por fingir»

El fútbol base de Salamanca sufrió un nuevo altercado el pasado fin de semana. Un formador de Unionistas -ya fuera de la disciplina- insultó a un colegiado, le agarró de la camiseta e intentó propinarle un cabezazo que, por suerte, se quedó en un leve roce en la frente, según recoge el acta del encuentro, decretándose la suspensión del encuentro. El club actuó de inmediato y en menos de 24 horas despidió al joven que se ha sentido en la «obligación moral» de contar lo que vivió en sus propias carnes.

Ha mostrado su versión a través de sus redes sociales, alegando que el árbitro es el responsable de «marcar límites y disciplina en el campo», algo sobrepasado por su rival, el cadete A del Béjar Industrial. «Llegó un momento en el que el Béjar Industrial realizó una falta sin posibilidad de disputar el balón y a mala fe, un jugador del Béjar lo recoge con intención de perder tiempo y provocar a lo que varios jugadores de Unionistas le solicitan el balón», cuenta.

Acto seguido, no justifica que sus jugadores cogieran el balón, pero vuelve a culpabilizar al colegiado de «mirar» en vez de actuar y «tomar medidas». A partir de ahí, la pelea: «Otro jugador del Béjar empuja a un jugador de Unionistas por detrás y es cuando la situación se va de las manos; el jugador Nº4 del Béjar Industrial se acerca y profiere varios puñetazos a varios jugadores de Unionistas a los que se unen posteriormente jugadores, tanto del Béjar como de Unionistas, mientras en las gradas varios padres siguen caldeando el ambiente y llega a haber una agresión por parte de un padre del Béjar a un padre de Unionistas». Y advierte: «Esto no queda reflejado en el acta, ni las agresiones de los jugadores ni la de los padres».

Es en ese momento, cuando según él, «el árbitro se dedica a pasear por el campo», cuando deben «actuar». Y continúa: «En ese momento, me acerco y comienzo a separar a los jugadores para cesar la pelea, mientras que el árbitro decide sacarme tarjeta roja por hacer lo que yo considero que es su trabajo».

En esta situación, «en un momento de nervios» y con «miedo» de que pasase «algo más grave», se acercó al árbitro y le dice que se ha cargado el partido, que «es un subnormal», que «por qué no ha parado antes y se hubiese evitado esta situación». Y señala, al contrario de lo que fuentes arbitrales señalaron a este medio, que «en ningún momento» le agarró de la camiseta«.

«Sé que perdí los papeles, pedí disculpas, pero en ningún momento le doy un cabezazo, como se ha dicho en diversos medios de comunicación, si no que el árbitro cuando me acerco a él se hace para atrás como si yo le hubiese agredido, cosa que no sucedió en ningún momento y que posteriormente, hablando con él al final del partido, le pido disculpas y él a mí por fingir una agresión de mi parte hacia él delante, palabras que presenció la Policía Nacional, momento en el que todo queda aclarado y solucionado, tanto por parte de uno como del otro», señala.

Además, considera que su imagen ha quedado manchada y que ha sido la cabeza de turco de una situación en la que la actitud de jugadores, padres y árbitro también era «condenable».

«Hubiese agradecido un poco de apoyo por parte del club al que he dedicado mi tiempo durante más de un año o al menos se hubieran molestado en cerciorarse de lo sucedido, ya que, si son tan contundentes condenando la violencia en los campos, deberían condenarla venda de donde venga, jugadores, padres, etc.»

En la publicación expone, además, el acta embargada por la Federación para que el Comité de Competición decida la sanción, tanto para el entrenador, como para los clubes implicados.

En ella además, se hace alusión al delegado de campo de Unionistas: «En ningún momento hizo acto de presencia, ni durante el suceso descrito anteriormente ni durante el trayecto que realicé desde el terreno de juego hasta los vestuarios. Tampoco me acompañó cuando salí de los vestuarios para abandonar las instalaciones».

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