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Lo han logrado. Más allá del mérito que supone que Unionistas tenga su equipo senior femenino, la recién estrenada plantilla ha conseguido atraer y gustar, alcanzando su primer objetivo: ascender de categoría. Los resultados están ahí, la clasificación es más que sabida pero, ¿qué esconde el primer equipo femenino de la historia de Unionistas? Desde los 15 a los 30 años, pasando por la ESO, bachilleratos, carreras, másters y trabajos. Cada una tiene una realidad, es de una manera y unas responsabilidades; pero cuando hay un balón de por medio, son iguales, unidas.
Cristina es la más mayor y Aroa la más pequeña, y son las que deciden tomar la voz cantante. Una historia formada por muchas historias. Una viene de Zamora a entrenar, otras dos de Alba de Tormes, todas han pasado por el Salamanca FF y una de ellas llegó a Unionistas en el momento de su creación, cuando todavía era prebenjamín. «Un poco de todo, diferentes, pero unidas y parece que ha salido bien», como dice Cristina.
«Me considero una persona que me adapto bien a los contextos y creo que el resto también lo han hecho. Hemos logrado llegar a un punto en común gracias al fútbol y poniendo todas de nuestro parte ha ido bien. Creo que la diferencia se ha notado poco sobre el césped. Todo queda atrás cuando nos ponemos las bocas y nos vamos al campo», reconoce.
Hace 15 años, Cristina apenas tenía referentes, sin embargo, ha conocido el boom del fútbol femenino que ahora sus compañeras más pequeñas pueden empezar a disfrutar, a pesar del camino todavía por hacer. «De aquellas era imposible ver un partido de fútbol femenino, no lo veía, así que empecé a jugar porque veía a mi hermano. Con 15-16 años estaba en la Segunda División que era liga nacional y ahora esa categoría es cuarta o quinta, lo que habla de la evolución», explica.
Aroa, por su parte, empezó en Santa Marta desde muy pequeña, con solo tres años, al igual que otra de sus compañeras que en una reflexión final reconocía que siempre había agradecido que sus padres decidieran apuntarla al fútbol.
«Creo que yo con sus 15 años no era así, éramos muy diferentes», continúa Cristina. «Si tenía que hablar con las mayores de mi equipo... ni obligada, por ejemplo, en eso lo noto. El avance del fútbol femenino es real y sigue hacia arriba. Hay facilidades que antes no se tenían».
«Mi equipo es unido», Aroa es inocente y risueña, pero muy tímida, y así define a su equipo. ¿Para qué más? Además, confiesa que la temporada se le ha hecho corta y que sus expectativas son muy altas: «Hay Unionistas Femenino para largo». Es tal esa unión que a pesar de haber terminado la temporada siguen entrenando.
Dentro de las expectativas, las jugadoras charras sueñan y piden -por si alguien escucha o lee- jugar en el Reina Sofía. Ya pisaron el césped para celebrar ante la afición en el descanso de un partido del primer equipo masculino, pero quieren jugar. «Queremos que pase, queremos jugar aquí. Yo creo que nos lo merecemos», comparten todas las presentes.
Y acaban por mencionar a la afición: «Lo hemos agradecido un montón, su apoyo ha sido increíble. Girarte y ver a tanta gente... hace venirte arriba».
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