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«Haz que sus vidas importen», imploró el actor visiblemente afectado. EFE

Matthew McConaughey transmite a la Casa Blanca el dolor del drama de Uvalde

El actor espera que la masacre escolar ocurrida en su pueblo natal propicie nuevas medidas de control de armas

mercedes gallego

Corresponsal. Nueva York

Miércoles, 8 de junio 2022, 21:42

Uvalde tiene ya una cara, un slogan y un símbolo para enarbolar la lucha política y social a favor de un mayor control de armas. «Haz que sus vidas importen», imploró el actor Matthew McConaughey en la sala de prensa de la Casa Blanca.

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Había dolor y rabia en su voz. Eran las emociones que le transmitieron los padres de los 19 niños asesinados en la escuela de primaria Robb, a los que él y su esposa Camila han visitado durante una semana seguida. El pequeño pueblo de 16.000 habitantes, a una hora de la frontera con México, es también donde McConaughey nació, en el seno de una familia humilde. Su madre enseñaba a los niños de la guardería situada a poca distancia de la masacre.

Entre el público, vestida de luto y con los ojos llorosos, su esposa sostenía un par de deportivas verdes con un corazón en la punta del pie derecho, que Maite Rodriguez, de 10 años, se había pintado. Tenía tantas ganas de unas Converse que desde que sus padres se las regalaron las llevaba puestas todos los días. El color verde representaba su amor por la naturaleza, su sueño de estudiar biología en la Universidad de Corpus Christi y vivir junto al mar. Su pasión por el medio ambiente, el color de la esperanza, pero también, algo más macabro: el poder destructivo de los rifles semiautomáticos de asalto, como el que empuñó ese día Salvador Ramos para acribillar a sus víctimas.

«Esas Converse verdes en sus pies resultaron ser la única evidencia clara para identificarla», explicó el actor conteniendo la rabia. «¿Qué os parece eso?».

Esos cuerpos inocentes llenos de sueños que empezaban a vivir quedaron «tan mutilados que solo las pruebas de ADN y los Converse verdes sirvieron para identificarles», explicó, «debido al orificio de salida excepcionalmente ancho que deja un AR-15».

Los embalsamadores del pueblo, que todavía siguen reparando cuerpos para su velatorio, le contaron que nunca habían tenido un trabajo tan desafiante como ese. «Muchos niños no solo estaban muertos, también huecos».

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Tan pronto como se enteró de la masacre, ocurrida en su pueblo, el actor montó en el coche a su esposa y a sus tres hijos y condujo tres horas desde Austin para ofrecer su consuelo a las víctimas. Muchos de esos padres agradecieron poder contarle las historias de sus hijos, como si de esa manera los mantuvieran vivos. McConaughey se las ha llevado a Washington, con fotos, cartas y zapatillas de deporte, para tocar los corazones de los políticos que estos días discuten algunas medidas de control legislativo que impidan otras matanzas. «Haz que sus vidas importen», repetía una y otra vez, foto en mano.

Vidas truncadas

En algunos casos él mismo estaba cumpliendo los sueños de esas vidas truncadas. Como el de Alithia, de 10 años, que soñaba con ir a una escuela de arte a París y «mostrar su arte al mundo». En el autorretrato que McConaughey mostró, la niña tenía sobre su cabeza a una amiguita que la miraba desde el cielo mientras ella se pintaba en ese mismo umbral. «Sabes, nunca hablamos del cielo con ella, realmente, pero parece que de alguna manera lo sabía», le dijeron sus padres.

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El actor, que dice haber entrado en alguna lista negra de Hollywood por haber dado las gracias a Dios al recibir un premio, confía en que «esta vez sea diferente», y no ya porque esas almas ayuden desde el cielo, sino porque «parece haber la sensación de que hay un camino viable hacia delante».

Ese camino que convertiría a EE UU «en un país más seguro» habría que encontrarlo en el Congreso, a donde fue después de reunirse brevemente con Joe Biden en la Casa Blanca. Según él, las partes están dispuestas «al menos» a sentarse juntas para tener una conversación de verdad. Como propietario «responsable» de armas, criado en la Texas rural, el actor encarna la unidad bipartidista en torno a la necesidad de elevar la edad legal a los 21 años para adquirir rifles semiautomáticos, establecer un tiempo de espera para completar la compra, generalizar la comprobación de expedientes delictivos y psiquiátricos, fortalecer la seguridad de los colegios e invertir en salud mental, mencionó.

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«Esas regulaciones no serían un paso atrás, sino un paso adelante para la sociedad civil y hasta para la segunda enmienda constitucional» que protege el derecho a portar armas. La oposición republicana responde que no resolverían el problema. «Mira, ¿lo curaría todo? ¡No, demonios, no! Pero la gente está sufriendo y, pese a lo dividido que está nuestro país, el tema de la responsabilidad de amas es uno en el que estamos más de acuerdo que lo que nos hacen creer», aseguró.

Caen los 'blandos'

Los violentos tiroteos que llegan a los titulares de medio mundo desde las escuelas, los supermercados o el parking de una iglesia son solo la punta del iceberg. De hecho, solo representan el 1%, según un estudio del PEW Research Center. El 43% son crímenes comunes, que tienen a la sociedad incluso más hastiada.

De esos, la oposición republicana culpa a los jueces y fiscales nombrados por los demócratas. Uno de los más progresistas, Chesa Boudin, cayó el martes en un referéndum organizado para inhabilitarle. Los llamados procesos de «recall», que existen en California, dejan el sabor amargo de poder desbancar a un político por menos votos de los que obtuvo al ser reelegido. En el caso del fiscal de distrito de San Francisco, cuyos padres estuvieron en la cárcel por delitos relacionados con la banda armada Weather Underground, el 60% de los 123.000 votos recogidos en la ciudad eran para que renunciara al cargo.

La campaña logró dibujarlo como alguien «blando» con los criminales y asociarlo con una serie de crímenes y robos de alto perfil. Boudin considera que ha sido un cabeza de turco de los republicanos para probar una estrategia electoral a nivel nacional, con la que pretenden atacar a los demócratas. La Casa Blanca toma nota de ello.

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