Borrar
Kamala Harris participa en un acto del partido demócrata. AFP
'Kamala Harris for President' ¿Y ahora qué?

'Kamala Harris for President' ¿Y ahora qué?

La vicepresidenta toma el control de la campaña demócrata y de sus fondos a la espera de una previsible nominación mientras su partido ha borrado ya el rastro de Biden en la carrera electoral

Lunes, 22 de julio 2024, 14:20

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Opciones para compartir

El universo político estadounidense saltó por los aires hace nueve días cuando una bala estuvo a punto de asesinar a Donald Trump.Y ha vuelto a girar súbitamente este domingo con la carta en la que Joe Biden renuncia a las elecciones presidenciales. Hay un reajuste universal. Hace mes y medio, el convencimiento general era que el líder demócrata lograría con relativa facilidad la reelección mientras su rival republicano se despeñaría hasta retirarse empujado por sus vicios, su talante y, sobre todo, por la acción judicial. Eso sucedió el 30 de mayo cuando salió del tribunal de Manhattan condenado por los pagos irregulares a la actriz Stormy Daniels.

Apenas han pasado seis semanas y el escenario ha mutado en lo opuesto, Trump prevalece en las encuestas como futuro presidente, en su partido es el semidios que se ha impuesto a un atentado y el acoso de los jueces y ha expulsado a Biden de la campaña. De hecho, Biden ya no existe en la campaña. Los demócratas le borraron este domingo de todo documento electoral. Han depositado ante la comisión correspondiente la inscripción 'Harris para presidente' y comenzado la operación financiera para que la presidenta tenga bajo su control los fondos recaudados. Estados Unidos, y el mundo por ende, se asoma a un nuevo terreno inexplorado, sembrado de incógnitas y donde solo existe una certerza: ¿Quién era Biden? El hombre que precedió a la futura promesa estadounidense.

La elegida

Kamala Harris se perfila como la elegida para encabezar la candidatura electoral. De hecho, ha tomado el control del proceso. El Partido Demócrata ha eliminado ya a Joe Biden de la campaña que, oficalmente ante la Comisión Electoral, se denomina ya 'Harris para presidente'.

La prevista candidata demócrata hace campaña en una heladería de Washington. Reuters

A su favor tiene varias cuestiones. El dinero lo mueve todo y su liderazgo asegura, salvo un revés improbable orquestado por los republicanos en los tribunales, que asume la tesorería de campaña; es decir, más de 210 millones de dólares recaudados hasta ahora en actos y donaciones por Biden. De hecho, automáticamente ha accedido ya a un remanente de 50 millones que le permite a su campaña seguir funcionando y publicando anuncios durante las próximas semanas.

Mientras Biden todavía proclamaba que seguía en la carrera la semana pasada, su partido, más pragmático, se preocupó de hablar con los grandes donantes para sondear si aceptaban a la vicepresidenta. La respuesta fue bastante positiva. De hecho, en las últimas doce horas los ingresos han subido en unos 60 millones de dólares, indicativo de que los grandes patrocinadores han abierto la caja fuerte después de mantener congeladas las contribuciones en las últimas dos semanas. También ha hecho lo suyo que el presidente, en su carta de dimision, inaugurase una campaña de captación de dinero a favor de su heredera política.

Kamala Harris tiene además una ventaja. Aparentemente resulta más asequible a las campañas populares; es decir, las pequeñas donaciones de los ciudadanos de a pie, especialmente de la comunidad afroamericana, las mionorías y las mujeres estadounidenses. Una de las claves de que Barack Obama consiguiera la presidencia en 2009 fueron esas contribuciones de cinco, diez o veinte dólares que demstraron a las élites demócratas su poder de arrastrar a las masas.

El silencio de los dinosaurios

Precisamente, el respaldo de una mayoría de las élites del partido son la mejor garantía para Harris. Los mismos dirigentes poderosos que han empujado a Biden a renunciar son los que ahora la promueven en busca de una sucesión tranquila. Es preciso subrayar que todo está abierto. Lo que sobre el papel parece claro no está escrito en la realidad. Hasta que los más de 4.000 delegados demócratas voten, la nominación de la vicepresidenta no puede darse por cerrada. Baste que cualquier otro aspirante consiga el respaldo de 300 delegados para presentarse como competencia de Harris.

Eran otros tiempos: Nancy Pelosi sonríe a Kamala Harris mientras aplauden a Joe Biden en un acto en 2022. AFP

A partir de aquí, hay teorías de todo tipo. Este es un territorio inédito. Una de las hipótesis es que se llegue a la convención sin otras postulaciones, de modo que la 'segunda' de Biden obtenga el plácet sin sobresaltos. Otra consiste en que el partido promueva a candidatos de paja para que la designación de Harris parezca fruto de una competición y no de un nombramiento directo. Dirigentes como Pelosi opinan que esta vía movilizaría más a las bases y evitaría críticas internas de los sectores partidarios a una elección abierta y más democrática. La tercera opción, claro, es que alguien se presente con la intención de disputar de verdad el cartel electoral.

Que Harris parte con ventaja es evidente. De hecho, este lunes comenzará a actuar como candidata 'in pectore'. La maquinaria electoral no puede detenerse a poco más de cien días de las elecciones. No, a riesgo de que los cargos intermedios sufran una nueva defraudación, el electorado se desanime todavía más y los donantes huyan ante el desconcierto.

Ella sabe que ha reunido en unas pocas horas un estimable apoyo del 'establishment' demócrata, a tenor de la cascada de declaraciones y de los contactos que mantuvo en las horas posteriores a la carta de renuncia de su jefe. Destacan el respaldo del propio Joe Biden y del matrimonio Clinton, que todavía posee un enorme atractivo entre las bases, pero también el de miembros influyentes del Senado y de la Cámara de Representantes, además de gobernadores como John Shapiro y Gavin Newson .

Un recuento de 'The Washington Post' publicado esta mañana revela que 178 cargos de primera línea se han posicionado a favor frente a 108 que lo han hecho en contra. Y hay nombres importantes que todavía no se han pronunciado. Sobre todo, el de Barack Obama que, a diferecia de los expresidentes Clinton y Biden, no le ha prometido su respaldo instantáneo. Obama es el mejor representante del potente influjo de la élite demócrata, pese a una apariencia situada más a la izquierda que muchos lideres del partido. Se le tiene como el hombre que, con su suve crítica, ha apuntillado la renuncia de Biden.

Es posible que haya algo de generacional y de acomodación en la cúspide del poder en todo esto. Entre quienes dan su voto a Harris figuran progresistas y miembros de una hornada de políticos que, con independencia de su edad, se han labrado en los últimos años un gran protagonismo en gobiernos estatales y el Capitolio, como Kathy Hochul, Elizabeth Warren, Ro Khanna, Jim McGovern, Alex Padilla o Amy Klobuchar.

Alexandria Ocasio-Cortez, defensora hasta el final de la continuidad de Biden, ya se ha posicionado a favor de su egunda. En el otro frente figura, curiosamente, Bernie Sanders, referente de la izquierda del partido, que concurrió con Hillary Clinton en la frustrada papeleta electoral de 2016 frente a Trump. Pero lo más llamativo es el silencio de los dinosaurios. Ni la veterana Nancy Pelosi ni los jefes demócratas en el Senado y la Cámara se posicionaron anoche. «Tengo una confianza extraordinaria en que los líderes de nuestro partido serán capaces de crear un proceso del cual surja un candidato sobresaliente», se limitó a señalar Obama en un comunicado.

La incógnita Manchin

El senador Joe Manchin III se dio de baja en el Partido Demócrata el pasado mayo y pasó a inscribirse como independiente. Este lunes baraja volver a su antigua formación y postularse para la campaña presidencial. Es el único que, de momento, ha filtrado la posibilidad de desafiar a Kamala Harris, aunque resulta un hombre impredecible. En su día llegó a sopesar la fundación de un nuevo partido para concursar en los comicios frente a demócratas y republicanos con el objetivo, según dijo, de subsanar el escaso entusiasmo que despertaba Biden.

El senador Manchin no descarta postularse en la convención demócrata. AFP

Manchin es un veterano de la politica, conoce a fondo el funcionamiento de la Administración y tiene contactos y defensores poderosos. En su contra figura el malestar que ha sembrado entre muchos demócratas por haberse aliado con los senadores republicanos en la toma de diversas decisiones y lo impredecible de su carácter. Va a cumplir 77 años y eso tampoco ayuda en una formación escarmentada por la edad de sus candidatos.

¿Y Kennedy?

Todo es posible en América. Y Robert F. Kennedy Jr., que concurre a las presidenciales como independiente, ha enviado al Partido Demócrata el mensaje de que está dispuesto a ser su candidato. Solo hace falta que se lo pidan.

El díscolo del clan Kennedy protagoniza un mitin en la actual campaña. AFP

«Felicito al presidente Biden por dimitir. Sus debilidades fueron evidentes para cualquier observador imparcial desde el principio», ha manifestado el miembro díscolo del clan, que se autoproclama como «la alternativa viable y vigorosa» a Trump y el hombre que mantiene los «principios» del Partido Demócrata «abandonados por Biden».

A estas alturas cualquier giro de los acontecimientos es posible. Trump se salvó de una bala por cuatro milímetros. Y entre los demócratas, algunos fantasean con que una dupla Harris-Kennedy constituiríala panacea a sus males mientras otros temen que el singular político maniobre en busca de respaldos para hacerle la competencia. Telerrealidad o no, lo cierto es que Robert F. ya excava el terreno: exige una convención abierta, afirma que nominar a la vicepresidenta de forma directa sería un ejemplo de maniqueísmo absoluto y sugiere que si se hubiese puesto desde el principio un aspirante basado en «encuestas neutrales», él no hubiera necesitado «irse del partido». Con Harris resulta indudable que la química no es buena. En su primer tuit post-renuncia de Biden, Kennedy la denomina «halcón de la guerra».

La máquina ya está en marcha

'Harris for President' afronta este lunes sus primeras decisiones. «Haré todo lo que esté a mi alcance para unir al Partido Demócrata y a nuestra nación», ha declarado la vicepresident asumiendo su nuevo papel, desde el que anuncia su objetivo de «derrotar a Donald Trump y su agenda extrema». Quedan apenas 106 días para los comicios. La idea de los suyos pasa por convocar una reunión virtual de delegados de forma prácticamente inmediata para votar la candidatura antes de la convencion de Chicago del 19 de agosto.

Un simpatizante demócrata agradece a Biden su legado delante de la Casa Blanca tras conocer su renuncia. AFP

En California y Washington el plazo para certificar la lista vence esta semana. Es posible una tramitación extraordinaria, pero a los demócratas les interesaría cumplir la fecha por tranquilidad y para ahorrarse posibles impedimentos a la hora de calificar en los dos Estados. En total, son 4.600 cargos y militantes de alto nivel los que deben pronunciarse. El gobernador de Minnesota, Tim Waltz, dirigente del Partido Demócrata-Agrario-Laborista, y la reverenda Leah Daughtry, presidenta nacional de las Iglesias de las Casas del Señor y directora de los comités que organizaron las convenciones demócratas de 2008 y 2016, son los responsables de organizar el proceso y fijar la fecha de la votación.

El equipo que ha coordinado la campaña de Biden hasta ahora continuará con Harris, lo que supone un importante ahorro en término de esfuerzos y tiempo, y garantiza el funcionamiento de una maquinaria que deber ser imparable a menos de cuatro meses de las elecciones. Pero hay asuntos importantes que resolver. El primero de ellos es el nombre de la pareja de Harris en la papeleta. Ya hay algunos en cartera. El segundo, y no menos importante, el discurso de la aspirante.

Kamala Harris ha mantenido un estricto cierre de filas con su ya exjefe. El discurso del mandatario era el de ella. Sin embargo, nadie sabe si ahora mantendrá la línea argumental o confeccionará un relato propio, posiblemente más progresista pero siempre dentro de la contenida correción de un partido poco dado a 'excesos izquierdistas'. Esta abogada nació en California, un tradicional fortín liberal, ha sido revetstida como protagonista de un hecho histórico en su país y posiblemente su electorado espera un discurso más fresco e innovador que el de su predecesor.

Las encuestras previas a este fin de semana de vértigo la daban dos puntos por detrás de Trump (48%-46%) en intención de voto, pero los analistas le otorgan mejores probabilidades de convencer al electorado joven, femenino y negro de las que tenía Biden. De hecho, con éste se estaba produciendo un preocupante escoramiento de las mujeres y los afroamericanos en edad de votar hacia su rival republicano.

A robar la cartera

A priori, la presencia de Harris complica el absoluto convencimiento de Donald Trump de regresar a la Casa Blanca sin problemas. También nubla la fe que el Partido Republicano tenía de conquistar la Cámara de Representantes y el Senado. Pero todo está abierto. Los encuestadores se enfrentan a un territorio sin referencias y los politólogos, a un mundo imprevisto.

Donald trump, durante su mitin de este fin de semana en Grand Rapids (Michigan). Reuters

La candidata aparente tiene 59 años. Trump, 78. Es hábil en la distancia corta. Si ella se hubiera sentado en el lugar de Biden en el debate de la CNN que marcó el declive del presidente, es seguro que la historia sería ahora diferente. En estos últimos cuatro años, la vicepresidenta ha acumulado experiencias, conocimientos y una comprensión amplia de la ideología estadounidense y su reparto terriorial. Pero sobre todo se ha cargado de argumentos políticos y sociales. Se muestra sólida en asuntos cruciales como el derecho al aborto, la igualdad entre géneros, el control de armas o las sensibilidades de las minorías. Su carrera como abogada le ayuda.

Curiosamente, Trump donó 6.000 dólares a sus campañas cuando Harris se presentó al cargo de fiscal general en 2011 y 2013. Cosas del destino, el líder republicano trata ahora por todos los medios de arrebatarle el dinero de la campaña. El partido ha puesto a trabajar a sus voceros y abogados para buscar una fórmula que le permita bloquear el traspaso de los fondos captados bajo el nombre de Biden a la nueva iniciativa 'Harris for president'.

Evidentemente, los republicanos se basan en la inexistencia de precedentes para realizar este cambio en mitad de la carrera electoral. El útimo candidato que se retiró fue Lyndon B. Johnson hace medio siglo. El plan consiste en presentar recursos ante la comisión electoral o denuncias en cada Estado.

Mientras, Trump no pierde el tiempo. Ha firmado un cheque de cinco millones de dólares para emitir unos anuncios que pongan a bajar de un burro a Harris. Se centrarán en Arizona, Georgia y Pensilvania, tres Estados donde la rivalidad es máxima, y el argumento es que la vicepresidenta conocía el «deterioro mental» de Biden y lo ocultó a los electores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios