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Mercedes Gallego
Nueva York
Jueves, 24 de agosto 2023, 08:42
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Se decía que un debate republicano sin Donald Trump no sería un debate, pero resultó que la ausencia del «elefante en la sala», recordaron los moderadores, dejó espacio para que los ocho aspirantes a la nominación del partido conservador pudieran medirse sin que el expresidente acaparase toda la atención. De entre ellos, el empresario de 38 años Vivek Ramaswamy empezó como el nuevo valor emergente para el cambio generacional que muchos anhelan, mientras que la ex embajadora en la ONU Nikki Haley, el ex vice presidente Mike Pence y el ex gobernador de New Jersey Chris Christie se apuntaron tantos a su costa.
El brillo de estos candidatos, que forman ya el pelotón de avance, fue posible porque el gobernador de Florida Ron de Santis no consolidó su liderazgo como alternativa a Trump. Con un 52% en la media de encuestas de Fivethristyeight.com, el ex presidente le saca 35 puntos, pero él todavía aventaja en 5.5 a Ramaswamy, que se convirtió en el blanco de todos los ataques.
El primero en entrarle a la yugular fue Pence, que demostró más inquina de la que se le atribuía al evangélico cristiano que dijo haberse plantado ante Trump el 6 de enero de 2020 porque había jurado la Constitución «con un rezo al Santo Padre». Consciente de que muchos republicanos buscan el relevo, Pence atacó al milenial que calificó de «novato» y recomendó que la alternativa sea alguien «ni muy mayor, ni muy joven». O sea, como él, que a sus 64 años ha sido congresista, gobernador de Indiana y vicepresidente, a caballo entre los 77 de Trump y los 38 de Ramaswamy.
El joven empresario biotecnológico de verbo ágil, educado en Harvard y Yale, se llevó los mayores aplausos del público, pese a su negacionismo con el cambio climático, su negativa a seguir alimentando la guerra de Ucrania y su lealtad absoluta a Trump. «¿Estaba haciendo una prueba para ser su vicepresidente?», se preguntaba el columnista del Washington Post Gary Abernathy. De hecho, Ramaswamy ha intentado comprometer a todos los candidatos a indultar al ex presidente si llegan a la Casa Blanca. «¿Por qué hablas como si ya hubiera sido condenado?», le atajó Pence, que promete considerarlo sólo si se equilibra «la culpabilidad con el remordimiento».
Para convertirse en candidato, cualquiera de ellos tendrá que vencer al magnate que hoy será fichado en una cárcel de Atlanta por conspirar para alterar el resultado de las elecciones de 2020, «una conducta impropia de un presidente, sin importar lo que penséis de él», acusó Christie, que se llevó los mayores abucheos precisamente por criticar al hombre con el que se asoció durante la campaña de 2016. Junto al gobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, fueron los únicos que no se comprometieron apoyarle si gana la candidatura del partido de Reagan.
Será precisamente en la librería de este ex presidente en California donde tengan la próxima oportunidad para medirse el 27 de septiembre. Ramaswamy, que en su minuto de oro se vendió como un ejemplo de diversidad que le permitirá liderar una nueva revolución, trató de contrarrestar los ataques de Pence acusándolo despectivamente de estar atascado en ese «amanecer en América de Reagan», cuando su generación no ve la luz. «Vivimos en un momento oscuro», dijo en línea con la visión apocalíptica De Trump, que infunde el miedo para erigirse en el salvador del país.
Vetar el aborto
Del otro lado del escenario le atacó con una puntería certera la ex embajadora de Trump ante la ONU, que se presenta como una opción razonable para poder conversar con la oposición y avanzar en la agenda del país. Pese a ser pro vida, atacó a Pence, De Santis y otros antiabortistas de no estar siendo honestos con los votantes porque no hay posibilidades de que su partido consiga una mayoría absoluta en el Senado como para vetar el aborto en todo el país. Ella propone encontrar terreno común al vetarlo a las 15 semanas de gestación «y proteger así la salud de la mujer».
Los golpes más certeros le llegaron a Ramaswamy de Christie, un fiscal de litigios conocido por su destreza oral, que le acusó de ser «infantil» y a la vez recordó al electorado que la última vez que Estados Unidos apostó «por un tipo flaco con un nombre raro» resultó ser Barack Obama, un experimento que decepcionó a los conservadores. El empresario de origen indio, que compite con el senador negro de Carolina del Sur Tim Scott en presentarse como la encarnación del sueño americano, defiende en su decálogo político que el capitalismo «nos sacará a todos de la pobreza», guiado por los combustibles fósiles «requeridos para la prosperidad humana», y la necesidad de sellar la frontera. Su talón de Aquiles es la falta de experiencia, ya que no ha servido en ningún puesto de gobierno y ni siquiera votó en las elecciones de 2008, 2012 o 2016. Solo en las de 2020 por el que fuera a su juicio «el mejor presidente del siglo», que acumula ya 97 cargos judiciales de los que tendrá que defenderse mientras hace campaña.
Trump no quiso regalarles atención con su presencia y prefirió grabar una entrevista con el ex presentador de Fox Tucker Carlson, que celebra su propio programa en la rede social de lo que antes fuera Twitter. Aunque dijo no tener tiempo para ver el debate, nadie duda de que lo hizo. Su ausencia en las pantallas se unirá al malestar de tener que dejar hoy su foto y huellas dactilares en los archivos policiales de Georgia, siempre con una sonrisa victoriosa.
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