Fuertes críticas en Alemania por la costosa boda de un ministro en plena campaña por la austeridad
El enlace del titular de Finanzas ha supuesto un importante gasto para las arcas públicas en un momento en que el Gobierno insta al ahorro a la población por la crisis energética y la inflación
ivia ugalde
Lunes, 11 de julio 2022, 18:29
El llamamiento a la austeridad que desde hace semanas realiza el Gobierno alemán al país a causa de la crisis energética y la escalada inflacionista ha retornado como un bumerán por la costosa boda que celebró este fin de semana el ministro de Finanzas, el liberal Christian Lindner, con la presentadora Franca Lehfeldt. El enlace, cuya ceremonia tuvo lugar el sábado en la exclusiva isla de Sylt, en el mar del Norte, ha desatado un gran malestar y fuertes críticas por el derroche de los contrayentes y el importante gasto que ha supuesto también para el erario público en concepto de seguridad.
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Numerosos agentes desplegados por toda la isla, furgones policiales que cortaron calles parcialmente y perros detectores de explosivos se encargaron de velar por la integridad de los invitados. Entre ellos, el canciller federal, el socialdemócrata Olaf Scholz; su esposa, la ministra de Educación de Brandenburgo Britta Ernst; el vicepresidente del Bundestag Wolfgang Kubicki ( FDP ) y el líder de la formación conservadora CDU Friedrich Merz, que arribó a los mandos de su propio avión privado acompañado de su mujer, Charlotte Merz.
En las redes sociales y en varios rotativos germanos como el 'Frankfurter Allgemeine' o 'Der Spiegel' los mensajes de desaprobación no han dejado de sucederse por el despilfarro en un momento inadecuado y que choca con el llamamiento al ahorro del Gobierno germano a la población. La polémica ha alcanzado cotas mayores por defender precisamente Lindner, en aras de la austeridad, que se recorten los subsidios a los desempleados de mayor duración.
La boda, que al principio estaba previsto que se celebrara en la Toscana italiana, también ha generado gran incomodidad porque los contrayentes decidieron contraer matrimonio en la iglesia St. Severin, en la aldea de Keitum. Sin embargo, desde hace años habían renunciado a sus confesiones y, por tanto, habían dejado de pagar el impuesto que recauda cada mes el propio Estado.
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