Putin y Xi abogan por un orden mundial alternativo en la cumbre de Samarcanda

La histórica Samarcanda recoge el testigo de Dusambé y acoge durante 48 horas la reunión anual del Consejo de Jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) orientada a fortalecer la seguridad regional. La cumbre se celebra bajo la zozobra internacional generada por la guerra de Ucrania y será escenario de un encuentro entre VladÍmir Putin y su homólogo chino, Xi Jinping, que sale de su país por primera vez desde el inicio de la pandemia. 'El mundo viene a Samarcanda', es el eslogan de esta edición de la OCS, en la que Irán dejará de ser país observador para convertirse en miembro de pleno de derecho de este organismo. El próximo en sumarse a la lista de esta especie de OTAN en versión asiática será Bielorrusia. Chinos y rusos capitanean una unión que sirve para intentar frenar las ambiciones estadounidenses en la zona.

La OCS la forman China, Rusia, Kazajistán, Kirguizistán, Tayikistán, Uzbekistán, Pakistán e India. Otros países como Bielorrusia, Mongolia, Irán y Afganistán (no está claro su papel tras la llegada del Emirato talibán y por eso será uno de los temas principales en la agenda de las reuniones previstas entre los jefes de Estado) son observadores y en la presente edición acuden como invitados los presidentes de Turkmenistán, Turquía, Armenia y Azerbaiyán.

La presencia de estos dos últimos está en el aire tras unas últimas horas de violentos choques entre sus ejércitos que dejan más de un centenar de muertos. El Cáucaso sur vuelve a estar en llamas cuando se cumplen dos años del último choque armado en Nagorno-Karabaj. Los dos países se responsabilizan el uno al otro en este último brote de violencia. Ereván afirma que varias localidades fronterizas han sido bombardeadas por su vecino y que ha respondido a la provocación. Bakú, por su parte, dice que sus posiciones militares fueron atacadas primero.

En las últimas semanas también se ha especulado con la posible asistencia del presidente sirio, Bashar Al Assad, aliado de Irán y Rusia.

«Teniendo en cuenta la situación internacional actual, esta cumbre tiene un significado especial», declaró el asesor de política exterior de Putin, Yuri Ushakov. «Este será el evento más importante de diplomacia de jefe de Estado de China en vísperas del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China, lo que muestra la gran importancia que China otorga a la OCS», fueron las palabras de la portavoz de Exteriores china, Mao Ning, en las horas previas a la cumbre.

Los líderes de Rusia y China ya se reunieron en Pekín en febrero, poco antes del inicio de la invasión de Ucrania. Xi Jiping aprovechará el encuentro para promover su Iniciativa de Seguridad Global, plan que presentó en abril en respuesta al Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (Quad) del que forman parte Estados Unidos, Japón, Australia e India.

El secretario general de la OCS, Zhang Ming, declaró ante los medios que el objetivo es que esta organización logre «desempeñar un papel más importante en el mantenimiento de la seguridad y la estabilidad» y «contribuir al desarrollo de un sistema de gestión global en una dirección más justa y prudente».

Para analistas como Raffaello Pantucci, de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de Singapur y autor de «Sinostan: China's Inadvertent Empire», la cumbre «muestra que el orden democrático promovido por Occidente no es la única estructura que existe (…) A medida que desde Occidente se promueve un orden mundial construido en torno a estructuras desarrolladas después de la Segunda Guerra Mundial, quienes lideran la oposición a ese modelo adoptan sus propias instituciones para demostrar sus opciones», tal y como refleja en una columna publicada por el portal Nikkei Asia.

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