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Juan Roig Valor
Jueves, 4 de julio 2024, 10:00
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El motor de combustión interna es uno de los símbolos tecnológicos de Europa y, para los grupos parlamentarios que se han mostrado críticos con las ambiciones medioambientales de Bruselas, un argumento para proteger la industria comunitaria.
El año pasado, la Administración de Ursula von der Leyen aprobó una reducción del 100% en las emisiones de CO2 de vehículos en 2035, lo que marcaba el fin a la venta de vehículos con motores de combustión a efectos prácticos.
El Partido Popular Europeo (PPE), al que pertenece la actual presidenta de la Comisión, se hizo con el mayor número de escaños el pasado 9 de junio: 188 de los 720. Uno de los elementos de su campaña electoral para esta legislatura fue la de la defensa de la industria automotriz comunitaria, en la que estiman que cientos de miles de puestos de trabajo peligran por la llegada de las marcas chinas y por decisiones medioambientales, como la prohibición de 2035.
Esta semana, legisladores del PPE se reunieron en Portugal para determinar sus prioridades parlamentarias hasta 2029. En un borrador al que tuvo acceso Reuters, estaba «la revisión de las normas de la reducción de CO2 para turismos y furgonetas, así como permitir el uso de combustibles alternativos neutros en emisiones más allá de 2035».
Los propios fabricantes de automoción europeos han clamado por que los límites se suavicen en 2025 y 2035. «De cara al final del año que viene, el mundo se dará cuenta de que esta reducción en las emisiones no es tan fácil», afirmó el CEO de BMW, Oliver Zipse.
El año pasado, Alemania amenazó a última hora con boicotear la prohibición de Bruselas a menos que se abriera una vía para los combustibles sintéticos. La Comisión se mostró favorable pero aún no ha quedado tipificada.
Este tipo de carburantes están desarrollados con energía renovable que contrarrestan las emisiones que producen sus motores al usarlos. Una de las alternativas que se plantean desde Reuters es la de equipar a los vehículos térmicos del futuro con un dispositivo que les impida arrancar si detecta que tienen diésel o gasolina en sus depósitos.
Empresas como Repsol y Porsche ya están invirtiendo en combustibles sintéticos, pero su precio aún dista considerablemente de ser competitivo con los carburantes fósiles tradicionales.
De aprobarse el borrador del Partido Popular como prioritario, solo aumentaría la presión sobre Ursula von der Leyen, que busca una reelección al frente del Gobierno comunitario y necesita los votos del mayor grupo. Por otra parte, también le son imprescindibles los 136 escaños del grupo socialdemócrata, que rechaza suavizar las iniciativas medioambientales de Europa, con todas sus consecuencias.
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