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Uno de los primeros carteles con Bibendum realizado por O'Gallop F. P.
Así nació Bibendum, el personaje universal de Michelín

Así nació Bibendum, el personaje universal de Michelín

De cartel fallido de publicidad de una cervecería a inspirador de artistas, el símbolo de Michelín, nacido de la mano de O'Gallop, forma parte ya de la historia de la humanidad

Santiago de Garnica Cortezo

Viernes, 7 de abril 2023, 23:11

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Estamos en las postrimerías del siglo XIX. El «coche sin caballos», a pesar de la oposición de algunos que ven en él un «demonio» (ya ven que los anti-automóvil no son nada nuevo) irrumpe con fuerza en calles y caminos como símbolo de un nuevo tiempo donde la libertad de movimiento que ofrece conlleva un cambio social y cultural.

Los hermanos Michelin fabrican neumáticos para bicicletas. André Michelin está convencido que el automóvil es el futuro. Pero hay que convencer a estos pioneros, cuyos vehículos utilizan las mismas ruedas que los coches de caballos, de madera con cerco de metal o ruedas macizas, que el neumático inflado con aire les puede aportar enormes ventajas.

Pero en 1894 hay apenas doscientos coches en Francia y muchas más bicicletas que son el mercado primordial de la marca de Clermont-Ferrand si bien la actividad se va diversificando (cochecitos de niños, camillas…) y la empresa crece contando ya con casi trescientos empleados.

En Lyon se celebra la «Exposición Universal y Colonial», Édouard y André Michelin visitan el estand de su firma. Allí, su responsable ha buscado llamar la atención levantando dos grandes pilas de neumáticos. Édouard le dice a su hermano: «con dos brazos parecería un muñeco».

Dibujo representativo de los hermanos Michelín frente a la pila de neumáticos en la exposición de Lyon F. P.

Un tiempo después, André recibe la visita de Marius Rosillón. O'Gallop, como así se le conoce, había nacido el 8 de junio de 1867 en Lyon. Estudia en la Escuela de Bellas Artes de Lyon. Posteriormente viajará a París y a Londres, empezando en 1891 su carrera como caricaturista e ilustrador y firmando con el seudónimo de Marius O'Galop. Durante los próximos años colaborará en multitud de revistas como Le Rire, Le Cri de Paris, Le Charivari. Es, además, un reconocido autor de carteles publicitarios, entre ellos de espectáculos de music-hall.

Marius Rosillón, conocido como O'Gallop F. P.

Marius muestra a André algunos de sus dibujos cuando, de pronto, una caricatura llama la atención al industrial. El dibujo lo había presentado Rosillón en una cervecería de Múnich, que lo había rechazado. Se trata de una especie de Gambrinus, rey o duque al que la leyenda atribuye la invención de la cerveza. Su enorme silueta llena el dibujo. Esta sentado en una mesa y grita: «Nunc est bibendum» («Ahora hay que beber»). André se queda mirando el dibujo al tiempo que recuerda la pila de neumáticos de Lyon: la figura barrigona es la materialización de la idea de su hermano Édouard.

«Nunc es bibendum» es una expresión latina que proviene de una oda de Horacio. El poeta atribuye estas palabras al militar y político romano Marco Antonio , cuando es derrotado en la batalla naval de Accio, en Grecia, en el año 31 (dC).

A André le gusta la frase pues le recuerda en una fórmula que había empleado en una conferencia en la sociedad de Ingenieros Civiles. En ella, tras realizar una demostración técnica sobre la capacidad de sus cubiertas infladas de aire para amortiguar los baches e irregularidades de las carreteras (más bien caminos…), terminó su intervención señalando: «el neumático se traga el obstáculo».

Cartel de una exposición del año 1898 F. P.

André le da vueltas en su cabeza al dibujo de O'Gallop, la frase y la pila de neumáticos de Lyon, y traslada sus ideas al dibujante. Este hace varios bosquejos. Gambrino deja paso al muñeco conformado por neumáticos y el vaso de cerveza es sustituido por una copa llena de clavos y cascos de botella. Y la frase de Horacio se transforma en «El neumático tragador de obstáculos». En abril de 1898, nace el esbozo de una serie de carteles en los que da a su personaje un cierto toque humorístico. Y en junio es presentado al público, representado en dios dimensiones bajo la forma de un gran cartel. En el estand Michelin del Salón del Automóvil de París, en el Jardín de las Tullerías, la espectacular silueta impresiona a los visitantes.

A sus pies, un fonógrafo difunde monólogos, canciones y alabanzas a los neumáticos Michelin. El público está impactado por la imagen, pero el muñeco no tiene aún nombre.

En el mes de julio, se disputa la carrera París-Amsterdam-París. El piloto León Théry al ver llegar a André Michelin con su Panhard-Levassor, grita: «ahí viene Bibendum». La frase gusta al fabricante, y la adopta.

Un personaje cargado de historia pero que ha sabido evolucionar a través del tiempo F. P.

El éxito del personaje en el Salón de París, lleva a André Michelin a presentar el cartel en el Salón del Ciclo, que se celebrará en el mes de diciembre en los Campos de Marte. Y, para incrementar el impacto, quiere sustituir al fonógrafo por un animador. Le encarga a uno de sus colaboradores que busque un presentador de voz retumbante y físico estilo Bibendum. André le indica a Patsy, su colaborador, que este presentador ha de tener humor, pero no ser vulgar, debe replicar con ingenio y contar con una voz que se deje oír con claridad.

Patsy recorre, sin éxito, los mercados de París en busca de un vendedor que cumpla los requisitos de su jefe. Entonces decide buscar en los cabarets parisinos. Una noche descubre, en Montmartre, en el bulevar de Clichy, en el famoso Cabaret du Ciel (vecino del Cabaret de L'Enfer, por cierto), a un grupo de humoristas disfrazados de predicadores. Le impresiona la presencia y voz de bajo de uno de ellos. Y le contrata.

El predicador, disfrazado de Bibendum y con su espectacular voz, atrae a mucho público, es un verdadero éxito. Tanto que llega el tumulto.

En el estand vecino, de los rivales neumáticos Oury, se quejan de que la gente que acude a ver a Bibendum, no deja entrar a su expositor. Michelin no hace caso y estalla la guerra: cada vez que Bibendum abre la boca, en Oury hacen sonar una bocina para acallarlo, y, como no es suficiente, contratan a un pregonero.

Al público le divierte esta guerra, pero en los otros estands el enfado de sus responsables crece por momentos. Se quejan al comité de organización, que llama a la policía. Esta ordena que en el estand de la marca de Clermont-Ferrand, se dé fin a la «actuación» de Bibendum.

Pero André Michelin se niega, apoyado de forma contundente por el conde Albert De Dion, persona de enorme influencia, fundador de la revista «L'Auto» (actualmente L'Equipe), del Salón del Automóvil de París, y de la histórica marca De Dion-Boutón.

Y «Bibendum» continúa con su labor de atraer al público, se convierte en el emblema de Michelin y atisba por la puerta de la fama.

La figura de Bibendum se alza desde hace unos días en la glorieta que lleva su nombre, en Valladolid F. P.

Han pasado 125 años. La figura de Bibendum ha ido evolucionando con las modas y los cambios sociales: dejó de fumar, de beber y perdió kilos…

En todos estos años ha dado millones de vueltas en los coches ganadores de Le Mans, del Monte-Carlo, del Dakar, de la Fórmula 1 o del mundial de motociclismo. Ha inspirado a artistas: Salvador Dalí le dedica varias obras; el grafista y dibujante Javier Mariscal lo ha escogido como protagonista de algunas de sus historias; desde 1988 el artista plástico Fabrice Hybert, ha convertido a Bibendum en uno de los temas centrales de su obra. Se ha apoyado, espalda contra espalda, con 007 , en «A view to a Kill» («Panorama para matar») o ha viajado sobre la cabina de camiones por los cinco continentes.

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Hoy, cuando contemplo a Bibendum en la glorieta que lleva su nombre, a la puerta de la fabrica Michelin de Valladolid que cumple ahora su medio siglo de vida, siento que esta figura es más que el símbolo de una marca, es una leyenda que ha atravesado el Siglo XX y camina por el XXI sin temor, dispuesta a beberse cualquier obstáculo sin perder la sonrisa.

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