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Era una imagen largamente ansiada y Pedro Sánchez logró, además, dotarla del empaque de una declaración conjunta con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que «actualiza» y «refuerza» las relaciones entre España y Estados Unidos en un trance «histórico» marcado a fuego por la invasión expansionista de Vladímir Putin en Ucrania. El jefe del Gobierno español mantuvo ayer por la tarde una entrevista de una hora con Biden en el palacio de la Moncloa que desembocó en una comparecencia compartida en la que ambos hicieron suyo el emblema de la cumbre de la OTAN puesta de largo en Madrid –la «unidad» frente a la nueva amenaza compartida que representa «la agresión» rusa– y focalizaron su entente en defender, a la par y con el resto de socios de la Alianza, «un mundo con reglas». El que pretende derribar, en palabras del líder de la primera potencia del mundo, el régimen autárquico de Putin.
Sánchez conquistó así el broche, trabajado durante meses por Moncloa y su equipo diplomático, a un papel internacional que ha venido centrándose en las instituciones europeas en las que se curtió en sus inicios en política, sin llegar a participar, hasta este martes, del selecto grupo de líderes que despacha con el presidente de EE UU. El jefe del Ejecutivo español se ha resarcido de aquellos desdeñosos 49 segundos que le dispensó su invitado hace un año en un frío pasillo de la OTAN en Bruselas. Y ha logrado abrillantar su turbulento mandato, que atraviesa delicadas cuitas domésticas, con el golpe de efecto de una entrevista en la cúspide de las aspiraciones diplomáticas nacionales que va a derivar en un mayor peso en defensa de España de la mano de EE UU ya través del despliegue en la base de Rota.
Reforzar las respuestas multilaterales ante los desafíos transatlánticos y globales España yEE UU condenan «la guerra de elección» de Rusia contra Ucrania y se comprometen a que Putin «rinda cuentas» por la invasión, en el marco de «la defensa del orden internacional basado en normas» y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Un orden con el que «animan» a China a cumplir también.
Fortalecer la cooperación en defensa Sitúan a la OTAN en «la centralidad» para garantizar la paz y la seguridad copando «360 grados». Madrid y Washington reafirman la vigencia de su Convenio de Cooperación de 1988 y pactan «el estacionamiento permanente de buques de guerra estadounidenses adicionales en Rota».
Defender la democracia, los derechos humanos y la igualdad de género «valores fundamentales»
Intensificar la colaboración en seguridad y justicia Se persevera en asuntos de Interior, como la extradición y la asistencia jurídica mutua, y se extiende a nuevos retos como la ciberseguridad
Promover una migración segura, ordenada y regular «que garantice el trato justo y humano a los migrantes»Se incide en América Latina y el Caribe.
Luchar contra el cambio climático y para aumentar la seguridad energética Compromiso de cero emisiones netas en 2050, estrategias conjuntas para impulsar la transformación en países «de ingresos bajos y medios» y reducción de la dependencia de Rusia en combustibles fósiles (EE UU es el primer proveedor ya de gas, licuado, de España).
Ampliar la cooperación en los ámbitos económico y comercial Las «normas» alcanzan también al sistema multilateral de comercio, en el que ambos países abogan por cadenas de suministro «resilientes, transparentes, seguras, sostenibles y diversas». Y prometen «poner fin a la carrera a la baja en materia de fiscalidad empresarial»
Reforzar la cooperación política con consultas «de alto nivel»
Mirando al futuro «para hacer frente a los retos del siglo XXI»
Sánchez y Biden intercambiaron complicidad en su breve comparecencia, sin preguntas, en la que el mandatario estadounidense ensalzó hasta en dos ocasiones el «liderazgo» del líder socialista como anfitrión de la cumbre de Madrid. Cuarenta años después de su incorporación a la OTAN, España es un «socio indispensable», lisonjeó Biden, quien se felicitó de que ambos países hayan construido una alianza «fiable y sólida». Unos lazos concretados en una declaración conjunta de diez epígrafes y 18 puntos que va de la seguridad al cambio climático y la energía pasando por la inmigración o la igualdad de género.
La satisfacción exteriorizada por Sánchez –la cita constituye «un hito», se congratuló– no dulcificó la gravedad de un contexto histórico singularmente amenazante para la paz y la seguridad internacionales. El de hoy es un tiempo de inquietud bajo el desafío tangible de Putin que exige un rearme –militar y discursivo–para enviar al presidente ruso el nítido mensaje de que la OTAN reaccionará cohesionada a fin de defender «las reglas» ante la mayor «provocación desde la Segunda Guerra Mundial», describió Biden. Ante semejante «violación de los derechos internacionales y los valores compartidos», es preciso, en expresión de Sánchez, «redoblar» el compromiso con una Alianza «revitalizada» ante esta crisis que ha devuelto el belicismo a Europa.
Una argumentación diáfana del presidente sobre dónde se sitúa ahora España –glosó, entre otras cosas, la participación en el operativo de la entente atlántica en Letonia–, con carga de fonco implícita para sus socios de Unidas Podemos que han exteriozado su disgusto por la cumbre de Madrid y el envío, antes, de armas a la resistencia ucraniana. El compromiso con la OTAN es indiscutible, vino a dejar sentado Sánchez, como marco para el pacto por el que EE UU pretende ampliar su presencia en la base de Rota y, al tiempo, el peso militar español, ampliando de cuatro de seis los buques destructores en aguas gaditanas.
La Alianza Atlántica se reúne en Madrid
Miguel Ángel Alfonso
María Eugenia Alonso
Biden acudió a la Moncloa con una exigencia previa que comparten los socios europeos –que España destine el 2% del PIB al gasto en Defensa como requiere la OTAN– y ese anuncio sobre la ampliación de sus tropas en Rota. Un movimiento escalonado para 2024 y 2026 que supone un espaldarazo, en términos militares y por el retorno económico que representa para la zona, a la base gaditana donde se sitúa el escudo de misiles de la OTAN en el sur de Europa. La decisión apuntala al acuartelamiento, que junto al sevillano de Morón de la Frontera suma alrededor de 6.000 efectivos estadounidenses, entre los de uso común que utiliza EE UU fuera de sus fronteras.
La apuesta estratégica por Rota, que en su día estuvo en cuestión, refuerza la capacidad de respuesta naval de la potencia americana y de la OTAN ante amenazas en el Mediterráneo y el Atlántico; lo que se complementa con los marines orientados hacia el Sahel, uno de los nidos globales del yihadismo, activados en Morón. La ampliación del compromiso militar español anticipa un posible y nuevo chirrido de Sánchez con Unidas Podemos y otros socios parlamentarios. El pacto obligará a pasar por el Congreso la renovación del convenio de cooperación entre ambos países que se revisa anualmente. Lo que anoche no estaba claro es si la fórmula de la Moncloa para ratificarlo pasará antes por el Consejo de Ministros o explorará una alternativa.
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