El Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión Europea de la semana pasada ha puesto en marcha una ambiciosa misión de gestión de crisis dentro de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la Unión Europea en el Mar Rojo, en un momento en que la situación en dicho mar se estaba complicando por momentos. Hay que recordar que el ministro Jose Manuel Albares votó a favor respecto a la creación de dicha misión a pesar de que se resalta que España tenía una posición contraria a la misma. En dicho Consejo, encima de la mesa había dos opciones: una opción muy limitada y otra más amplia donde se incluía el Mar Rojo y el Golfo Pérsico. Finalmente, se optó por la más ambiciosa que cubre una zona de operación más amplia para esta misión, es decir, no solo el Mar Rojo, sino también gran parte del Golfo Pérsico. De momento, han aceptado esta operación, denominada Agenor, varios estados miembros entre los que se encuentran Francia, Bélgica y Alemania. Se está estudiando también la posibilidad de que puedan participar de alguna manera otros países de la región como es el caso de Egipto e India. Además, el SEAE está haciendo gestiones diplomáticas con Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos
Además, la Unión Europea (UE) ha tenido un gran éxito a través de la 'operación Atalanta' para la libre circulación en los mares en el caso del Índico, en donde se consiguió en 10 años que desapareciera la piratería que había detenido más de 100 navíos de diferentes países y especialidades (desde pesqueros, petroleros, contenedores, gaseros…). Dicha operación tendrá la aceptación de las Naciones Unidas como ocurre con todas las misiones militares de la UE llevadas a cabo. Al mismo tiempo, se diferencia de la norteamericana en que actuará únicamente en el mar y no hará ningún tipo de actuaciones en las costas, como ha ocurrido con la misión norteamericana, que ha llevado a cabo bombardeos en Yemen.
Los Estados Unidos puso en marcha hace más de dos semanas una misión con varios países, entre ellos Reino Unido, con un objetivo similar. La cuestión es que no han conseguido los objetivos previstos, ya que los barcos, especialmente las compañías de petroleros y gaseros, han decidido que no había condiciones de seguridad y, por lo tanto, están utilizando la ruta del Cabo de Buena Esperanza en África, alargando aproximadamente dos semanas el viaje y, por otro lado, encareciendo de forma importante este tipo de flete.
Con esta decisión, la Unión Europea empieza a participar en la crisis de Oriente Próximo, donde hasta ahora no había consenso para ningún tipo de actuaciones. Esta decisión se lleva a cabo al mismo tiempo que se conoce la propuesta global para la paz en Gaza de doce puntos del alto representante Josep Borrell, aunque en este caso era un documento non paper, es decir, que tenía un carácter interno, pero que ha tenido un gran impacto internacional. En este documento se defendían propuestas concretas para hacer operativo el plan de paz conseguido en Oslo hace 30 años, en el que se defendía la solución de los dos estados y se establece así un plan operativo para llevarlo a cabo.
Como consecuencia de estas acciones, la Unión Europea empieza ya a salir del silencio que estaba manteniendo en Oriente Próximo que es una posición muy distinta a la que estaba adoptando frente a la agresión de Rusia a Ucrania. La falta de posición en el Mediterráneo de la Unión Europea le estaba restando credibilidad internacional a los avances que estaba consiguiendo como consecuencia de su actuación frente a Rusia y otros conflictos internacionales. Con ello, trata de recuperar el papel de creciente protagonismo que está adoptando la Unión Europea y su Alto Representante en los últimos años.
Los Estados Unidos tiene la doble ventaja para hacer este tipo de operaciones de que sus decisiones se toman muy rápidamente, en dos o tres días, y a su vez su ejecución se lleva a cabo de forma casi inmediata. El problema de la UE y de sus misiones de gestión de crisis es que en la medida que se tiene que hacer a través de un procedimiento de la Política Común de Seguridad y Defensa que necesita unanimidad, aunque ahora se está aliviando a través de la abstención constructiva, lleva a que la preparación exija varias semanas y su ejecución también y, quizás, incluso hasta otra resolución del propio Consejo de Asuntos Exteriores que se realizará el próximo 19 de febrero. Sin embargo, su efectividad puede ser importante.
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