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Antonio de la Torre, en una fotografía tras la entrevista. Esther Vázquez

Antonio de la Torre

Actor
«Esta película me ha puesto en mi sitio»

Protagoniza 'Los tigres', un thriller ambientado en Huelva en el que da vida a un experimentado buzo industrial incapaz de gobernar su vida fuera del agua

Iker Cortés

Madrid

Viernes, 31 de octubre 2025, 00:25

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Pocas veces un thriller español logra su cometido: involucrar y tensar al espectador en las peripecias a las que asiste. 'Los tigres', la película que Alberto Rodríguez, el autor de cintas tan memorables como 'La isla mínima' o 'El hombre de las mil caras', estrena este viernes, es uno de ellos. El espectacular filme, plagado de escenas rodadas bajo el agua, sigue los pasos de Antonio, un buzo industrial al que da vida Antonio de la Torre (Málaga, 57 años), incapaz de tomar una buena decisión fuera del agua. Acuciado por las deudas y con la salud maltrecha, encontrará una oportunidad cuando en uno de los compartimentos de los cargueros que pone a punto encuentre un alijo de cocaína.

-Llevaba más de diez años sin trabajar con Alberto Rodríguez. ¿Cómo le llegó la oportunidad y qué es lo que le atrapó del proyecto?

-Alberto y yo estamos bastante en contacto porque vivimos en la misma ciudad y nuestros hijos iban al mismo colegio. Hay un vínculo natural y yo siempre tenía la sensación de que algún día volveríamos a currar juntos. Y me suena que me dijo algo así como: '¿Qué haces este otoño? ¿Cómo lo tienes?'. Me contó que tenía un papel pensado para mí de unos buzos industriales y yo juraría que dije que sí, sin leerme el guión, en plan esto pinta bien: con Alberto, el mundo de los buzos. A mí me mola mucho, quizá por mi pasado de periodista, pues 'El reino', el mundo de la corrupción... Cuando huelo que de repente hay un mundo ahí que puede ser fascinante, pues me interesa. Que luego la película puede ser una puta mierda, ¿eh? El problema no son las historias sino cómo se cuentan.

-¿Ha notado muy cambiado a Alberto como director?

-No, no... ¿Quizá más cañero? Es que no me acuerdo bien... Los recuerdos se distorsionan, ¿eh? Es muy curioso... Es que en 'La isla mínima' fueron cuatro días y en 'Grupo 7', que fue mi anterior experiencia protagonista, era la primera película en la que yo hacía un personaje silente y yo cuando empecé de joven pensaba que haría carrera como cómico, ¿sabes? Pensaba que era un tío gracioso e igual tengo la gracia en el culo (risas). La vida, tío. Total, que yo ahí recuerdo que no tenía confianza y él estaba como muy encima y me decía: «Menos, menos, menos»... Es probable que yo también haya cambiado y haya cogido confianza y no haya necesitado estar tan encima. Y luego es verdad que, no digo que no fuera cuidadoso en las otras películas, pero aquí, como era consciente de la dificultad del rodaje, nos llegaba todos los días a Bárbara y a mí diciendo: «Bueno, hoy va a ser un día complicado». Todos los días decía lo mismo, aunque rodáramos en la casa, siempre estaba con la misma cantinela y eso me daba mucha ternura. Pero en esencia es el mismo. Había cosas muy marca de la casa en plan: «Hazme esto, pero pequeñito». Al principio yo quería hacer un personaje más de pueblo, más feo, pero para qué decía. Yo deconstruía el guion, cambiaba las frases que no me salían de forma natural. Acabé diciéndole: «Tienes mi palabra de que va a salir, pero también sabes qué burro has comprado y que soy un poco lagartija». De todas maneras, estos debates fueron un poco al principio, después la película nos metió en barrena a todos, a mí el primero.

-¿Fue muy duro?

-Me acuerdo que yo me ponía muchas veces a hacer flexiones porque tenía que salir colorado en cámara. Ojo, tampoco tienes que hacer mucho porque con ese equipo pesado, en cuanto llevas todo el puto día sin hacer nada, estás congestionado. Es algo muy físico. Y hubo un día en la piscina en que Alberto me dijo: «¿Ya no haces flexiones?». Le contesté: «La peli me ha puesto en mi sitio. Empecé siendo un tigre y he terminado siendo un gatito» (risas).

-¿En qué medida se expuso?

-Yo no lo hice todo. Yo soy la marca Hacendado de Tom Cruise. Nosotros solo rodamos en piscina, las secuencias en mar abierto las hacían otros grupos. Si en algún momento un buzo te parece que puedo ser yo, puedo ser yo (risas).

Peligro

«Yo no hice todas las secuencias de acción. Yo soy la marca Hacendado de Tom Cruise, nosotros solo rodamos en piscina»

-¿Qué tipo de preparación necesitaron?

-Estuvimos varios días haciendo inmersiones entre los dos cascos. Hubo un momento en el que hicimos una prueba importante que acojonaba: tu ibas con el 'hard hat', que es el casco ese que pesa como 15 kilos, aunque luego en el agua ese peso desaparece, y te cortaban el aire del umbilical y tenías que abrirte la botella de oxígeno, simplemente por si en algún momento había una emergencia, para que pudieras seguir respirando. Lo hacíamos en una piscina y no te vas a morir porque si tienes problemas para respirar te sacan, pero el susto no te lo quita nadie y manejar eso era muy interesante.

-¿Le han entrado ganas de explorar el fondo marino?

-He tenido que empatar con la peli, porque ha habido un momento en que lo he llegado a pasar mal por la dureza. Es verdad que nosotros no nos hemos sacado un curso porque todo era en piscina. Sí que nos sacamos el titulín en el Guadalquivir, que lo hicimos en un día, para conducir embarcaciones de 6-7 metros de eslora porque eso era imprescindible para rodar algunas secuencias. Pero yo quise completar la formación y me fui a bucear en mar abierto en Alicante con Abigail Borg, la coordinadora de los buzos. Estuvimos en una caleta, no creo que bajáramos más de siete u ocho metros, pero vimos pececillos, me gustó mucho y fue gozoso. No se me ha ocurrido ir este verano a bucear, de todas maneras.

Arriba, una imagen del rodaje bajo el abua; debajo, Alberto Rodríguez da indicaciones a De la Torre y Bárbara Lennie y una imagen de ambos en la película. Esther Vázquez / Disney / Julio Vergne
Imagen principal - Arriba, una imagen del rodaje bajo el abua; debajo, Alberto Rodríguez da indicaciones a De la Torre y Bárbara Lennie y una imagen de ambos en la película.
Imagen secundaria 1 - Arriba, una imagen del rodaje bajo el abua; debajo, Alberto Rodríguez da indicaciones a De la Torre y Bárbara Lennie y una imagen de ambos en la película.
Imagen secundaria 2 - Arriba, una imagen del rodaje bajo el abua; debajo, Alberto Rodríguez da indicaciones a De la Torre y Bárbara Lennie y una imagen de ambos en la película.

-Supongo que ha conocido a buzos como los de la película. ¿Qué diría que les define?

-Que se toman la brutalidad con mucha naturalidad, asumen con normalidad que es un oficio de riego. Según Alberto, es el segundo oficio más peligroso del mundo.

-Al lado de su personaje está Estrella, su hermana, y la sombra de un padre que de alguna manera ha ido definiendo la relación entre ambos, una relación en la que de nuevo la mujer vuelve a cargar con el papel de cuidadora. No parece que eso se vaya a acabar nunca, ¿no?

-Pues sí, qué me vas a contar. Tenemos a Trump, a Miley, el genocidio en Gaza... Hay muchas cosas que no se van a acabar nunca... Quizá la paz mundial no llegue hasta que se complete la revolución feminista. La paz la traerán las mujeres, seguramente.

-Su personaje no toma una decisión buena. ¿Es difícil no cogerle tirria?

-Si juzgas a un personaje al que das vida, no lo puedes interpretar. Donald Trump de verdad se cree que se merece el premio Nobel, se lo cree. Si tu no te lo crees, no puedes interpretarlo.

-¿Y cómo lo consigue?

-Creyéndome lo que hace, creyéndome sus razones, no pensando y haciéndolo. Es que el actor no tiene que pensar. Un actor intelectual es un coñazo... O sea que los actores pueden ser intelectuales, yo conozco a varios y son fantásticos. Pero el hecho de actuar es algo más primitivo, más salvaje, más instintivo. Se actúa con el alma, con el cuerpo, no con la cabeza.

-Hay un aspecto que es la naturalidad que a mí me da la sensación de que se tiene o no se tiene.

-Yo creo que consiste en confiar en ti, es una cuestión de creértelo. Yo creo que muchos de los actores que son impostados, lo son por su inseguridad. Yo me acuerdo de que en mis inicios intentaba imitar a otros y era porque no terminaba de confiar. Hubo un momento en mi carrera, cuando cumplí los 30 años, en que tuve una crisis gordísima: no me voy a ganar nunca la vida con esto y voy a tener que ser periodista, que es la puta peor profesión (risas). No, ahora en serio, yo estaba en Canal Sur y gracias a dios estaba muy bien, de periodista deportivo, pero salieron dos proyectos que me dieron un impulsito: uno era 'Poniente', una película en Almería, y luego 'Padre coraje', una miniserie para Antena 3 que fue un pelotazo. Muchos actores que salíamos ahí seguimos trabajando de esto. Ahí daba vida a un yonki, un papel bastante secundario, pero empecé a hincar el diente y a abordar los papeles con esa mezcla entre actor y periodista. Localicé a la persona en Jeréz y fue una movida como para escribir un libro. Después llegó Daniel Sánchez-Arévalo, con 'Azuloscurocasinegro', que me dieron el Goya y cambió mi carrera.

-¿Echa algo de menos del periodismo?

-No especialmente, tío. O sea yo estaba muy a gusto, Canal Sur pagaba razonablemente bien, hacía deportes, que yo soy muy futbolero, y pasé por distintas etapas: primero presentaba, que eso sí era un reto y me divertía, porque está la cámara, y luego me cambiaron a reportero y no me lo pasaba mal. Además me quitó también de este problema que es estar esperando la puta llamada de teléfono que es la pesadilla del actor. Estaba muy cómodo y muy bien, pero no soy Arturo Pérez-Reverte, ni Maruja Torres, ni Ramón Lobo. Y luego hay periodistas que, con todo mi respeto, pues tienen que hacer un diario, que prácticamente no pueden sacar brillo al personaje porque esto es Sobrevive.com...

-Volviendo a la película, ¿cuál ha sido el mayor reto y qué ha sido lo más gratificante?

-El mayor reto, para mí, ha sido todo lo físico, todas las secuencias de buceo y lo más gratificante es que hayan quedado bien. Yo veo la peli y me la creo.

-Con quince nominaciones a los premios Goya, ¿cómo mantiene el ego a raya?

-Bueno, tengo una edad, tío. Son ya 57 palos y si estoy todavía con las tonterías del ego, mal andamos. Creo que estoy un poco ya de vuelta. Estoy muy agradecido, pero soy consciente de que son cosas que no dependen de ti. Yo he disfrutado mucho de las nominaciones y luego vas tomando distancia, vas diciendo, bueno, ya está. Ni soy la hostia porque me nominen al Goya o me lo den, ni nada, mientras siga trabajando... También te digo que a mí me pilló el éxito, entendiendo el éxito como poder vivir de esto, a los 40 años, y a esas alturas, como les gusta decir a los políticos, ya vienes llorado de casa.

-Las salas de cine están pasando por un mal momento. ¿Le preocupa?

-Pienso en ello. No soy capaz de imaginar cómo va a ir cambiando el modelo de negocio, pero estoy convencido de que vamos a seguir contando historias. Ahora, ¿que se haga en salas de cine? La gente ve contenido audiovisual. Hay mucha gente que tiene ya unos proyectores... Yo mismo tengo una sala de cine en mi casa. Pero por ejemplo con una película como esta si no vas a una sala de cine, con ese sonido, te pierdes algo.

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