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Este artículo revela acontecimientos importantes de la temporada 4 de 'Succession'.
El tercer episodio de 'Succession' ha causado un terremoto. Muchos ya reclaman Premios Emmy para todo un reparto que en esta entrega ha demostrado su talento una vez más. Desde que se comunica la muerte de Logan hasta el final del episodio, transcurren 45 minutos en los que una multitud de sentimientos, algunos contradictorios, se agolpan para que todos los personajes queden retratados. Escuchamos varias despedidas: las hay banales, entrecortadas, sinceras, atropelladas y también estratégicas. La fuerza dramática de este capítulo también se debe al equipo de guionistas, con Jesse Armstrong a la cabeza, y al director Mark Mylod.
Heredero por heredero, según el orden por el que se enteran, desgranamos esas reacciones que tan bien ilustran la dificultad de los Roy para expresar lo que sienten.
Cuando un ser querido muere repentinamente, uno trata de recordar las últimas palabras que le dijo y puede ser que no fueran las más cariñosas. O aun peor: puede que las dejara grabadas. La última pregunta que Roman Roy (Kieran Culkin) le lanza a su padre vía contestador automático es definitiva: «¿Eres un cabrón?». Minutos después, recibe una llamada de Tom para decirle que Logan está muy mal. Ahí empieza el desconcierto.
Roman es el primero en conocer la noticia, segundos después activa el altavoz y Kendall se une a la conversación. Pero los hijos están en el mar y el padre en el aire, así que hay fallos en la conexión y la información no fluye. Roman entonces pasa por una primera fase de nerviosismo en la que las ideas le fallan («¿Sin corazón se respira?») y las palabras no le salen («¿Tenéis la puta máquina esa?», dice refiriéndose al desfibrilador).
Cuando Tom se ofrece para poner el teléfono junto al oído de Logan, a Roman le cuesta unos segundos entender que le está ofreciendo una despedida. Estas sí serán las últimas palabras, aunque su padre no las vaya a oír. Deambula por la habitación, se va a un rincón y desactiva el manos libres:
«Hola, papá… Espero que estés bien. Tranquilo. Te vas a poner bien porque eres una fiera. Y vas a ganar porque siempre lo haces. Y eres bueno. Eres una buena persona, un buen padre. Eres muy buen padre. Lo hiciste bien… No. Perdón, no sé qué decir».
Le está hablando a la misma persona a la que diez minutos antes le reprochaba haberle manipulado durante toda su vida. Han sido unos segundos de inercia, de hacer el papel del buen hijo, pero Roman no puede continuar. Se deshace del móvil como si le quemara entre las manos y se lo entrega a Kendall. Más tarde, sentado junto a sus hermanos, se preguntará en voz alta si ha llegado a decirle 'te quiero'. «Eso creo», le consuela Kendall, pero sabemos que no lo hizo.
La última reacción de Roman es negar la realidad. Dado que ningún médico ha confirmado la muerte del magnate, para él todavía no está muerto, al menos «clínicamente hablando». Por eso se entiende que ya en el aeropuerto Roman sea el único que suba al avión. Para creérselo, necesita ver el cadáver de su padre con sus propios ojos.
Mientras que a Roman le cuesta lidiar más con la noticia, Kendall (Jeremy Strong) pasa antes a la acción. Al comienzo ambos comparten balbuceos e incredulidad, pero el primer heredero en la línea de sucesión tiene un carácter más pragmático. Kendall insiste en hablar con el piloto, llama a su secretaria para localizar a los médicos y finalmente le pide a Frank que sea sincero y le cuente si Logan está vivo o no. Es capaz de enfrentarse a la verdad. También será él quien salga de la habitación y, aturdido, con ojos llorosos y mocos en la cara, busque a Shiv para darle la noticia.
Cuando llega su turno de despedida, Kendall recibe el teléfono de manos de Roman. En sus palabras hay cariño, pero no hay perdón:
«No te rindas, ¿vale? Te pondrás bien. Que sepas que te queremos, papá, ¿vale? Te queremos. Te quiero, papá. De verdad. Te quiero, ¿vale? Y no pasa nada. Aunque hayas… Yo qué sé. No puedo perdonarte, pero eso. Pero… No pasa nada. Y te quiero».
A lo largo del capítulo, poco a poco, Kendall va aterrizando la visión estratégica, llega incluso a pedir perdón por estar pensando en detalles empresariales o logísticos. Llama a la calma y les hace ver a sus hermanos que es un día histórico. Hagan lo que hagan, serán recordados por ello.
Quizá para compensar esa efectividad y 'regalarle' un momento más emotivo, la última imagen del episodio es suya. Le vemos en la pista de aterrizaje, a varios metros del avión, manteniendo esa distancia insalvable con su padre (esté vivo o muerto). El cuerpo de Logan desciende por la escalerilla y Kendall, ahora sí, recibe ese dolor.
Lo primero que Siobhan Roy (Sarah Snook) dice cuando Kendall la busca con la cara desencajada es «¿Mamá?». Él le aclara que no, que el enfermo es Logan. Apenas cuarenta segundos más tarde, Shiv está en una habitación a solas con sus dos hermanos, con la noticia de su padre moribundo y con un móvil en la mano por el que le habla su exmarido.
En un primer momento, le cuesta entender qué está pasando. Les pregunta una y otra vez si ha muerto o no, hasta casi quedarse sin palabras. «Es raro, pero tú háblale», le dice Roman. Muy nerviosa, agitada, con las manos temblorosas, le hace caso:
«¿Papá? ¿Papi? Te quiero. No te mueras, por favor. Ahora no. Te quiero, puto… ¡Dios! No… No tiene perdón lo que… Pero… Mierda. No sé. Te quiero. Y no pasa nada. No pasa nada, papá. Tranquilo. Te quiero. Te…»
Cuando todos parecen estar digiriendo la noticia a su manera, Shiv les reprocha a sus hermanos no haberla avisado antes, siente que le han robado esos últimos minutos con su padre. Incluso Kerry, la amante de Logan, ha podido hablar más tiempo con él que su propia hija…
Otro momento importante que marca su reacción es su negativa a que el comunicado de prensa sea escrito por terceros. Ella protege el apellido y la presencia de los tres hermanos. La nota es escrita por su puño y letra en un papel que leerá frente a los medios. Estas ya son palabras mucho más meditadas, sólidas. Palabras pensadas para los mercados y no tanto para la persona: «Esta nación ha perdido a un campeón apasionado y a un titán norteamericano. Y nosotros a un padre al que queríamos».
Tras el discurso, Shiv abraza a Tom y esa noche los dos abandonan juntos el aeropuerto. Ella es la única de los tres que no se queda a ver cómo trasladan el cuerpo de su padre. Quizá a Logan no le gustaría el gesto, pero sabe que él ya no puede enfadarse.
La voz de Connor (Alan Ruck) quejándose de «la tarta loca» se cuela en la habitación del duelo por casualidad. De no ser por eso, a saber cuánto tardarían los tres hermanos en acordarse de que, en el fondo, los Roy son cuatro jinetes. Kendall y Shiv apartan a Con de la fiesta para contárselo. «Nunca me apreció» es lo primero que suelta. Lo segundo: «Nunca le hice sentirse orgulloso de mí».
La gran escena de este personaje, al que en el episodio anterior conocimos un poco más, llega con la conversación que mantiene con su prometida Willa. Deben decidir si cancelan la boda, aunque eso implique que nunca llegue a celebrarse. «Mi padre ha muerto y me siento viejo», se sincera él, que siente miedo ante la posibilidad de que ella, años más joven, le abandone.
Connor y Willa se casan, tienen su final feliz. Es una bonita forma de compensar a un personaje eclipsado por el carisma del resto. Para Con, seguir con el enlace es la manera de romper el vínculo con su padre y reivindicarse como un hombre que ya no necesita validación. En su caso, las acciones hablan más que las palabras.
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