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M.J. Carmona
Sábado, 8 de febrero 2025, 18:57
Marcos Tapia González (Salamanca, 1994) ha encontrado en el movimiento más cotidiano de nuestra era -el deslizamiento del dedo sobre una pantalla- el punto de partida para su obra. Su exposición 'Scroll', en La Barbería Tattoo Gallery, reflexiona sobre el impacto de la tecnología en nuestra percepción visual y en la propia pintura, fusionando óleo y acrílico con un lenguaje gráfico contemporáneo. «Parto del móvil como una excusa para pintar, para mí es una herramienta más de trabajo», explica el artista.
Desde 2013, cuando empezaba en la facultad de Bellas Artes de Salamanca, Tapia ha desarrollado un estilo propio en el que contrasta texturas: por un lado, la materialidad densa del óleo y, por otro, la pulcritud casi impersonal de las superficies digitales. En 'Scroll', todo gira en torno al gesto del deslizamiento: «Trabajo congelando los movimientos y luego los reproduzco, creando un archivo de gestos y de scrolls».
Al fin y al cabo la superficie de una pantalla es igual a la de un cuaderno. Esa repetición que todos hacemos -a veces incluso demasiadas horas al día de manera casi mecánica- se convierte en el hilo conductor del universo pictórico de este artista emergente. Un universo que, a simple vista, parece abstracto, pero que encierra capas de significado. «Lo que me interesa es cómo nos enfrentamos a las superficies; las pantallas y el tacto, esa manera de sentir con las manos donde todo es movimiento, espacio y diseño», explica Marcos.
Todo parte de ese movimiento que hacemos con el uso del teléfono móvil o de cualquier otro tipo de pantallas táctiles: «si solo mantienes el trazo se queda algo totalmente libre y genuino. En unas obras la composición es un scroll típico en vertical o en horizontal y en otras me gusta fusionar diferentes trazos, se crea una especie de cubismo muy interesante generando un trazo más roto».
El color también es clave en su obra: dominan los tonos azulados y rojos anaranjados. «El azul representa lo digital, lo frío. En cambio, el rojo es lo matérico, lo pictórico». Ese juego entre lo cálido y lo frío refuerza su diálogo entre la pintura tradicional y la actualidad tecnológica, dándole aún más sentido a la fusión de técnicas que representa.
El color evoca a una estética más 'pop', el trazo está congelado y sin atmósfera. Colocado frente al cuadro mientras explica su visión menciona a dos de sus influencias: la obra evoca un «paisaje acelerado» al estilo de Mark Rothko, lo indican las líneas horizontales. «La 'pantalla' que se superpone en la parte de arriba son como los relojes derretidos de Salvador Dalí, pero en mi caso, lo que se deshace es mi propio trazo, como cuando ya estás cansado de tantas horas frente a la pantalla».
La obra es una crítica a Salamanca y su falta de apoyo a los artistas, lo que, aunque dificulta el desarrollo, también permite mayor libertad creativa. Representa 'El cielo de Salamanca' invertido y donde destaca una sola estrella. Esta inversión es un recurso usado para abstraer conceptos y cuestionar la figuración. Aunque la ciudad no le inspira directamente, su entorno siempre influye en su trabajo. Un ejemplo es cómo la repetición, como la interacción fallida de un vecino con «Alexa», se convierte en un patrón para una de sus obras.
Tapia trabaja, como muchos artistas emergentes, enviando su obra a concursos y convocatorias. Sin embargo, denuncia la precariedad del sistema en la ciudad: «Si te seleccionan es un reconocimiento y cuentas con que se quedan la obra. Es una pena que, en lugar de valorar el arte, lo usen como negocio». Es un doble rasero ya que los concursos dan prestigio pero, en ocasiones, se usan para 'comprar' piezas de artistas: «Si el premio es de 5.000 euros se aseguran de que esa obra cueste 7.000 euros y si no hacen eso, hay otros intereses por contactos estrechos con esa picaresca tan española».
Por eso mismo, y por la falta de galerías en la ciudad, el espacio de La Barbería Tattoo Gallery ha sido clave para esta exposición y para todos los artistas emergentes que han pasado por allí. Se puede visitar hasta Marzo en el horario del estudio de tatuajes, teniendo así una experiencia doble; visitar la exposición de arte y observar en directo la realización de tatuajes. En el caso de Marcos, ha reunido piezas realizadas para diferentes certámenes y otras creadas específicamente para el lugar. «Están pintadas para exponer donde me dejasen», confiesa con honestidad.
Aunque su obra nace del mundo digital, Tapia tiene claro que la experiencia física del arte sigue siendo irremplazable. «Siempre voy a preferir la relación directa con las obras. Verlas en redes sociales no tiene nada que ver con experimentarlas en persona». Le inspiran artistas como Peter Halley – XIX Premio ARCO/Beep de Arte Electrónico en 2024-, Robert Ryman y Frank Nitsche, pero entre sus influencias artísticas y culturales tampoco faltan autores de la pintura clásica española como Goya: «disfrutar de todas las obras en directo es una experiencia inigualable».
Entre sus próximos proyectos pretende trabajar más sobre los pilares de la repetición y con el trazo digital, pero también explorar la animación, la escultura y la impresión 3D, no le tiene miedo a ninguna técnica. Asegura que su intención es exponer de nuevo en Salamanca y en otras ciudades, pero su mayor reto sigue siendo encontrar apoyos, por lo que seguirá aplicando a becas, residencias artísticas y más concursos para poder desarrollar la mayor parte de las ideas que ya tiene diseñadas pero que dependen de poder tener un mayor espacio o taller y más ingresos. «En Salamanca faltan ferias, open studios e incentivos. El panorama es lento, encorsetado y muy tradicional». Tapia cree que Castilla y León y Salamanca necesita mucha más inversión en arte: «El arte no es solo mercado, o no debería serlo. Por supuesto que quiero vivir de esto, pero también pienso que el arte es un bien necesario para crear sociedades mejores, más humanas y, de manera casi paradójica, más alejadas de las pantallas».
Aun así, no piensa rendirse: «Mi rol es muy simple: seguir mostrando mi trabajo y no desanimarme en el intento». Porque si algo ha aprendido del arte, es que todo es cuestión de insistir… y de seguir deslizando el dedo sobre la pantalla hasta encontrar algo nuevo.
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