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¿Quién dijo que hay que ir al sudeste asiático para probar la carne de cocodrilo o de canguro? Realmente, no hace falta recorrerse miles de kilómetros para degustar estas elaboraciones tan exóticas: en pleno centro de Salamanca, la taberna Galatea ofrece en su carta estos singulares platos. «Abrimos esto en 2002 con la idea de hacer cosas diferentes, me llamaban 'el bar de los pinchos raros'», recuerda Santi. Con la intención de plantear una propuesta innovadora surgió la idea de meter productos nunca vistos en Salamanca. «A la gente le sorprendió mucho», recuerda.
Bares con historia
Hamburguesas de cocodrilo, solomillo de carguro, erizo de mar, tiburón y hasta avestruz ha tenido en su exclusivo catálogo. «Ahora ya he ido quitando de la carta y sólo tenemos cocodrilo y canguro», asegura. La pregunta más repetida es de dónde saca esas especies tan poco habituales en el mercado nacional. «Cuando empezamos si que era mucho más complicado conseguirlo pero ahora es más fácil. El cocodrilo viene de Zimbabwe y el canguro de Australia, está perfectamente etiquetado», explica.
Después de más de veinte años en este mercado, incluso hay quien se pone en contacto con él para ofrecerle otro tipo de carnes exóticas pero no ve como opción «meter más cosas». Aunque con menos variedad mantiene la misma fama. «La gente se va muy contenta porque puede probar algo diferente y normalmente es lo que más se pide», añade Santi. Todo un éxito que ha sabido explotar con la inspiración y las nociones que adquirió en San Sebastián, la meca del pincho.
«Yo empecé en San Sebastián y ahí ves muchos pinchos y muchas ideas distintas. Cuando cogí esto después de dejar un restaurante también en Salamanca estaba convencido de querer hacer algo innovador», apunta. Y lo consiguió. Tanto que ahora ha ido perfeccionando las distintas elaboraciones para dar con la opción ganadora. Porque claro, ¿cómo sabes qué salsa le va bien al cocodrilo? «Yo pruebo todo, ahora me encargo de la cocina y haces prueba y error hasta que das con algo que encaja, aunque tengo muy buen paladar», reconoce.
Siempre ha estado detrás de la barra y lleva más de cuarenta años como camarero. Ahora, con 64, no concibe con prisa la jubilación. «Ya podría jubilarme pero es que me gusta estar aquí y quiero seguir mientras la salud me lo permite», subraya Santi. De hecho, desde que se ha introducido en la cocina su etapa en la hostelería es aún más gratificante. «Hace cinco años me metí yo en la cocina y que la gente te diga que está rico lo que haces produce una satisfacción increíble», asegura.
Dentro de lo peculiar que es encontrar en una carta de una taberna salmantina hamburguesa de cocodrilo o solomillo de canguro, cualquier pregunta relacionado con ello es igualmente singular. La que más se repite puede que sea de dónde lo saca, y después de tantos años, Santi ya se ha formulado su propia respuesta para, al menos, convertir esa cuestión tan repetida en un momento divertido. «Yo digo que el cocodrilo lo voy a pescar todos los días al Tormes», comenta entre risas. Pocos se lo creen, pero hay alguno que duda y es en esos pequeños segundos de incredulidad cuando Santi más disfruta.
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