El bar de Salamanca que prepara 500 kilos semanales de una jeta «exclusiva»

Un par de jamones colgados, una selección de vinos perfectamente colocada, una barra llena de pinchos y un desfile de platos de jeta. Esto sería una buena descripción de lo que se puede encontrar un día cualquiera en el Roda. Sin embargo, esa ligera definición no refleja lo que realmente es: un bar de toda la vida donde la cocina tradicional convence cada día a los habituales y sorprende a los que se topan de casualidad con este establecimiento con casi medio siglo de historia. «En total lleva abierto unos 44 años, pero yo llevo con el bar 30», explica Blas.

Dos tercios de la vida del bar a las espaldas de Blas. «Cuando lo cogí intenté que la esencia del bar siguiera igual, con comida casera y tradicional», explica. Aunque con la misma base, introdujo aspectos que han hecho del Roda una referencia. «Tenemos dos especialidades: la jeta, y el jamón», asegura. Al poco tiempo de tomar las riendas del bar, introdujo el jamón en la oferta gastronómica y ahora, tres décadas después, no se entiende el Roda sin el par de paletas colgando. «Al principio no se vendía ni una décima parte de lo que se vende ahora», explica.

Como maestro cortador de jamón, este embutido tenía que ser una de las estrellas del bar. Eso sí, no le quita el puesto al as de este establecimiento y la razón por la que es tan conocido en Salamanca: la jeta. «Fuimos los primeros de la zona en poner la jeta para llevar», comenta Blas. Una estrategia perfecta que, con el boca-boca, ha hecho que sea todo un éxito. «Este jueves hemos vendido unas 25 raciones de jeta sólo para llevar», asegura. Una cifra que no es de extrañar teniendo en cuanta la producción semanal: «Vendemos unos 500 kilos de jeta a la semana».

Pero, ¿qué tiene esta jeta para tener esta demanda? La respuesta es sencilla. En una ciudad donde la jeta es el pincho por excelencia, diferenciarse es primordial y no hay una igual a la del Roda. «Me la preparan exclusivamente para mí, yo digo cómo la tienen que adobar y cuánto tiempo tiene que estar y la traen especialmente para el bar», añade. Una explicación que resuelve el misterio y que justifica la popularidad de esta jeta en Salamanca.

Un bar de toda la vida: de barrio, de guisos tradicionales, de comida casera. Y un bar de los de ahora: con nuevos pinchos, una terraza renovada y una oferta de vinos cuidada. Lograr esa simbiosis entre lo de siempre y lo innovador es complicado. Sin embargo, Blas se esfuerza en conseguirlo. «Seguimos haciendo todo casero: los callos, las mollejas, la carne guisada, la oreja con tomate, las croquetas... ¡hasta la masa de las empanadas la hacemos nosotros!», asegura el hostelero.

La barra del bar da fe de esta afirmación. Como también se acoge a la verdad los cambios que han dado un lavado del cara al bar sin perder su esencia. «Todos los años meto pinchos nuevos y trato de ofrecer algo innovador», explica Blas. No sólo en la oferta gastronómica, sino también en el aspecto del bar. «Este año he cambio la terraza y la vajilla, por ejemplo, para dar un poco más de caché al bar», concluye.

La anécdota estrella del Roda tenía que estar relacionada con la jeta. Y es que esta elaboración es un bien preciado en cualquier sitio y en cualquier momento. «Hay gente que compra la jeta para llevarla a Madrid o a Valencia», asegura. La jeta del Roda traspasa las fronteras de Salamanca pero también se hace un hueco en los eventos familiares. «También me encargan jeta para comuniones», asegura. La magia de este plato tan charro: no hay lugar donde no apetezca.

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