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Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca Álex López
Salamanca no contada

La biblioteca más antigua de Salamanca que guarda tesoros centenarios de sabiduría

La Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca guarda numerosos libros y manuscritos y revela un universo bibliográfico que pocos conocen

Jueves, 25 de septiembre 2025, 14:59

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«Un recorrido simbólico hacia la sabiduría», frase que define a un lugar trascendental como es la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca.

Situada en el edificio histórico de las Escuelas Mayores, la primera sala se encontraba sobre la actual capilla de San Jerónimo, en el claustro bajo. Allí se protegía con las célebres pinturas del Cielo de Salamanca, de las cuales solo se conserva una parte trasladada a las Escuelas Menores a comienzos del siglo XX. Esa fue la primera biblioteca estable de la Universidad.

Durante siglos, el edificio estuvo limitado a la capilla, el claustro bajo, la escalera -concebida como un recorrido simbólico hacia la sabiduría- y la biblioteca, hasta que en el XIX se completó el resto tras la apertura de la plaza de Anaya. Con el tiempo, amplió sus funciones y se convirtió en la Biblioteca General de la ciudad. Desde la década de 1990 se orienta exclusivamente a la investigación y a la conservación del patrimonio bibliográfico.

Sala de investigadores

Sala de investigadores

En sus orígenes, esta sala funcionaba como espacio de lectura para los estudiantes y era más grande que la actual. En 1995 se redujo, ya que apenas se llenaba de estudiantes. A los investigadores que necesitaban consultar manuscritos o fondos especiales se les reubicó en un espacio acristalado -la pecera- que más tarde se transformaría en oficinas.

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Ese mismo año se optó por destinar la sala de manera exclusiva a la investigación, dado que la Universidad ya disponía de otras bibliotecas de uso general. Actualmente ofrece acceso directo a una selección de obras de referencia esenciales para el trabajo académico. A diferencia de otras bibliotecas, no permite el préstamo domiciliario, ya que su función principal es la conservación y la difusión del patrimonio bibliográfico de la Universidad.

Depósito

Depósito

El depósito se sitúa sobre una gran parte del paraninfo de la Universidad y corresponde a la ampliación del edificio realizada en el siglo XIX. Su estrcutura, de dos niveles, se construyó con hierro en el siglo XX, siguiendo la tendencia internacional de levantar depósitos bibliotecarios metálicos y cerrados, más seguros que los de madera frente a un riesgo de incendios. Conserva todavía un suelo de diseño hidráulico original de la década de 1940. Con el tiempo, se le han incorporado sistemas de iluminación controlada, alarmas y otras medidas de seguridad.

Fondo bibliográfico

La habilitación de este depósito fue necesaria porque la antigua sala resultó insuficiente para albergar la colección. Desde que la Biblioteca se trasladó de la sala del Cielo de Salamanca, su fondo creció de manera constante gracias a donaciones de antiguos escolares y catedráticos durante los siglos XVI y XVII. Un momento clave fue cuando, en el siglo XVIII, la expulsión de los Jesuitas decretada por Carlos III supuso la incorporación de más de 12.000 volúmenes procedentes del Colegio Real de la Compañía de Jesús, actual Universidad Pontificia.

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En el siglo XIX, la desamortización de Mendizábal sumó a la biblioteca libros procedentes de conventos y monasterios, aunque muchos se dispersaron entre ventas y coleccionistas. Al mismo tiempo, el crecimiento de nuevas facultades y la Ley de Propiedad Literaria impulsaron el fondo gracias al depósito legal, que obligaba a ingresar en la Universidad todo lo publicado en Salamanca. En esa etapa pasó a llamarse Biblioteca Universitaria y Provincial, denominación que mantuvo hasta 1983, cuando el depósito legal se transfirió a la Junta de Castilla y León y a la actual Casa de las Conchas.

Volumen y su procedencia

Actualmente, el depósito conserva más de 200.000 volúmenes. A este crecimiento contribuyeron no solo conventos y colegios religiosos, si no también los cuatro grandes colegios mayores salmantinos (Fonseca, Anaya, Cuenca y Oviedo -ya desaparecidos-) con sus bibliotecas, y los hasta 20 colegios menores para posgraduados -como Santa María de los Ángeles o Santa Catalina-, pasaron a engrosar el fondo universitario tras ordenar su cierre Carlos IV a finales del siglo XVIII.

Una reliquia bibliotecaria

Aunque la mayor parte de las obras ya está registrada en el catálogo colectivo en línea de la Universidad, se conserva como una auténtica reliquia el fichero topográfico original, que mantiene el orden físico de los ejemplares dentro del depósito.

Depósito de prensa

Depósito de prensa

Páginas del periódico La Victoria de Béjar, en 1936

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El depósito de la biblioteca conserva una parte donde guarda la prensa salmantina desde el siglo XVIII. En el año 1957, aproximadamente, se digitalizó a texto completo toda la prensa histórica de la provincia en la biblioteca virtual de prensa histórica.

Archivo histórico

Archivo histórico

Junto al depósito de la Biblioteca, la Universidad custodia también su Archivo Histórico. En él se conserva la memoria institucional de la Institución, desde sus orígenes en el siglo XIII hasta la actualidad. Los documentos más antiguos se remontan a 1243: una carta de Fernando II el Santo, rey de Castilla y León, en la que ratifica los privilegios concedidos por su padre Alfonso IX al fundar el Estudio Salmantino en 1218. Su hijo, Alfonso X el Sabio, otorgaría pocos años después la primera reglamentación general del Estudio.

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Alberga encuadernaciones en piel y pergamino, algunas expuestas al paso del tiempo y otras resguardadas en cajas de conservación. A diferencia de la biblioteca -que refleja la cultura universitaria a través de los libros de estudio-, el archivo recoge la historia administrativa y académica de la Institución. Entre sus fondos más valiosos se encuentran los Libros de Claustros, manuscritos que documentan las reuniones del profesorado desde los primeros tiempos, una de las principales fuentes para la invetsigación histórica de la Universidad.

Antigua librería

Antigua librería

Lo que se conoce como la biblioteca en sí es la antigua librería. Antes de tener la apariencia actual, a principios del siglo XVI con la construcción de la escalera renacentista, se levantó el único ala alta del edificio, conectando el claustro bajo con la biblioteca. La escalera era conocida como «la subida hacia la sabiduría», ya que conducía exclusivamente a este espacio. Aunque ha cambiado con el tiempo, conserva la reja y el arco de la puerta de acceso -acceso turístico de hoy-.

En sus inicios, la sala era más pequeña y tenía pupitres alrededor de la sala, cada uno con un libro sujeto con cadenas y bancos transversales en el centro. No existían las estanterías altas -se popularizaron más tarde, inspiradas en El Escorial-. Debido a defectos de construcción, parte de la bóveda se hundió en el siglo XVII, sepultando numerosos libros bajo los escombros.

Reconstrucción, ampliación y diseño

En el siglo XVIII, Carlos III autorizó su reconstrucción, con aportaciones económicas de diferentes fuentes. Una de las más destacadas la del papa Clemente XII, retratado en la sala. Otras partidas provinieron de la venta de hierro viejo de las cadenas y del papel de los libros deteriorados, motivo por el cual hoy solo se conservan dos libros con restos de las cadenas originales. La biblioteca fue reconstruida a doble altura, con cámara de aire, donde siglos después se encontraron números de revistas y la mano de Hermes, una de las esculturas de la sala.

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En cada una de sus cuatro esquinas, la sala cuenta con unas escaleras, llamadas rinconadas, que comunican con el piso superior. Las estanterías fueron diseñadas por la familia Churriguera, contemporánea a la construcción de la Plaza Mayor, reflejando un estilo barroco armonizado con el entorno.

Fondos y conservación

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La sala alberga eclusivamente unos 62.000 libros impresos antiguos (1501-1830). Tras la expulsión de los jesuitas por Carlos III, la llegada masiva de libros obligó a ampliar la biblioteca y organizar su fondo en 52 clases, según facultades: la sección principal combinaba teología y derecho, base de la Escuela de Salamanca de figuras como Francisco de Vitoria. Una sección menor correspondía a la Facultad de Artes, por donde pasaban todos los estudiantes antes de acceder a las facultades mayores, y que incluía asignaturas como música, matemáticas, historia, filosofía, literatura, latín, griego y geografía. Con el tiempo, se añadió la Facultad de Medicina.

Sala de manuscritos

Sala de manuscritos

Tras la emblemática fachada plateresca de la Universidad, donde se esconden la famosa rana y la calavera en la calle Libreros, se encuentra la Sala de Manuscritos -Santa Santorum-, un espacio que preserva manuscritos de los siglos X y XI e incunables. Los incunables son los primeros libros impresos de mediados del siglo XV que reproducen los manuscritos.

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El período de los incunables marcó la transición entre los códices medievales y los libros impresos modernos, combinando la tradición de los manuscritos con la nueva técnica de imprenta. La biblioteca histórica, por tanto, no solo conserva el patrimonio bibliográfico de la Universidad, sino que permite estudiar la evolución del libro desde la Edad Media hasta la modernidad.

Distribución y fondo

Los manuscritos se custodian en un ambiente climatizado que asegura su conservación, en un espacio donde el mobiliario dorado y el artesonado refuerzan la mezcla de arte y saber. Su fondo incluye unos 3.000 manuscritos y casi 500 incunables, concentrados en las primeras décadas tras la invención de la imprenta. Al acceder, destacan los armarios del siglo XVII pintados por Martín de Cervera: en uno se representa con humor un aula de teología, con alumnos distraídos ante un dominico que recuerda a Fray Luis de León, y en otro un aula de derecho, con un catedrático de toga roja y verde rodeado de discípulos atentos. La sala, habilitada en el siglo XVIII, conserva además estanterías del antiguo colegio jesuita y el célebre arca medieval del dinero de los títulos, con sus cinco llaves originales y reliquias tan singulares como una Torá de 43 metros y un manuscrito del siglo XV de Ptolomeo.

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Historia de un tesoro

La historia de los manuscritos de la Biblioteca refleja la evolución de la Universidad y de la monarquía española. Cuando Carlos IV cerró los colegios mayores, sus valiosos fondos pasaron a la Biblioteca Real de Madrid, dividida entre la privada Biblioteca de Cámara y la pública, de acceso abierto. Los manuscritos salmantinos quedaron en la Biblioteca de Cámara, donde recibieron nuevas encuadernaciones en el siglo XIX, hasta que en 1954, gracias al rector Antonio Tovar, regresaron a la Universidad como parte de un acuerdo vinculado al nombramiento de Franco como doctor honoris causa.

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Destaca el Liber canticorum et horarum, un libro de rezos en latín del siglo XI, con notación musical, dedicado a la reina Sancha y producido por monjes del reino de León. Sobrevivió a la desaparición de la liturgia mozárabe y recorrió monasterios y colegios mayores antes de retornar en 1954. Otros manuscritos del siglo X y XI completan esta colección única, que ha sido mostrada en exposiciones en Santiago de Compostela, la Biblioteca Nacional y próximamente en el Museo o Archivo de León.

El proceso de traslado de cualquier manuscrito para exposiciones es riguroso: requiere autorización del rector, tasación y seguro elevado, y supervisión de empresas especializadas. Al tratarse de patrimonio del Estado, el Ministerio tiene la decisión final.

Curiosidades

• El acceso a esta sala está restringido a visitas académicas e institucionales. Por ejemplo, los doctores honoris causa suelen ser conducidos hasta la biblioteca como parte de su recepción oficial.

• Entre los elementos más curiosos de la biblioteca destaca la colección de globos terrestres y celestes, adquirida y firmada por Torres Villarroel, quien los describió como «libros redondos y gordos».

• Entre las cuatro esculturas que adornan la sala destacan la Fortuna y la Desesperación, pero la que mejor captura la esencia del lugar es Hermes, o Mercurio, el dios griego mensajero y guardián de la información. Su presencia remite al siglo XVIII, cuando surgieron las publicaciones periódicas en la revista francesa Le Mercure. De aquel fenómeno editorial nació en España la tradición del «mercurio» como sinónimo de boletín informativo, y es precisamente de esta historia de donde toma su nombre el blog de la biblioteca: «El Mercurio de la Biblioteca», un juego de palabras que une la idea de publicación periódica con la figura de Mercurio, símbolo del conocimiento en movimiento.

Rodaje de la serie 30 monedas de Álex de la Iglesia el 19 de noviembre de 2019 en la antigua librería

¿Sabías qué...?

La antigua librería también ha servido como escenario de cine y televisión. En 2019 se rodó aquí la película Mientras dure la guerra, de Amenábar, durante tres días, y en 2020 se utilizó para la serie 30 monedas, de Álex de la Iglesia, donde representó algunas escenas con efectos especiales incluidos; el equipo estableció su cuartel general fuera de la sala. La elección del lugar fue decisiva tras evaluar el espacio de entrada a la sala de manuscritos.

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