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Miguel de Unamuno observando el paisaje Universidad de Salamanca

La carretera de Salamanca por la que paseaba Unamuno

El rector salmantino no se perdía su caminata, casi siempre en compañía, por la calzada que lleva a zamora

Paula Hernández

Salamanca

Sábado, 17 de mayo 2025, 19:22

Unamuno, carretera de Zamora adelante… Era aficionado al paseo, aunque ni disponía de muchos ratos para el ocio. Entre sus aficiones estaban la lectura (incluso en la cama), la tertulia, la papiroflexia y la fotografía. Algunas procedían de su infancia. Exprimía las horas, el tiempo que consume las vidas. Por encima de todas, posiblemente, los paseos, solo o en compañía (Atilano Coco, zamorano y presbítero de la Iglesia Anglicana en España, entre los más habituales). Paseaba por los soportales de la Plaza Mayor…y, sobre todo, por la carretera de Zamora. Porque lo bueno era hacerlo por las afueras, que dan perspectivas limpias.

Era costumbre bien arraigada. Dejaba atrás las últimas casas., humildes, de planta baja, Le ofrecía aire puro, algo que no encontraba en ciertos ambientes o espacios urbanos. Lo dejó por escrito. En prosa y en verso. Así, un soneto, datada en septiembre de 1924, durante su destierro en París. Apareció en «Nuevo Mundo», el 31 de octubre de ese año. El primer cuarteto dice: «¡Oh, clara carretera de Zamora, / soñadero feliz de mi costumbre, / donde en el suelo tiende el sol su lumbre / desde que apunta hasta que rinde su hora!». El segundo poema, escrito en la Salamanca de 1932, en octosílabos, ofrece esta imagen en sus primeros cuatro versos: «Carretera de Zamora, / cuesta arriba, cuesta abajo; los siglos me dieron la hora / de soñar, recio trabajo!».

Unamuno paseando por la carretera de Zamora con su mujer, Concha Lizárraga Repositorio Documental Gredos de la Universidad de Salamanca

La costumbre unamunesca, tan arraigada, llevó a Pablo Serrano a realizar en 1960 una escultura del vasco rector salmantino, que evocaba esos paseos, con las manos introducidas en los bolsillos. La tituló así: «Carretera de Zamora, ir y venir». Y el Museo de Salamanca guarda un cuadro, obra de Cecilia Martín, que refleja al autor de «El sentimiento trágico de la vida» y de «San Manuel Bueno, mártir» en su paseo por ese tramo de vía. La pintura parte de la lectura de los versos de Don Miguel.

Aquella estampa, entre urbana y rural, ha quedado desenfocada (perdida) por el paso inmisericorde del tiempo. Después de casi un siglo, de tantos cambios sociales y políticos, el urbanismo también ha modificado el paisaje. Hagamos, por un momento, ficción: ¿Qué pensaría un Unamuno redivivo de la actual carretera de Zamora, antigua Vía de la Plata, irreconocible, interrumpida o coronada por tantas rotondas y glorietas?

No hay motivo para que asegurar que despotricaría.

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