El control de la 'falsa' ZBE de Salamanca: un coladero de 8.000 coches contaminantes
Las primeras semanas del acceso a la zona peatonal desvelan que sólo un 20% de los vehículos que acceden al área que se limitará por contaminación tiene la etiqueta más 'limpia' y uno de cada diez ya no podría entrar
Un centro histórico con un mínimo de 8.000 coches menos es posible en Salamanca. Ese es el horizonte que marca la futura aplicación de la Zonas de Bajas Emisiones, que no será efectiva hasta 2029, pero que vistos los datos actuales obligará a un importante espurgo de vehículos. El motivo, el reducido número de vehículos que cuentan con las etiquetas más limpias de la DGT, las que garantizan acceso permanente, y el alto volúmen de los que circulan y tienen más de 25 años a sus espaldas.
La puesta en marcha del renovado control de acceso a las calles peatonales en el centro de Salamanca es la antesala de lo que, dentro de muchos años, será la ZBE si es que no hay cambios en los planes del Gobierno y de Tráfico. El perímetro peatonal en el que hay límites para acceder en coche coincide con el primer círculo de la futura Zona de Bajas Emisiones donde las limitaciones se harán por el nivel de contaminación de los vehículos.
Toca esperar, porque la norma determina que las limitaciones se regirán por las etiquetas de la DGT, que se van a cambiar para que se adapten más a la realidad. Pero tomando hoy estos distintivos como referencia, muchos vehículos que están circulan por el centro histórico de Salamanca no cumplen.
El Ayuntamiento de Salamanca asegura que la circulación en el centro peatonal se ha reducido con el nuevo sistema de control y que son unos 10.000 los vehículos diferentes que transitan por estas calles; cuando se diseñó la nueva zona peatonal y futura ZBE se contabilizaron hasta 20.000 al día y 30.000 tránsitos.
Ahora, y según los datos facilitados en la comisión de Policía, sólo un 20% de los más de 10.000 coches que circulan al día por el perímetro interior de la capital cuentan con etiquetas ECO o '0', las únicas que garantizan el acceso a futuro. Son aquellos eléctricos o híbridos más desarrollados y con menos emisiones, cuyo número es reducido en el parque.
El precio de los coches 100% eléctricos y el parón de las marcas en la electrificación no augura un aumento significativo de este tipo de propulsiones, a las que les falta también una mayor infraestructura de recarga pública, escasa en la capital.
Esta situación tiene un reverso, y es la veteranía de la mayoría del parque que circula con la zona monumental, con un tercio de vehículos tan veteranos que sólo pueden aspirar a la etiqueta B o que directamente no tienen derecho a obtenerla; la ordenanza contempla un nivel 'A' que no corresponde con ninguna etiqueta, sino con aquellos vehículos que no pueden obtener distintivo ecológico alguno, que serán los primeros en quedarse fuera. El reparto es el del gráfico superior, que incluye un 6% del capítulo desconocidos, vehículos oficiales de cuerpos del Estado, vehículos extranjeros y posibles errores de lectura.
Según los datos de aforos, el 9% de los coches que han circulado en los tres meses de pruebas de la zona peatonal, y que están identificados por las cámaras que leen matrículas, no tendrían derecho a etiqueta y serían los primeros en ser excluidos, el 1 de enero de 2029; si se mantiene el ritmo actual de acceso, serían unos 2.000. Y otro 25% sólo tendría derecho a la etiqueta B y estarían fuera en 2034, dentro de diez años, otros 5.000 coches.
El problema es que muchos serán de vecinos empadronados en el centro, que tienen garantizado el acceso, igual que los vehículos de carga y descarga que, se modernicen o no, podrán pedir autorización para hacer su trabajo.
Así que, salvo cambio radical de las normas y de la composición del parque móvil de la capital, con más coches electrificados, el centro histórico tiene números para seguir siendo un coladero de coches contaminantes, ya que las autorizaciones van a seguir existiendo y las primeras cifras obtenidas por las cámaras azules demuestran que buena parte de los vehículos que circulan por el casco antiguo lo hacen con un nivel de emisiones elevado.