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Una vecina de Salamanca ha reclamado al ayuntamiento 50.000 euros en concepto de daños crónicos a su salud tras meses sufriendo los ruidos de las barredoras y sopladoras que los servicios municipales usan para la limpieza de calles y parques. La denunciante «suplica» al consistorio que cesen los ruidos provocados por esta maquinaria que lleva denunciando durante más de un año y que, asegura, han mermado su salud y vida profesional ya que estaba preparando unas oposiciones.
El asunto se remonta al verano de 2023 cuando la denunciante llama a la Policía Local para quejarse por los ruidos que hacen las máquinas barredoras en un tramo de la avenida de Salamanca. El contacto telefónico se produce a las 7 de la mañana y explica que la maquinaria lleva circulando por la zona desde las 6 de la madrugada. Un ruido tan elevado que, dice, se escucha a kilómetros de distancia en horario nocturno.
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En aquella primera visita, los agentes no pueden constatar si se producen ruidos porque, cuando llegan, la maquinaria ya no está en la zona. Sin embargo, la denunciante repitió queja que se hizo llegar a la empresa concesionaria para intentar una solución.
A finales de noviembre, la Policía Local acude de nuevo al lugar de la denuncia porque una persona, móvil en mano, está grabando el trabajo de una máquina barredora a la que impide el paso en lugar coincidente con el de las denuncias.
En enero de 2024, la denunciante vuelve a reclamar la presencia de la Policía Local y la patrulla levanta un atestado en la que la mujer declara que el ruido de las barredoras no ha cesado, que le provoca ansiedad porque no puede concentrarse en el estudio de unas oposiciones. En ese momento asegura sentirse «desprotegida» porque «nadie me da una solución».
Desde el consistorio se le responde que el servicio de limpieza y recogida de residuos tiene unos itinerarios y horarios determinados, pese a lo cual se indicará a la empresa que limite los ruidos y varíe las trayectorias de la maquinaria que barre las aceras.
En marzo, la denunciante vuelve a dirigirse, esta vez a la concejala de Medio Ambiente, María José Coca, para expicar la situación en una extensa carta. En el escrito denuncia que ha perdido un año de estudio y lo invertido en una academia y que el ruido de las barredoras le provoca taquicardias y un pitido constante en los oídos que le limita por la ansiedad que le produce. En este escrito formula la petición de 50.000 euros a Medio Ambiente, a la empresa concesionaria y a la Policía Local.
En la resolución del área jurídica se desestima la petición.
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