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Fuerte, decisiva e imparable, un ejemplo de superación. Tras vencer al cáncer a sus 50 años, Sonia ya es una de las miles de supervivientes de cáncer en España. «Es duro pero se puede, somos más fuertes de lo que creemos».
Todo comenzó hace diez años, en el 2015, cuando se notó un bulto en el lateral de una mama que le dolía bastante. Acudió a revisión de patología mamaria donde le hicieron una mamografía y una ecografía en la que no vieron nada preocupante. Aún así, le dijeron que le harían una revisión al año para controlar cualquier crecimiento o cambio. Tras pasar estas revisiones año tras año, en 2020 no pudo realizarla a causa de la pandemia.
Fue en junio de 2021 cuando la citaron de nuevo para hacer la revisión anual. «Durante la ecografía, el radiólogo se entretuvo bastante más en una de las mamas y empecé a ponerme nerviosa». Entonces, le mandó una biopsa con todo lo que ello conllevaba «vas pensando que puede haber algo malo». A los siete días le dieron el resultado «tenía cuatro focos con dos tumores malignos, un tumor in situ y otro infiltrante y lo mejor era hacer una bastectomia radical, es decir, quitar toda la mama».
Sonia
Sueprviviente de cáncer
«Nunca sabes cómo puede evolucionar, puede ir todo bien o puede que no. Pensé que mis hijas iban a tener que pasar por una etapa larga y dura, viéndome mal. En mi entorno nadie se lo terminaba de creer porque no había tenido ningún síntoma más en seis años». Sus hijas han sido el motor en su lucha «tenía que estar bien por ellas».
Lo primero, apunta, es aceptarlo y lucharlo sin pensar en lo que vendrá porque no se sabe. En su caso tuvo suerte porque no le tuvieron que dar quimioterapia o radioterapia. En cuanto a cambios físicos, «lo primero es el verte después de la operación». Le hicieron una mastectomía con reconstrucción. «La primera vez salí del hospital con los drenajes y una venda ajustada. A los tres días, ya podía llevar un sujetador quirúrjico, me quitaron las vendas y cuando me ví en el espejo de casa se me cayó todo. Estaba llena de cicatrices, me agarré a mi marido y me eché a llorar. Pensaba »ya no soy yo«. La etapa post operación fue dura porque no podía dormir, me dolía mucho la espalda, estaba incómoda continuamente».
El apoyo de su familia y amigos ha sido fundamental «al final el dolor va por dentro porque eres tú la que está pasando la enfermedad pero también afecta a tu alrededor. Toda la ayuda que me han brindado mi marido, mis hijas y mis amigas fue fundamental para poder convivir con ello y sobrellevarlo».
A Sonia la vida le ha cambiado en todos los sentidos. «Lo único positivo que saco de todo esto es el hecho de que me hayan mandado ir al gimnasio porque me anima y me activa. Antes como mucho salía a caminar y he descubierto algo que me da vida y me ha hecho conocer gente».
«Hay que seguir luchando y pasar todas las revisiones, sin excepción ni miedo aunque sea inevitable pensar que puede volver». Además, afirma que los pacientes necesitan más información porque no es suficiente. En su caso, cuando se lo diagnosticaron, pasó por tres consultas y cirujanos distintos y cada uno lo explicaba de una manera. «Tenía que preguntar yo porque no lo explicaban y uno de ellos me contestó: ¿A usted no le han dicho ya que tiene cáncer?» Señala que algunos médicos no tienen empatía y no le explican al paciente las consecuencias que puede tener lo que le van a hacer«.
«Nunca pensé que iba a ser tan fuerte si me llegaba a tocar a mí. Mi madre falleció a causa de dos tumores y nunca pensé que si a mí me pasaba yo sería tan fuerte pero tiré hacia adelante y no dejé de hacer actividades que me animaban».
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