La donación de óvulos: un proceso cada vez más habitual entre las mujeres jóvenes de Salamanca

Mientras que la donación masculina es un tema del que se puede hablar sin tabúes y prácticamente sin problema, con la donación femenina no siempre es así, ya sea por desconocimiento, por temor a lo que piense el resto de uno mismo o porque simplemente es un tema que no se ha planteado. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que deciden ayudar a parejas o a madres que quieren tener hijos y lanzarse al mundo de la donación de óvulos.

En Salamanca, son muchas las mujeres que acuden a las clínicas de reproducción asistida para realizar este proceso que requiere el esfuerzo y el compromiso de la donante durante algunas semanas, ya que son muchas las pruebas que deben realizarse para que el proceso sea lo más exitoso posible.

Por eso, en una de las clínicas de la ciudad han indicado el paso a paso que debe seguirse durante el mes y medio o los dos meses que dura el tratamiento, los requisitos que tienen que cumplirse o las posibles dudas que puedan llegar a surgir.

El primer requisito es que la mujer que va a donar sea menor de 35 años, aunque la mayoría de clínicas cogen a mujeres menores de 30 porque «a partir de los 28 ya empieza a decaer un poco la fertilidad. Cuanto más jóvenes mejor porque la calidad ovocitaria es mejor», nos explica la médica de una de las clínicas.

Además, se piden cosas básicas como no fumar más de 3 o 4 cigarros al día, no consumir drogas y alcohol, no tener enfermedades infecciosas o genéticas, e incluso algunos aspectos relacionados con el peso, ya que se recomienda tener un Índice de Masa Corporal normal.

Hay que rellenar un formulario con información básica como el grupo sanguíneo, la etnia, si existen antecedentes familiares de alguna enfermedad importante, si se mantienen relaciones sexuales de riesgo... Y ya a partir de ahí se hace una entrevista psicológica para que los médicos conozcan a la posible donante, además de llevar a cabo una revisión ginecológica para ver que todo está en orden.

Si todo está bien, se hacen unas pruebas de sangre donde se analizan las Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS), las enfermedades genéticas y ciertos parámetros que ayuden a saber que la mujer que va a donar está bien de salud y no se van a tener problemas durante el proceso o la intervención. Y una vez que se tienen todos los resultados, que suelen tardar entre 4 y 5 semanas, comienza el proceso de donación, aunque no sin antes firmar «un contrato de colaboración con la clínica donde se da el consentimiento».

Ese proceso comienza con una ecografía y con la administración, por parte de los sanitarios, de una medicación que debe inyectarse la propia paciente. Y durante ese tiempo, «se hacen dos o tres ecografías para ver cómo van creciendo los folículos e ir midiendo para, cuando la ovulación esté próxima, hacer la extracción».

Esta extracción se realiza en el quirófano bajo una sedación o una pequeña anestesia, dependiendo de la clínica, «en la que entras y sales despierta, aunque algo mareada», y en 1 hora la donante ya puede volver a su casa «para hacer vida completamente normal». Y es precisamente en ese momento cuando se le da a la donante la prestación económica, que suele ser de unos 900 euros.

En algunos centros, la ovodonación únicamente se realiza de donante a receptora. Es decir, que solo se dona cuando la mujer que necesita los óvulos es compatible con la donante. Sin embargo, también hay clínicas con bancos de óvulos donde, una vez que se realiza la extracción, los óvulos se congelan y se venden a otras clínicas cuando los necesiten.

Además, al finalizar el proceso, lo habitual es que la donante reciba una prestación económica debido a las molestias que se hayan podido ocasionar durante esas semanas. La cifra suele variar entre los 800 euros y los 1.000 euros, dependiendo de la clínica, aunque en Salamanca suele oscilar alrededor de los 900 euros, algo que llama la atención de muchas mujeres y deciden ser donantes de óvulos porque necesitan el dinero.

En cuanto a la demanda, sí que hay porque «aunque cuesta mucho dar el paso hacia la ovodonación porque nadie quiere renunciar a la fertilidad biológica», muchas mujeres no tienen muchas más opciones que la fecundación in vitro o la reproducción asistida. Y en cuanto a las mujeres que quieren donar, «hay épocas que más y otras que menos», pero siempre hay alguien dispuesto a comenzar el proceso.

Algo que se suele preguntar mucho en las consultas es el tema de echarse para atrás antes de realizar la extracción de los óvulos. En este casi, si la posible donante comienza el proceso y decide abandonar por algún motivo, habría que correr con el gasto total. Sin embargo, si lo que ocurre es que la posible donante no es viable para el proceso, simplemente se abandonaría y la mujer no correría con ningún gasto «porque ahí no se puede hacer nada».

Y otro de los aspectos que más dudas se generan entre las mujeres que van a donar tiene que ver con el hecho «de tener hijos por ahí, en algún lugar, por eso es una de las preguntas que se les hace. El cómo se plantean la donación en unos años, aunque a la mayoría de la gente le da igual porque sino no lo harían. No les suele preocupar mucho ese tema».

La máxima de la Ley de Reproducción Asistida tiene que ver con el anonimato de los donantes y explica que «los datos de las mujeres que han donado solo se pueden revelar bajo orden judicial cuando esté en riesgo la vida del niño que viene al mundo por esa donación y el hecho de revelar los datos suponga que se le salve la vida, de algún modo o de otro, a ese niño».

Además, lo que se prima en las clínicas es la protección de las donantes, por eso no se les suele citar a la misma hora que a la mujer que sea compatible con ella, aunque «en la sala de espera haya mucha gente que viene a muchas otras cosas», pero nadie sabe a qué va el resto de pacientes.

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