Casi dos meses de espera para psiquiatría en Salamanca mientras la demanda sigue creciendo
En tiempos donde la salud mental importa más que nunca, muchos salmantinos viven la frustración de tener que esperar meses para recibir la ayuda profesional que realmente necesitan
En los últimos años, tratar el tema de la salud mental se ha vuelto muy común. Se habla de ansiedad, depresión, estrés y de la importancia de cuidarse, pero en Salamanca esa visibilidad muchas veces choca con la realidad. Los recursos públicos no son suficientes, las plantillas están saturadas y los pacientes tienen que esperar mucho tiempo para recibir ayuda. Además, la idea de que «ya se está atendiendo» la salud mental hace que a veces no se vea la necesidad real de reforzar los servicios.
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Según la plantilla oficial del Complejo Asistencial de Salamanca, en 2024 hubo 16 psicólogos clínicos y 27 psiquiatras para toda la población, lo que hace que la espera media para una primera consulta de psiquiatría sea de 48 días. Asimismo, según el Procurador del Común de Castilla y León, esta espera se alarga hasta los 12 meses en algunos casos. De esta manera, la falta de profesionales y la alta demanda de los pacientes hace que, recibir ayuda a tiempo, sea todavía más difícil.
Cada día, muchas personas que buscan ayuda viven la frustración de tener que esperar varias semanas para recibir orientación o tratamiento, y la saturación también hace que sea difícil dar un seguimiento continuo, lo que implica que muchos de esos problemas empeoren mientras los pacientes siguen esperando. Personas con ansiedad, depresión o crisis puntuales tienen que enfrentarse a la incertidumbre, y algunas llegan a abandonar la búsqueda de ayuda incluso antes de ser atendidas.
En Salamanca, la diferencia entre lo que se dice y lo que realmente reciben los pacientes es evidente. A pesar de que se hable mucho de la importancia de la salud mental y se multipliquen las campañas de concienciación, muchos ciudadanos siguen atrapados en unas listas de espera eternas. Y es justo esta brecha la que muestra que es realmente urgente reforzar los servicios públicos y asegurarse de que nadie quede sin atención cuando más lo necesita.
Los psicólogos privados, la salida ante la saturación
Frente a la saturación de los servicios públicos, muchos salmantinos buscan alternativas privadas para recibir atención de salud mental. Los psicólogos privados, las terapias online y las asociaciones locales se han convertido en una de las salidas porque permiten unas citas más rápidas y un seguimiento continuo, aunque su precio puede ser alto y no todos pueden permitírselo. Además, muchos pacientes sienten que acudir a lo privado les da más seguridad y confianza, especialmente cuando han tenido que esperar semanas o meses en el sistema público.
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Cada sesión puede superar los 50 o 60 euros, lo que hace que estas alternativas no sean accesibles para aquellas personas que tienen menos recursos. La desigualdad económica influye directamente en quién puede recibir ayuda y quién sigue esperando en el sistema público, lo que provoca que quienes más lo necesitan a veces queden desatendidos, y que aumente la presión sobre familiares y amigos que intentan apoyar a los pacientes mientras ellos esperan atención profesional.
Las terapias online también han crecido en los últimos años. Hay algunas plataformas digitales permiten recibir atención desde casa, con sesiones por vídeo o chat, lo que les ahorra tiempo a los pacientes y hace más fácil el acceso a quienes viven lejos o tienen problemas de movilidad. Aun así, estos servicios no siempre garantizan un seguimiento constante ni reemplazan la atención presencial, especialmente en casos graves o crisis emocionales.
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Además, existen varias entidades como el Servicio de Asistencia Psicológica Sanitaria (SAPS) de la Universidad Pontificia de Salamanca, que ofrece atención psicológica tanto a población adulta como infanto-juvenil, abordando problemas como la depresión y la ansiedad; o el Servicio de Psicología de la USAL, que ofrece atención gratuita a los estudiantes con problemas de ansiedad, depresión o dificultades emocionales y donde se pueden solicitar citas individuales, participar en talleres de gestión del estrés y asistir a grupos de apoyo.
Cuidar la mente, una necesidad urgente
Cuidar la salud mental no es solo atender problemas cuando aparecen. Es crear espacios seguros, promover el bienestar y educar para reconocer emociones. Es aprender a escuchar, a acompañar y a dar importancia a aquello que muchas veces se invisibiliza, el equilibrio emocional. De esta manera, implica también fomentar unos hábitos de autocuidado, unas relaciones saludables y ciertas estrategias para afrontar el estrés y la incertidumbre de la vida cotidiana, y que muchas veces no se conocen.
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La salud mental afecta cada aspecto de la vida: cómo nos relacionamos, cómo trabajamos o estudiamos, cómo tomamos decisiones y cómo disfrutamos del día a día, e ignorarla o relegarla a un segundo plano tiene unas consecuencias para quien la sufren y para el resto de la comunidad. Una persona que recibe apoyo aprende a gestionar sus emociones y encuentra acompañamiento, por lo que no solo mejora su propia vida, sino que también contribuye a un entorno más saludable y solidario.
Por eso, invertir en salud mental significa invertir en calidad de vida, en cohesión social y en oportunidades. Significa reconocer que sentirse bien, poder hablar, ser escuchado y contar con recursos adecuados no es un lujo, sino que es un derecho fundamental. Significa educar a la sociedad para derribar estigmas, fomentar la empatía y priorizar el bienestar emocional desde la infancia hasta la adultez. Además, cuidar la mente ayuda a prevenir situaciones más graves como el aislamiento, la desmotivación o el abandono académico o laboral.
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Una sociedad que cuida la salud mental ayuda a que las personas sean fuertes, puedan superar problemas, trabajar en equipo y vivir mejor juntas. Al final, la reflexión es clara y urgente: atender la salud mental no puede esperar. Cuidar la mente es responsabilidad de todos, y una necesidad social que influye en cómo vivimos hoy y cómo será nuestro futuro, requiere atención, recursos y el compromiso de toda la comunidad. Solo actuando juntos se podrá garantizar que nadie quede atrás y que todos tengan la ayuda que necesitan.
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