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El pasado 30 de mayo echaba el cierre la tienda de Cocinas y Baños Juan Miguel, en pleno corazón del barrio de Garrido, uno de los establecimientos emblemáticos de esta zona de Federico Anaya regentada por Juan Miguel Hernández, que después de más de 50 años de vida laboral ha decidido que ha llegado el momento de bajar definitivamente la persiana.
«Cuando empecé a trabajar tenía 17 años, me faltaba poco para cumplir los 18. Empecé en Saneamientos Lubillo, empresa en la que estuve hasta que me licencié de la Mili; y el día 1 de mayo de 1976 empecé a trabajar en IMSA, (Importadora Salmantina)», comenta este emprendedor salmantino que a base de esfuerzo y saber tratar a las personas ha logrado ganarse el cariño de todos sus clientes. En IMSA estuvo alrededor de 14 años, hasta que el 25 de agosto de 1989 decidió poner en marcha su propia empresa que ahora ha liquidado tras 34 años al frente de su negocio familiar y más de 50 años en activo. Se ha jubilado con 70 años.
Cocinas y Baños Juan Miguel surgió como una empresa familiar en el número 66 de Federico Anaya, en pleno barrio de Garrido, donde muy pronto se hizo con el cariño de todos los vecinos y compañeros empresarios de la zona. Y allí comenzó su andadura aprovechando que en aquella época se construían muchas viviendas en Salamanca y los constructores necesitaban empresas eficientes y rápidas para instalar las cocinas y los baños. Pronto se ganó también la confianza de muchos clientes particulares, no solo en Salamanca, sino también en muchos otros sitios de España.
Tras más de 17 años de continua expansión de su negocio con un nombre ya ganado en Salamanca por la calidad de sus cocinas y de su trabajo, el magnífico trato con sus clientes, y movido por su espíritu emprendedor, Juan Miguel Hernández decidió dar el salto y en 2006 abrió una nueva tienda de cocinas de alta gama en la Avenida de Portugal. La cosa no quedó ahí, y poco después decidió aprovechar la ocasión y en 2007, en lo que había sido una antigua tienda de cocinas en la Carretera de Ledesma, montó otro establecimiento con exposición de muebles de cocina. «En esos años la economía iba muy bien y decidimos invertir y expandir el negocio», comenta, aunque lamenta que en poco tiempo llegó la crisis y le fue imposible mantener las dos nuevas tiendas que había abierto, «en 2009 tuve que cerrar la de la Carretera de Ledesma, y en 2010 la de la Avenida de Portugal». En sus buenos momentos, la empresa de muebles de cocina y baño de Juan Miguel llegó a tener 9 empleados además de colaboradores autónomos.
Y es que eso de las crisis siempre la ha tocado de cerca, aunque no de la misma manera, ya que al poco de empezar su negocio propio en 1989, llegó la crisis del 1992, «pero esa a nosotros casi no nos afectó nada. En aquella época había mucha construcción y siempre salía trabajo en las nuevas viviendas», relata el empresario. «Hemos tenido la suerte de trabajar con constructores muy importantes como los Huidobro y poníamos cocinas y baños en bloques enteros y en urbanizaciones. En Villamayor hicimos tres urbanizaciones enteras y tuvimos trabajo durante una buena temporada, porque además de las cocinas, cada chalet llevaba baños con dos cabinas, bañera hidromasaje… de todo», afirma Juan Miguel Hernández que sitúa esta actuación a finales de los años 90. «En aquella época se hicieron promociones muy grandes y tuvimos la suerte de trabajar en algunas durante bastante tiempo» señala.
Además, este empresario enseguida logró una amplia cartera de clientes no sólo en Salamanca, sino en toda la provincia y fuera de ella y sobre todo en Madrid, «donde hemos trabajado muchísimo, y hasta hace bien poco porque alrededor de Semana Santa montamos la última cocina allí. Pero también hemos instalado nuestras cocinas en el norte de España, como en Santander, también en Marbella…. yo que sé, hasta en Huelva».
A lo largo de estos 34 años al frente del negocio familiar, Juan Miguel Hernández comenta que el estilo de las cocinas ha cambiado mucho con el paso de los años. «Antes gustaban otro tipo de cocinas, más de madera, más estilo rústico. Después ya se ha ido tendiendo a algo más funcional, más moderno» comenta, asegurando que lo que no ha cambiado en estos años es que a la gente le gusta tener calidad en su cocina, «en eso no racanea la gente. Al menos nuestros clientes, que sabían que nosotros teníamos material de calidad. Nosotros nunca hemos competido a base de precios baratos, una cocina por tanto o cuanto…, y ofreciendo chollos de no sé qué…», una actitud, la de ofrecer la máxima calidad posible, que ha mantenido a lo largo más de tres de décadas y que ha hecho que la confianza de los clientes en su trabajo haya corrido de boca en boca».
Juan Miguel siempre ha contado con el apoyo y la ayuda incondicional de su mujer, Paz, que ha sido una pieza clave en el desarrollo del negocio, una más en la empresa. Y también su hija Cristina, que aportó savia nueva al negocio y durante casi dos décadas reforzó el buen trabajo de sus padres . Además, otros familiares han trabajado años con Juan Miguel en la empresa. Pero no habrá continuidad. El negocio cierra y dice adiós de forma definitiva
Un cierre que, desde que se conoció en el barrio de Garrido, generó una ola de muestras de cariño interminable. «Desde que pusimos el cartel de liquidación por jubilación y se iba enterando la gente, todos los días entraban un montón de personas a la tienda para despedirse, darte las gracias y desearte lo mejor. Es cuando te das cuenta del cariño que te tiene la gente, que te ha visto allí tantos años y a la que siempre que se ha podido se le ha echado una mano. Ahora tienen que entender qué algún día nos tenía que tocar descansar, porque ya hemos trabajado mucho», afirma.
Sin embargo, Juan Miguel Hernández asegura que aún no ha asimilado muy bien eso de la jubilación. «Se metió el verano, hemos estado haciendo algunas cosas en casa, hicimos unas etapas del Camino de Santiago y en agosto hemos estado en el pueblo…. La verdad es que ahora será cuando empiece a darme cuenta de que entramos en una nueva vida y no hay que ir a tienda», sentencia Juan Miguel.
Seguro que pronto empezará a disfrutar como se merece de esta nueva situación un hombre al que todo el mundo califica con solo dos palabras, buena gente.
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