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F. Oliva
Miércoles, 11 de octubre 2023, 13:23
Unas escaleras con cerca de cien años de 'trote' y una larga historia de desperfectos apuntan a ser el próximo elemento de la Plaza Mayor de Salamanca que reciba una puesta a punto que necesitan. Se trata de la escalerilla de Pinto, la de salida por el arco del Pan o Panaderos hacia los antiguos portales de Los Villares, con una profusa historia de resbalones y en mal estado después de un siglo de uso.
Según ha trascendido en la comisión municipal de Fomento y Patrimonio, el Ayuntamiento de Salamanca ha presentado a la Junta y a la Comisión Territorial un proyecto para poder actuar en las escaleras. Según los últimos datos disponibles, datan del año 1930 y desde entonces no hay constancia de modificación alguna, aunque sí se retiraron algunos elementos de sus escalones, como un kiosko.
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Las escalerillas de Pinto están entre los accesos que más tránsito soportan para entrar y salir de la Plaza Mayor. Dan, como el resto de las escalinatas de la plaza, hacia el Mercado y la plaza del Poeta Iglesias. En la actualidad, su estado de conservación es malo, con numeroso desperfectos y falta de material por el mucho uso que tienen; cuentan con un pasamos central y su material agarra bastante.
La escalinata tiene una historia peculiar. Fue proyectada en 1887 para sustituir a la cuesta original, que se encontraba en mal estado. El proyecto fue liderado por el arquitecto municipal, Manuel Pérez González, que decidió usar en el presupesto piedra artificial de la empresa La Progresión de Bilbao, por ser de mayor fortaleza, duración y mejor aspecto que la de granito, además de más barata.
Las obras se iniciaron en 1888, con dos tramos de escalera y un descansillo central; duraron un mes, pero pronto empezaron las quejas. Las primeras, por no utilizar granito de la tierra y artesanos salmantinos para labrarlo. Rápidamente aparecieron graves defectos constructivos y los resbalones que se producían.
Los tramos resultaban estrechos y la escalera muy pendiente y en apariencia poco dura para poder aguantar el fuerte tránsito de la zona, además su superficie resultaba tersa y resbaladiza lo que ocasionaba frecuentes accidentes: hasta 83 viandantes afectados en pocos días, lo que originó una feroz campaña en prensa para cambiarlas.
A lo largo de 1888 el arquitecto municipal reconoció los fallos del proyecto y se procedió a modificar la escalinata, ya con piedra granítica natural de Salamanca, que se inauguró en julio de aquel año. El asunto le acabó costando el puesto al arquitecto, que fue cesado en 1889. La escalera fue reparada en 1930 con la sustitución de los peldaños y no se conocen más modificaciones desde entonces.
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