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Cercado protegiendo uno de los parterres de la calle Zamora. Álex López
La falta de civismo obliga a proteger con cercados los parterres de la calle Zamora

La falta de civismo obliga a proteger con cercados los parterres de la calle Zamora

Treinta años después de su peatonalización, la pugna por los distintos usos de esta vía comercial y el desconocimiento de los beneficios de la nueva vegetación lleva al Ayuntamiento a tomar medidas para resguardar las plantas que no estaban siendo respetadas

Ana Carlos

Salamanca

Miércoles, 31 de enero 2024, 08:12

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Vehículos de carga y descarga, cientos de peatones, terrazas y mobiliario urbano compiten cada día por el espacio público en la calle Zamora, en la que desde hace unos meses hay un elemento más en liza: el conjunto de parterres creados dentro del LIFE Vía de la Plata. Ante el asedio de personas, perros y vehículos que no respetaban la vegetación, el Ayuntamiento de Salamanca ha decidido protegerlos con vallados a base de pequeños postes de madera y alambradas. La empresa adjudicataria del servicio los instaló el pasado viernes, coincidiendo con la plantación de flores de temporada.

Los cambios cuestan. Sólo hay que recordar las antiguas resistencias para cerrar al tráfico las calles Toro y Zamora hace ahora 30 años. La lucha ahora es la implantación de un urbanismo más adaptado a los nuevos tiempos, más amable, humano, saludable y sostenible. Es importante, pero falta mucha labor de concienciación para que los ciudadanos comprendan que de ello depende su calidad de vida.

Reducir las islas de calor, adaptar la ciudad al cambio climático y aumentar la biodiversidad urbana, creando corredores de fauna son los objetivos que se persiguen en esta revisión del modelo urbanístico. Sin embargo, durante décadas se inculcó que cuanto más asfalto y hormigón tuvieran las urbes, más modernas y avanzadas eran. Cuesta cambiar esa mentalidad, especialmente en una ciudad con una población envejecida.

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Desde el Ayuntamiento saben que por delante hay un camino largo y duro, pero piensan que los nuevos usos compartidos terminarán por imponerse. Las nuevas coberturas verdes pensadas con otros fines al margen de los ornamentales serán asumidas. Pero mientras tanto, hay que defender los avances con vallas, como ya sucedió con la mediana de Alfonso IX.

Durante el congreso de finalización del LIFE Vía de la Plata, en noviembre, ya se vislumbraban los problemas a los que se enfrentaban las intervenciones en la calle Zamora. No obstante, el arqueólogo municipal Carlos Macarro consideraba que «los humildes parterres a ras de tierra terminarán sobreviviendo a pesar de los orines de los canes maleducados; a pesar de los hurtos incívicos o de los robos impulsivos de los enamorados que arrancan las flores en sus cortejos de parada nupcial; sobrevivirán a las aguas jabonosas de los cubos de fregar de que echan cuando limpian los portales; a las aguas a presión de los servicios de limpieza; incluso a los remolques sobredimensionados que a veces atraviesan estas calles y van rompiendo todas las ramas del arbolado a su paso; por no decir del pateo de los ciudadanos miopes de toda condición».

Demasiado para algunos, escaso para otros

Mientras los parterres parecen molestar a quienes no los respetan, para otros la intervención en la calle Zamora se ha quedado corta. De hecho, las infografías publicadas por el Ayuntamiento previas a la ejecución del LIFE Vía de la Plata eran más ambiciosas en cuanto a la superficie ajardinada y no se limitaban a un lado de la calle.

Desde el Comité Antinuclear y Ecologista reconocen que «la idea inicial es buena, parterres sin barreras, las plantas estarían más integradas en el paisaje. Pero eso solo se puede hacer en zonas donde se pisa poco, con poco tránsito, y siendo parterres más grandes que disuadan del pisoteo o de pasar por el trayecto más corto. En todos los jardines de la periferia podría ser así. Mucho más barato que lo que hacen con encintados de hormigón».

Imagen después - Simulación de las actuaciones y proyecto real.
Imagen antes - Simulación de las actuaciones y proyecto real.
Simulación de las actuaciones y proyecto real. Á. López

Pero las condiciones de la calle Zamora distan mucho de estas características. La zona tiene mucho paso y la estrechez de las bandas vegetales que se han llevado a cabo hacen que los viandantes vean muy sencillo cruzar de una zancada, dañando las plantas aún sin pretenderlo.

Además, ven otro problema: «la profundidad del parterre también es ridícula, debajo era casi todo cemento para sujetar el pavimento de granito, por lo que su función de drenaje y permeabilidad es ínfima. Se puede solucionar encofrando la sujeción por cemento, pero nunca lo hacen», critican.

El resultado, a juicio de este colectivo, es pobre y decepcionante. «Una obra costosa que no sirve como adaptación al cambio climático, ni para combatir el efecto isla de calor, ni para convertir a la Vía de la Plata en un corredor verde y de biodiversidad».

Muchos retos en una sola calle

Pero la visión desde el Ayuntamiento es distinta. La calle Zamora es una de las más emblemáticas del proyecto. Se trata de una vía peatonal, de las más representativas del centro de la ciudad y por ella pasan a diario cientos de personas. Por ello entienden que si bien las previsiones han podido ser arriesgadas o pretenciosas, los resultados son valientes y simbólicos.

Actuar en ella ha supuesto muchos retos, empezando por el hecho de que había que dejar en ella espacio de paso para los vehículos emergencia y carga y descarga, para el mobiliario urbano, y para las cada vez más abundantes terrazas de la hostelería.

También han tenido que enfrentarse a una serie de desafíos que no se ven a simple vista, porque se esconden en el subsuelo. En concreto, por el espacio subterráneo se extiende una densa maya de infraestructuras en disposición lineal para el abastecimiento el saneamiento, la electricidad, el gas natural y las telecomunicaciones, con acometidas transversales en dirección a los edificios.

Álex López

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Eso limita el espacio para poder abrir el pavimento y reverdecer una calle tan gris. Tampoco se decidieron a hacer los parterres pegados a edificios para que no se les responsabilizara de posibles humedades.

Por eso el arquitecto municipal también apuntó en el congreso de noviembre que «la modestia final de estas actuaciones es tal vez más simbólica que efectiva, pero no ha sido el resultado de una pequeña ambición, sino de una estratégica adaptación a un medio como es la calle pública y la competencia de usos, hoy por hoy bastante complicados».

Lo deseable ahora es que la intervención no solo sobreviva, sino que sirva para hacer pedagogía. Que los ciudadanos que todavía ven los parterres y otros elementos de la infraestructura verde como simples elementos decorativos y amables, sean conscientes de los beneficios que aporta esta biodiversidad a los ecosistemas y la salud en medio urbano.

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