El futuro climático de Salamanca según dos expertos: más calor e incendios más intensos
Dos profesores de la Universidad de Salamanca alertan de que, con el paso del tiempo, la provincia afronta un escenario de mayor aridez, olas de calor más frecuentes y fuegos cada vez más difíciles de sofocar
El cambio climático ya no es un desafío lejano para Salamanca: sus efectos son visibles y, según las proyecciones científicas se intensificarán en las próximas décadas.
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Tras los numerosos incendios de este verano -uno de ellos el más extenso que ha habido en la provincia hasta ahora-, es casi imposible no acordarse del cambio climático. Expertos de la Universidad de Salamanca, como el geólogo José Abel Flores y la matemática aplicada María Isabel Asensio, coinciden en que la provincia afronta un escenario de mayor calor, aridez creciente y riesgo elevado de incendios forestales.
Los datos meteorológicos y los modelos climáticos apuntan a un aumento de entre 2 y 3 °C por encima de la media global en Castilla y León, acompañado de precipitaciones más irregulares: lluvias intensas concentradas en periodos cortos y largas fases secas. Esta alteración favorece la acumulación de vegetación seca, combustible perfecto para incendios más extensos y difíciles de controlar.
Asensio recuerda los dos últimos incendios más grandes: el de Monsagro (2022) y el de Cipérez (2025), que arrasaron más de 8.600 y 10.000 hectáreas respectivamente, en condiciones que cumplen la conocida «regla del 30/30/30»: temperaturas superiores a 30 °C, vientos de más de 30 km/h y humedades por debajo del 30%. Por su parte, Flores añade que las primaveras lluviosas, seguidas de veranos extremadamente secos, multiplican la cantidad de material inflamable: «Basta una chispa para que todo arda en segundos».
En las dos últimas décadas, las olas de calor se han duplicado. En julio de 2022, Salamanca alcanzó los 40,9ºC, y este agosto se registró la ola más intensa conocida en España, con una anomalía térmica de 4,6ºC. Aunque, si bien es cierto, que la cantidad anual de lluvia apenas ha variado, la mayor evaporación y la irregularidad de las precipitaciones están secando el territorio. Las sierras y pinares resineros del paisaje charro, figuran entre las zonas más vulnerables, mientras que las dehesas, tradicionalmente resistentes, podrían convertirse en un riesgo si se abandona el pastoreo.
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El impacto no se limita a los ecosistemas forestales: la agricultura también se ve afectada. Cultivos como la vid adelantan su vendimia y elevan el grado alcohólico del vino, obligando así a algunas bodegas a trasladar sus viñedos a zonas más altas. Flores advierte que «Salamanca está más atrasada que otras regiones en cuanto a adaptación agrícola y ganadera» y subraya la importancia de una educación climática en el medio rural.
Salamanca en el futuro
Un estudio publicado en una Revista de Estudios (2021) por José Abel Flores, «El Cambio Climático como manifestación del cambio global. Salamanca en el futuro», advierte sobre los efectos del cambio climático en la provincia, basándose en datos recientes y proyecciones de modelos climáticos (RCP4.5, RCP6.0 y RCP8.5).
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Los registros muestran un incremento sostenido de las temperaturas en las últimas décadas. La evolución de los denominados Warming Stripes refleja claramente este calentamiento desde 1901 hasta 2022, con una intensificación significativa en los últimos años.
Las proyecciones apuntan a que, de mantenerse la tendencia, Salamanca podría registrar aumentos notables en las temperaturas máximas a lo largo del siglo XXI, con variaciones según el escenario de emisiones analizado. En todos los casos, la provincia experimentaría un incremento progresivo del calor, aunque con distinta intensidad en función del nivel de emisiones futuras.
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En cuanto a las precipitaciones, la situación resulta más incierta. La serie histórica analizada muestra oscilaciones anuales considerables y, de acuerdo con los modelos, no se prevé una tendencia clara en el volumen total de lluvias. Sin embargo, sí se alerta de un mayor riesgo de fenómenos extremos, con periodos más prolongados de sequía alternando con episodios de lluvias intensas.
El informe concluye que Salamanca, al igual que otras zonas de la península, se enfrenta a un futuro climático marcado por el calentamiento global y la mayor probabilidad de eventos meteorológicos adversos, lo que exigirá medidas de adaptación y gestión sostenible de los recursos naturales
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Para afrontar este reto, ambos especialistas coinciden en la necesidad de gestionar el territorio antes de que llegue el fuego, potenciar la transición energética con planificación y Asensio aconseja utilizar herramientas tecnológicas como PhyFire, un modelo de simulación desarrollado en la Universidad de Salamanca que predice la propagación de incendios según la meteorología, la vegetación y la topografía.
«El fuego no respeta fronteras», «No se trata de creer o no creer: es un hecho. Si modificamos la naturaleza sin control, cambiará todo», advierten. Aun así, ambos recuerdan que la acción coordinada y la educación pueden marcar la diferencia, como ocurrió con la recuperación de la capa de ozono. El tiempo para actuar, sin embargo, se acorta.
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