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El fenómeno OVNI no se trata de un fenómeno moderno ni mucho menos aunque, bien es cierto, ha comenzado a ocupar un lugar especial en el inconsciente popular en los últimos cincuenta años.
El 28 de enero de 1997, el senador del Partido Popular D. Juan Francisco Serrano Pino preguntaba lo siguiente en el parlamento de los diputados: «¿Existe por parte del Estado, control e investigación de los OVNI detectados en el territorio nacional? ¿El tema OVNI está considerado secreto de Estado? ¿Qué departamento del gobierno tiene esta misión?»
Nunca obtuvo respuesta.
Actualmente, son 85 los expedientes OVNI desclasificados por el Ministerio de Defensa Español; en ellos se explican detenida y detalladamente los avistamientos y los encuentros de diferentes testigos con lo imposible en el país patrio.
Que se tenga constancia, hasta la fecha, en la provincia salmantina han tenido lugar dos encuentros con este extraño fenómeno: el denominado como «encuentro cercano de Maxi Iglesias» en Lagunilla y el aterrizaje con huellas en Ciudad Rodrigo.
Corría el 21 de marzo de 1974.
Maximiliano Iglesias Sánchez regresaba a Lagunilla sobre las dos de madrugada tras dejar a su novia en el pueblo de Pinedas. En el transcurso del trayecto, repentinamente, fue sorprendido por una luz deslumbrante. Se trataba de dos focos y Maximiliano, creyendo que se trataba de un camión que no había reparado en su presencia, dio las luces de cruce con el objetivo de alertar al otro conductor.
Sin embargo, aquellas potentes luces que cegaban a Maximiliano, lejos de apagarse, aumentaron su intensidad y, para sorpresa de este, las luces de su propio camión se apagaron, así como también el motor del mismo. Fue entonces cuando Maximiliano, perplejo y atónito, observó que aquellas luces no pertenecían a ningún otro vehículo conocido; eran dos objetos gigantescos y con forma de platillo.
Siendo víctima del miedo y sin tiempo apenas de reacción, Maxi reparó en la presencia de dos seres con aspecto humanoide enfundados en una especie de monos metálicos y de, al menos, dos metros de altura. En apenas segundos, los dos seres accedieron a uno de los objetos discoidales que parecía ser una nave y ambos objetos voladores no identificados se perdieron en la negrura de la noche.
Maxi, convencido de que si contaba lo que acababa de presenciar le tomarían por loco, solamente informó de lo sucedido a su novia.
Al día siguiente de aquel extraño encuentro, Maxi debía volver a realizar la misma ruta que la noche anterior.
Aún con el miedo de lo vivido y presenciado, emprendió su viaje.
Para su desconcierto, en el mismo punto en el que la noche anterior había tenido lugar el encuentro con aquellos seres, volvió a toparse de nuevo con los gigantescos humanoides ataviados con monos grises.
Aquello debía de tratarse de una grotesca y burda broma.Paralizado y tratando, inútilmente, de comprender aquella distópica situación, Maximiliano observó a aquellos seres que poco tardaron en reparar en su presencia. Maximiliano presenció cómo aquellos seres parecían entablar un breve conversación para, posteriormente, dirigirse hasta la furgoneta del testigo.
Preso del pánico, Maximiliano escapó de su furgoneta como alma que lleva el diablo y emprendió una huida campo a través tratando de escapar del alcance de aquellos seres. Tras una angustiosa huida en medio de la noche, Maximiliano terminó arrojándose a una especie de zanja enfangada desde la cual, gracias al campo de visión que le permitía tener dicho escondite, observó cómo los gigantes le buscaban por el terreno.
Tras, aproximadamente, diez minutos de incesante y minuciosa búsqueda, Maximiliano perdió de vista a los seres.
Deduciendo que habían perdido el interés en él pero manteniéndose precavido por lo que pudiera ocurrir, abandonó su escondite a gatas y avanzó unos metros, donde se vio obligado a esconderse de nuevo, esta vez, detrás de unos arbustos. Los cuatro seres se encontraban trazando surcos en la tierra con unas extrañas herramientas que Maximiliano asemejó con un «T» y una herradura.
Corroborando que los humanoides estaban ocupados y parecían haberse olvidado de su presencia, logró dirigirse hasta su camioneta, cuyas puertas aún estaban abiertas. Tratando de hacer el menor ruido posible, Maximiliano, logró dar el contacto.
En ese preciso instante, los humanoides volvieron a deparar en él. Preso del pánico y actuando instintivamente, pisó a fondo el acelerador y logró huir de la oscuridad del lugar abandonado allí a los seres.
Al día siguiente, acompañado de su patrón, acudió a la comandancia de la Guardia Civil pertinente a interponer una denuncia y dar así parte de lo ocurrido.
Varios agentes, perplejos tras haber escuchado el testimonio de Maximiliano, fueron guiados por el testigo hasta el punto kilométrico exacto donde habían tenido lugar los encuentros con aquellos seres las dos noches anteriores.
Los propios agentes comprobaron, in situ, que el terreno estaba plagado de huellas y extraños surcos dibujados en la tierra.
Setenta y seis años han pasado desde que Kenet Arnold habló de objetos voladores no identificados de forma discoidal surcando los cielos americanos. Su extraño encuentro con aquellos objetos pasó a la historia de la ufología como el primer incidente de la ufología moderna y a partir de él, se acuñó el término de «platillo volante».
Lo cierto es que, hasta hace bien poco, la ufología era considerada una especie de pseudociencia, producto de la paranoia de unos cuantos interesados en saber qué eran aquellos extraños objetos que de vez en cuando se dejaban ver en el cielo.
Pero resultó no ser una paranoia, ni una fábula y mucho menos una invención ridícula; el fenómeno OVNI existe.
Hay quien se empeñaba en referirse a la ufología como si de una pseudoreligión se tratase ya que, tal y como se pretendía dar a entender, se precisaba de una fe sumamente arraigada para tener el descaro de hablar públicamente y sin pudor alguno de esos extraños objetos; afirmar su simple existencia suponía un admirable acto de valentía.
Sin embargo, setenta y seis años después del encuentro de Kenet Arnold y todos los avistamientos que le precedieron y sucedieron, se ha confirmado. En 2020, el Pentágono difundió una serie de videos filmados por pilotos que habían sido clasificados donde se producían encuentros con Objetos Voladores No Identificados, datados entre 2004 y 2015.
En ningún momento se aludió o hizo referencia alguna a que los OVNIs tuvieran origen extraterrestre, simplemente se reconoció públicamente que, aquellos objetos, Estados Unidos no los reconocía como suyos.
Tres años después de aquella confirmación, David Grusch, ex oficial de inteligencia americano, declaraba el pasado mes de julio en el Capitolio que el gobierno oculta tanto naves de origen extraterrestre como «restos no humanos». Era la primera vez que alguien hablaba de forma oficial de seres y naves extraterrestres.
Esta confirmación no es más que un alivio para aquellos que defendían su existencia y un aliciente para seguir investigando porque, sí, sabemos que existen pero, ¿qué son? ¿de dónde vienen? y, sobre todo, ¿por qué vienen?
No cabe duda de que aún queda mucho por conocer y muchas preguntas por responder pero, mientras tanto, el fenómeno OVNI sigue siendo un misterio.
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