Vera y Luly en el estudio de tatuajes de La Bellota en Salamanca. SH

El innovador estudio de Salamanca que elabora de manera artesana prótesis de pezones

Una alternativa no quirúrgica ni invasiva tras una mastectomía o para quienes transitan procesos de reafirmación de género para reconocerse

M.J.Carmona

Sábado, 22 de noviembre 2025, 18:21

En un estudio de Salamanca, la silicona médica se transforma en algo más que en un material: se convierte en una herramienta de identidad, empoderamiento y libertad. Allí, Vera Jiménez elabora prótesis de pezones para personas que han pasado por una mastectomía, para quienes transitan procesos de reafirmación de género o, simplemente, para quienes deciden no someterse a una cirugía. Su trabajo, artesanal y minucioso, abre un nuevo camino en la forma de repensar los cuerpos y sus cicatrices.

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Las prótesis están elaboradas con silicona médica de platino y cada pieza se realiza de manera artesanal, capa a capa, hasta lograr un resultado hiperrealista. El proceso no tiene una duración fija: depende de los tonos, las texturas y los acabados que se buscan, aunque el plazo medio de entrega ronda la semana. «Cuando la mastectomía es unilateral, podemos clonar el pezón original a partir de un molde. Si se trata de una doble mastectomía, ofrecemos un catálogo de modelos donantes y una amplia gama de tonos para elegir», explica.

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En cuanto a su colocación, las prótesis se adhieren a la piel de manera sencilla: el propio calor corporal ayuda a mantenerlas en su lugar, aunque también se ofrece un adhesivo médico para quienes prefieren una fijación más duradera. El objetivo es que cada persona pueda experimentar y decidir cómo se siente más cómoda.

El proyecto va más allá de lo técnico. Junto a Luly, especialista en 'body piercing', ofrecen la posibilidad de incluir joyas en las prótesis. «No es solo algo estético: es una forma de reivindicación y expresión personal. Muchas personas utilizan los piercings como símbolo de empoderamiento y reafirmación», asegura. Para ello trabajan con materiales de alta calidad, como titanio grado implante u oro sólido, que garantizan durabilidad y seguridad. Esta personalización, por exagerado que pueda parecer, refuerza la conexión emocional con la prótesis: cada pieza es única, y la persona puede sentirla como propia desde el primer momento.

Cuerpos diversos, prótesis diversas

El trabajo se dirige a todas aquellas personas que, por diferentes circunstancias -un cáncer de mama, una extirpación, una mutilación o una transición de género-, han perdido o pretenden cambiar esta parte de su cuerpo. «Esta zona representa mucho más que estética: tiene una fuerte carga emocional e identitaria. Poder contribuir a cerrar ese ciclo, ayudando a que la persona se sienta satisfecha y bien consigo misma, es lo que se mueve», afirma.

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«Esta zona tiene una fuerte carga emocional e identitaria»

Pero la propuesta también se sitúa en un lugar de resistencia frente a los discursos normativos. «Durante mucho tiempo, las opciones estaban pensadas desde un enfoque binario y limitado. Yo quiero ofrecer prótesis con distintas formas, tamaños, volúmenes y proyecciones, incluso que no respondan a un modelo de 'pezón femenino' o 'masuculino', sino que se adapten a la diversidad real de los cuerpos y a la manera en que cada persona quiere habitarse», señala.

En este sentido, el proyecto aporta también a la visibilidad trans y queer, ampliando las posibilidades de expresión corporal. «Lo importante no es encajar en una norma, sino ofrecer alternativas para que cada persona pueda elegir libremente. La estética, entendida de este modo, es una herramienta poderosa de autoaceptación y reafirmación».

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Alternativas a la cirugía

Vera conoce bien que el camino post-mastectomía no termina en el quirófano. «Muchas personas pasan por múltiples intervenciones y aún sienten un vacío. La reconstrucción quirúrgica no siempre responde a una necesidad real. Estas prótesis ofrecen una solución más amable, accesible y ajustada a los deseos de cada persona. No se trata solo de estética, sino de identidad, de bienestar y de reconocerse de nuevo en el espejo».

Para conocer mejor las implicaciones a nivel sanitario, Vera se puso en contacto con la fisioterapeuta Aymara Abreu, quien trabaja con pacientes en recuperación oncológica, entre otros. Ella lo confirma: «Ofrecer alternativas no quirúrgicas tras una mastectomía es una forma de respetar la autonomía de la persona y cuidar su salud de manera integral. Opciones como prótesis externas, tatuajes terapéuticos o apoyo psicoemocional permiten una recuperación significativa sin necesidad de pasar otra vez por un quirófano».

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Romper con la presión estética

El trasfondo de estas prótesis no es 'arreglar' un cuerpo, sino permitir nuevas formas de relación con él. «Muchas veces se lanza el mensaje de que hay que 'corregir' el cuerpo, como si estuviera roto. Pero no lo está: ha resistido, ha sanado. Eso no significa que no duela, o que no haya un duelo pendiente, pero intervenir desde el deseo propio y no desde lo que se espera de ti, es una manera de devolverle belleza, deseo e identidad», explica.

Para ella, combatir la presión estética implica reconocer que no existe un único cuerpo válido. «Después de una mastectomía, muchas mujeres sienten la obligación de volver al cuerpo de antes. Pero la reconstrucción también puede ser resignificación. No se trata de borrar lo vivido, sino de integrarlo en el cuerpo actual; hacerlo desde la aceptación y no desde la exigencia».

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Un espacio seguro y creativo

Actualmente, Vera y Luly se encuentran desarrollando el proyecto conjunto y propio -micropigmentación y body piercer, respectivamente- en el estudio de tatuajes de La Bellota en Salamanca. El espacio funciona como un punto de encuentro diverso y seguro donde se puede acceder a información personalidad, probar prótesis o simplemente conocer el trabajo de cerca.

«Allí no solo ofrecemos un producto, sino también acompañamiento sin juicio, escucha y validación. Crear un espacio seguro significa abrir la puerta a la diferencia, dar lugar a la diversidad real y celebrarla. No se trata de normalizar los cuerpos, sino de respetarlos y personalizarlos. Cada historia es única y merece ser escuchada», concluye

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