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Parece que en Salamanca siempre se despiden los mismos. Si hace apenas una semana el negocio con 33 años de vida en pleno casco histórico de Salamanca anunciaba su cierre a partir de diciembre. Otro de los míticos decide poner punto y aparte a su historia en la Gran Vía, frente a las escaleras de la Riojana. Es un atisbo de esperanza, el punto final esperan no tener que escribirlo y que el titular de la noticia no se quede en un cierre, sino en un traspaso. «Nosotros no podemos seguir, pero queremos que esto continúe», hablan los actuales dueños.
Son dos, son cuñados y así se permiten disfrutar un «poquito más», como ellos mismos dicen, que su amigo Heraclio -dueño del local que cierra en la plaza Basilios-, quien aseguraba a Salamancahoy la dureza de una empresa que te obliga a trabajar desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche sin descanso y todos los días de la semana.
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Incluso se negaba a un posible relevo: «No, por varias cuestiones. Por un lado, el local no es mío y el último contrato que se firmó finaliza. Los nuevos dueños quieren vender el local. Por otro lado, aunque lo tuviera no quisiera que mis hijos se dedicaran a ello. ¿Por qué? Porque aunque acabes al final del día con el bolsillo lleno para poder vivir, no dejas de trabajar. Yo abro a las 7 me voy a las 15, vuelvo a las 17 y me vuelvo a ir a las 21; sábado, domingo, lunes y todos los días«.
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Laura Linacero
No es el caso de los cuñados, quienes tienen la intención de trasladar su negocio. José Manuel Gómez y José Antonio Regaladi llevan casi 30 años -28 en febrero- vendiendo gominolas, periódicos, revistas, el pan... y con el paso del tiempo han tenido que modernizarse. Ahora funcionan como uno de los sitios habituales de recarga de la tarjeta de autobus.
Son pocos los minutos que pasamos dentro de la tienda, pero constantes los clientes que entran preguntando por el periódico del día, por una recarga, el pan o caramelos. No paran de llegar y José Manuel les atiende con la misma sonrisa con la que les ha visto crecer. «Mira», dice llamando nuestra atención, «este lleva siendo cliente nuestro desde que empezamos, 28 años ya». Él y todos los que van pasando, porque antes de que puedan pedir algo, José Manuel ya sabe lo que quieren. Incluso se llega a lamentar de no haber guardado una barra grande a una de sus clientas.
Sobre el negocio, muestran una visión optimista, siempre y cuando se modernice. Es decir, por su ubicación y la posibilidad de realizar recargas, «sí da para vivir». Precisamente, esta es la razón que les empuja a preferir un traspaso que un cambio en la oferta. «No nos da igual que se traspase a cualquiera», indican.
«Te puedes imaginar, me hacen llorar. El cliente fiel es el que nos mantiene», señala José Manuel. «Son muchos los que nos preguntan y nos dicen que no nos vayamos, pero es el momento. Lo tenemos claro, aunque nos de pena», explican.
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