Salamanca se vuelve a comer las uvas en la gran fiesta del Fin de Año Universitario

La fiesta, que oficialmente se denomina Fin de Año Universitario, ha vuelto con todos sus elementos. El principal, la convocatoria en la Plaza Mayor, donde desde las nueve de la noche se han celebrado conciertos para los asistentes que han ido llegando. Ha sido el comienzo de una noche de gran ambiente.

Con la amenaza latente de la lluvia, desde primera hora de la noche la afluencia ha sido elevada como estaba previsto y ha puesto a prueba la eficacia del plan previsto para controlar la entrada. A partir de las 9 de la noche se han producido las primeras colas en los puntos de acceso a la Plaza Mayor, donde se repartían las icónicas gominolas en un pequeño paquete y se controlaba de forma somera lo que los asistentes metían en la fiesta.

Según el dispositivo planeado, el aforo máximo autorizado era de 20.400 personas. No ha llegado a completarse aunque sí ha estado cerca. El control de accesos se ha hecho con Policía y presencia de seguridad privada de la organización, que por cuarta edición ha asumido la Asociación de Empresarios de Hostelería de Salamanca.

Ya dentro, muchos jóvenes habían optado por vestimentas propias de la nochevieja del 31 de diciembre que se meclaban con los de otros asistentes con 'looks' menos elaborados. Todos, con muchas ganas de fiesta. Cerca de las diez de la noche ya ha habido que activar el dispositivo para atender a una joven.

Para acceder a la Plaza Mayor era obligatorio hacerlo asumiendo unas normas, como el límite de tamaño de mochilas o la prohibición de llevar alcohol. El operativo ha sido también el mayor desde que terminó la pandemia. Se ha desarrollado sin grandes incidencias en sus primeras horas, a la espera de lo que den de sí la noche y la fiesta en el Multiusos. Las 12 campanadas, aunque grabadas y sonando un minuto tarde, han dado paso a un estallido de júbilo y la estampida hacia los bares.

Lo que fue la Nochevieja Universitaria ha dejado paso al Fin de Año Universitario que acuñaron los hosteleros a partir de 2017. Ese fue el año de transición, todavía con la anterior empresa propietaria. A partir de 2018, la asociación asumió la organización y le cambió el nombre por el actual: la marca original sigue siendo propiedad de su promotor original.

La asociación ha mantenido la apuesta por desarrollar la fiesta en todas sus vías. Así, además de la tradicional quedada en la Plaza Mayor, origen de la cita, la fiesta seguirá en los bares, con permiso para abrir por una hora más, y en la macrofiesta organizada en el Multiusos, un megacotillón para 4.500 personas. No es la primera vez que se celebra una fiesta paralela de este tipo, que estaba llamada a ser otro de los puntos de afluencia. De hecho, muchos jóvenes han optado por acudir al recinto, incluso antes de las campanadas.