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Grabado de Diego de Torres Villarroel.
Expediente X salmantino

El salmantino que predijo la muerte de un rey francés e investigó fenómenos paranormales

Diego de Torres Villarroel pasó a la historia, pese a ser un hombre sumamente polifacético, por sus certeras predicciones. Para más inri, Torres tuvo un notable interés por los fenómenos paranormales, así como por el fenómeno OVNI y su investigación

María Rivas

Salamanca

Sábado, 23 de diciembre 2023, 19:23

Sus coetáneos quisieron condenarlo al olvido pero, el «Nostradamus Español», pasó a la historia por tratarse de un personaje brillante en una España oscura. Diego de Torres Villarroel fue catedrático de matemáticas en la Universidad de Salamanca durante el siglo XVIII y su pasión por lo mágico y lo brujeril ha trascendido en el tiempo. Su vida, marcada a fuego por la cosecha de un indiscutible éxito en la sociedad del momento, estuvo ligada, de manera inevitable, al misterio.

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El fantasma de la casa de la Marquesa de Arcos

Uno de los episodios más curiosos, y por ello reseñable, de la vida de Torres acaeció por demanda de la condesa de los Arcos. Tal y como ésta relató a Torres, en su mansión de la madrileña calle de Fuencarral se producían una serie de fenómenos que tenían atormentados a los habitantes de la misma. Los extraños fenómenos consistían en fuertes ruidos y golpes, de origen desconocido. Así pues, encomendado con la misión de dar carpetazo al misterio, Villarroel acudió al lugar con el objetivo de desentrañar la verdad de aquellos extraños acontecimientos cuya autoría la condesa atribuía a un duende. Refiere Villarroel que al adentrarse en las fauces de la noche, blandiendo una espada y al filo de la titilante luz de una antorcha, «oí unos golpes vagos, turbios y de dificultoso examen en diferentes sitios de la casa. Subí y no encontré ningún fantasma, ni bulto de cosa racional».

La muerte del cardenal Beaufort, de Joshua Reynolds.

Tras el fracaso de la primera noche de «caza», por no haber dado ni con una causa racional que explicara los golpes ni con el fantasma o duende que los produjera, la misión de Torres se prolongó once días más, «once días estuvimos escuchando y padeciendo a las mismas horas los tristes y tonitruosos golpes», relataba. Sin embargo, una de esas once noches y en medio de la expedición del piso superior, los extraños ruidos fueron el preámbulo de una sucesión de hechos que terminaron por aterrorizar a Torres. La llama de la antorcha que portaba, y que le permitía guiarse por las diferentes estancias de la mansión, se apagó súbitamente. La oscuridad invadió la habitación y, entonces, seis de los suntuosos cuadros que decoraban las paredes cayeron al suelo acompañados de un estrepitoso estruendo, seguido de una sucesión de fuertes golpes.

Torres, tratando de mantener la compostura ante la situación, abandonó el cuarto gateando y sumido en la más absoluta oscuridad. Aquel episodio convenció a Torres de que, en aquella casa, poco se podía hacer para erradicar los fenómenos y, al día siguiente del mismo, la marquesa y el resto de habitantes de la mansión, la abandonaron.

Un avistamiento ovni

A principios del siglo XVIII ocurrió un fenómeno que, para aquellos que lo presenciaron, fue un designio divino. Tal y como se recoge, el cielo de Sevilla se trufó de numerosas esferas luminosas y algunos testigos llegaron a asegurar que en el interior de las mismas pudieron dilucidar los rostros de algunos de los santos del Santoral Católico. Torres, dada su influencia e importancia en la sociedad de la época, recibió información sobre el extraño y peculiar avistamiento en la ciudad andaluza y trató de darle explicación astrológica, inútilmente, a aquellos insólitos objetos a los que bautizó como «Objetos Religiosos no Identificados».

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Portada del libro: «Juicio, i pronostico del Globo i tres columnas de fuego que se dejaron ver en nuestro horizonte Español».

Torres llegó a publicar un libro, en 1730, cuyo título, traducido, rezaría «Juicio, i pronostico del Globo i tres columnas de fuego que se dejaron ver en nuestro horizonte Español» y en el cuál, se recogía otro avistamiento «ORNI» pero, en esta ocasión, el de tres objetos desconocidos que surcaron los cielos españoles.

La predicción de la muerte del rey francés

Lo cierto es que, si por algo es recordado Diego de Torres Villarroel, es por su fama de adivino; tanto es así, que la historia le ha bautizado como «el Nostradamus Español». El origen de dicha fama reside en una serie de almanaques que Torres escribió, y publicó, en los que se reflejaban una serie de vaticinios que terminaron por ser ciertos. Uno de esos augurios, y probablemente el más conocido, fue el de la prematura muerte del rey galo Luis I «... el salón suntuoso, decorado para recias bodas que no tienen efecto por la repentina enfermedad de uno de los contrayentes...muertes de repente que provienen de sofocaciones del corazón... esto sucederá en el rigor del verano», refería Torres. Y así ocurrió, el monarca francés murió el último día de agosto de ese mismo año.

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Motín de Esquilache.

Otro de los pronósticos de Torres fue el conocido coloquialmente como motín de Esquilache, el cuál hizo escasos días antes de que éste se produjera; decía Torres, «un juez se descuida en los procedimientos justos, levántese así un motín en su pueblo». A consecuencia de esta certera predicción, Villarroel fue llamado a declarar al Fiscal del Consejo de Campomanes.

El vaticinio de la Revolución francesa

Si bien es cierto que no está corroborado del todo, otro de los vaticinios que se le atribuye a Torres de Villarroel es el de la Revolución Francesa 50 años antes de que ésta estallara. «Con los mil contarás, con trescientos doblados y cincuenta duplicados, los nueves dieces más y entonces lo verás, mísera Francia: te espera tu calamidad postrera en tu rey y tu delfín, y tendrá por fin su fin tu mayor gloria primera».

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Ilustración de la Guillotina, instrumento empleado durante la Revolución Francesa.

Para comprender esta profecía, hace falta recurrir a una fórmula matemática que arroja una fecha próxima al inicio de la Revolución Francesa:: «Con los mil contarás» 1000 +» con trescientos doblados» (300 x 2) +» y cincuenta duplicados» (50 x 2) + «los nueves dieces más» (9 x 10). Esta operación da como resultado 1790, dícese, la predicción habría vaticinado el inicio de la Revolución Francesa con un margen de error de, tan solo, un año.

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