Los nuevos hallazgos en la 'mina' de la historia de Salamanca: un convento arrasado y un pozo de nieve
Las últimas excavaciones en el cerro de San Vicente confirman los recientes descubrimientos aparecidos en las obras para hacer accesible el parque y la sorpresa de una estructura del convento
El lugar donde se asentaron los primeros salmantinos hace 2.700 años, ahora un parque arqueológico y urbano, es una mina de restos que cada temporada da nuevos frutos. Los últimos, los restos de lo que pudo ser un pozo de la nieve y los cimientos de una iglesia del siglo XVIII arrasada y que aparecieron al excavar para hacer un nuevo acceso al cerro de San Vicente.
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Los últimos descubrimientos han sido parcialmente desvelados esta mañana por el alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo, el concejal de Fomento, Fernando Carabias, y el arqueólogo municipal, Carlos Macarro, que se han encargado de desgranar lo aparecido. Los resultados forman parte de una nueva campaña y de las obras de adecuación que se están haciendo, que estarán listos para junio de 2026 en el caso de las escaleras por el antiguo portillo de San Vicente, reabierto después de siglos.
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En el cerro, con una inversión de 1,6 millones, se va a levantar una nueva estructura para admirar los principales restos y se va a colocar un nuevo vallado perimetral en las vistas hacia el río, pero también se ha hecho un nuevo acceso por el antiguo portillo de San Vicente. De hecho, la obra ha supuesto reabrir un paso que se cegó tras la invasión napoleónica y que no se había vuelto a abrir. Al excavar para hacer escaleras y rampas, aparecieron restos que llegaban hasta la acera del paseo de San Vicente.
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La iglesia de San Vicente
Los restos de un templo arrasado y desaparecido
Hace meses, mientras se construía el nuevo acceso por el reabierto portillo de San Vicente, aparecieron importantes estructuras que obligarona parar la obra y, a la postre, a cambiar el proyecto porque los restos eran destacables. Como ya confirmó en su día este medio, se trataba de los cimientos de la antigua y desaparecida iglesia de San Vicente; en concreto, el asentamiento del testero de su capilla mayor; así es como se llama a la pared opuesta a la de la entrada de una construcción. Además, estaba acompañada por restos de las capillas laterales.
Los restos, gruesas construcciones de piedra, datan del siglo XVII-XVIII según el arqueólogo municipal ya que corresponden con la última fase construida de esta iglesia, que fue arrasada posteriormente.
La iglesia formaba parte del enorme complejo del monasterio y convento benedictino de San Vicente, el primero que tuvo la ciudad y uno de los más importantes, y del que no quedan grandes vestigios. Se sabe que la fecha de la fundación del monasterio fue anterior a 1143, año en el que el rey Alfonso VII de Castilla hace donación de su iglesia a la Orden de Cluny. Fue uno de los primeros conventos de Salamanca y, durante siglos, uno de los más importantes. Los Reyes Católicos lo convirtieron en colegio en 1504.
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Pozo de la nieve
Una 'nevera' antigua para los monjes
Además de confirmarse la aparición de lo poco que queda de una iglesia que se daba por desaparecida, las excavaciones han dado una pequeña sorpresa al encontrarse lo que parece un pozo de la nieve. Se trata de estructuras que se usaban antiguamente para almacenar nieve y venderla para que se usara en los hogares para conservar alimentos. Era un negocio pujante y muy regulado en la provincia.
En la capital existen al menos cuatro: el de la iglesia de San Andrés, que se puede visitar y uno de los grandes atractivos arqueológicos de Salamanca; el de la Clerecía; hay otro en la fábrica de Mirat. Este podría ser el quinto si se confirma que lo es, porque todavía está en fase de investigación.
Se trata de una construcción soterrada, de un diámetro importante y recubiertas sus paredes de piedra. Se ha excavado hasta 4 metros de profundidad y se espera encontrar un acceso inferior, el que tienen todos los pozos de nieve, que es por donde se retiraba la mercancía para venderla. «De momento se ha bajado hasta unos 4 metros de profundidad y aún no se ha alcanzado la base, por lo que estaríamos ante una estructura de grandes dimensiones», explicaba el alcalde.
Este nuevo pozo daría el servicio a los monjes del antiguo colegio y convento que hubo en lo alto del cerro hasta hace unas décadas. Sería de época moderna, siglo XIX o XX. La otra opción es que fuera un horno de cal, aunque por su ubicación y profundidad es difícil. El arqueólogo municipal es prudente y prefiere terminar la excavación.