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A medida de que avanza el juicio por la muerte violenta de Yess María Pérez, de la que se acusa a D.G.M., las declaraciones de los testigos siguen aportando informacion que cada vez hace más inverosímil la versión que ofreció el acusado el día de los hecho, justificando la muerte de la mujer por una supuesta caída tras consumir drogas y alcohol.
Tras los médicos forenses, en la mañana de este martes prestaron declaración los agentes de la Guardia Civil que acudieron al lugar de los hechos y han practicado las periciales. Y nuevamente, apoyando sus preguntas en las imágenes que aparecen en las diligencias practicadas, el fiscal intentó desmontar la versión del acusado.
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Ya en su primera respuesta, los agentes sentenciaron que las salpicaduras de sangre que presentaba el salón de la vivienda de Santa Marta de Tormes dejaron bien claro que eran incompatibles con la sangre que se produciría por una caída y un golpe contra una mesa. «Pese a que parece evidente que el acusado intento limpiar el escenario, había restos de sangre detrás del armario, en las patas de las mesas y en varios muebles repartidos por la sala y el suelo», señalaron.
También relataron cómo encontraron cintas ensangrentadas adheridas a los muebles, con las que habría sido inmovilizada Yess María, con restos de cabello, y también encontraron ropa con manchas de sangre y otros elementos en una bolsa de basura que el acusado depósito en un contenedor cercano.
Tras relatar lo que declararon las vecinas del acusado respecto a la discusión entre ambos y la sucesión de golpes que escucharon de forma periódica hasta las tres de la mañana, los agentes señalaron que al parecer, tras la agresión «puso música y empezó a intentar limpiar la casa, y no fue hasta las 6:59 horas de la mañana cuando se acercó al centro de salud». Por todo ello, el fiscal jefe concluyó que si el envío de los mensajes e imágenes finalizó sobre las tres y media de la mañana, «el acusado esperó tres horas y media para comunicar lo que había pasado». Y también reprochó el hecho de que tras avisar al centro de salud, «al regresar a su casa, en vez de subir a ver cómo seguía la mujer, se quedó esperando a que llegaran los sanitarios».
Una impresión similar a la que percibió el guardia civil que realizó la inspección ocular y que aseguró que la versión que ofrecía el acusado era muy extraña. «Al margen de la gran cantidad de salpicaduras de sangre, nos contó que después de la supuesta caída, que él no vio porque había ido al baño, decidió llevar al baño a la mujer para intentar reanimarla y después se puso a limpiar el salón y el pasillo y recogió todo, bajó hasta el contenedor y después de echar la bolsa de basura se fue al centro de salud. Si estaba preocupado podría haber llamado a emergencias o algo y no ponerse a limpiar», destacó el agente. Además, como sus compañeros previamente, insistió en que la gran cantidad de gotas de sangre que se apreciaban repartidas por toda la sala eran incompatibles con una caída, y también confirmó que estaba demasiado tranquilo para haber vivido una situación como la que había relatado, además de presentar alguna mancha de sangre en la ropa y los nudillos de la mano derecha hinchados.
Otro de los peritos que declaró esta mañana fue el encargado de analizar los datos que se volcaron del teléfono del acusado para recabar información sobre las imágenes y mensajes que envió a sus amigos.
Una de las cuestiones mas reveladores que aportó este agente fue que de acuerdo con esta información, las imágenes fueron enviadas pocos segundos después de realizarse. Además, confirmó que los mensajes entre la víctima y el acusado comenzaron a producirse por la tarde «como si estuviesen preparando la fiesta».
Las declaraciones se completaron con los dos agentes de Criminalística de la Guardia Civil que se comunicaron por videoconferencia. Ellos fueron los encargados de explicar el tipo de huellas que se encontraron y de cuáles puede determinarse el origen y de cuales no. Pues bien, de la más importante, la marca de una pisada en la cara, que pudo producir las lesiones cerebrales a la víctima, correspondía con los tacos del tacón de una especie de zuecos que llevaba puestos.
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