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El artista Tim Decoma en su taller. Álex López
Arte Emergente en Salamanca

Pegatinas que viajan desde Salamanca al mundo y el arte como forma de estar

Tim Decoma es alemán aunque criado en Salamanca, lleva pintando paredes desde los 15 años, estudió diseño gráfico y después de pintar muchos muros repensó su futuro y decidió abrir un taller donde exclusivamente se arrugan pegatinas

M.J. Carmona

Domingo, 27 de abril 2025, 18:19

Desde un estudio en el barrio de Van Dyck en Salamanca, pegatinas con diseños únicos cruzan océanos para acabar pegadas en farolas de Estados Unidos, semáforos de Filipinas o muros de Berlín. Son obra de Tim Decoma (1991), un artista visual que ha hecho del arte no solo una vocación, sino su modo de estar en el mundo. Muralista, diseñador gráfico y fundador de 'Creativity Soldiers', un taller especializado en impresión para artistas, Decoma encarna una forma de vivir el arte a fuego lento, sin pretensiones, pero con una pasión tan constante como la tinta de sus impresoras.

«Es que necesito crear. Siempre estoy diseñando cosas, aunque sea para mí», dice con naturalidad. Su trayectoria empieza como la de muchos otros: con un bote de spray y unas letras feas pintadas en una pared. Tenía quince años y muchas ganas de experimentar. «El graffiti fue mi punto de partida, pero pronto empecé a interesarme por lo gráfico, por el impacto de la publicidad, por cómo hacer algo que llamara la atención pero también estaría bien construido visualmente».

Esa búsqueda lo llevó a estudiar diseño gráfico ya desarrollar una metodología que hoy define su estilo mural: el uso exclusivo de plantillas, 'stencils'. «Lo que diseño en pantalla tiene que quedar exactamente igual en la pared. Soy muy tiquismiquis con eso», explica. Su trabajo combina la planificación milimétrica del diseño digital con la crudeza del espacio público y las grandes dimensiones. Las plantillas, cortadas con máquina, se ensamblan como un rompecabezas hasta formar composiciones limpias, gráficas y reconocibles.

Aunque a lo largo de los años ha pintado murales en diversos lugares -desde el pueblo de su padre, El Manzano, en otros pueblos de Salamanca como Pereña de la Ribera y hasta festivales como el de Lugo, las calles del Barrio del Oeste de Salamanca, La Paz en Bolivia o en Lemgo en Alemania, entre otros-, su relación con el muralismo no siempre ha sido sencilla. «Durante años trabajé muchísimo, me presenté a concursos, hice encargos, pero era agotador. Muy mal pagado, sin libertad creativa, y con mucho trabajo detrás que la gente no ve», lamenta. «Un mural no es solo el día que te ven pintando. Hay días de diseño, de preparación, de plantillas. Eso no se valora».

Esa frustración lo llevó a reconducir su carrera sin abandonar su pasión. Decidió dejar de forzar encargos y empezar a crear para él. . Así nació Creativity Soldiers , un estudio que empezó con una idea simple: hacer pegatinas de calidad. «Las pegatinas siempre me han fascinado. Cuando hacía graffiti ya las usaba. Era una forma rápida de dejar mi nombre sin cargar con sprays. Las pintaba en casa y las iba pegando por la calle». Años después, esa fascinación se transformó en una empresa con una clientela internacional y muy especializada: tatuadores, grafiteros, muralistas, diseñadores… En definitiva, todo tipo de artistas.

Lo que diferencia a su imprenta de otras es el enfoque: Decoma no imprime folletos ni hace fotocopias: su taller está dedicado íntegramente al arte, entendiendo al cliente artista. « Sé lo que busco en una impresión. Quería un sitio que hiciera pegatinas resistentes, con buen corte, con mimo. Como no lo encontré, lo creé». Hoy, 'Creativity Soldiers' es también una pequeña comunidad. «Intercambio pegatinas con gente de todo el mundo. He mandado sobres a Filipinas, a Puerto Rico oa Estados Unidos -entre otros tantos países y ciudades-. Ellos las pegan en sus ciudades, yo las suyas aquí. Es una forma muy bonita de sentirte conectado desde un sitio pequeño como Salamanca».

A pesar de que ha pintado menos en los últimos años, Tim no ha dejado de crear. En su estudio guarda un rincón para pintar y experimentar, sin presiones externas. «Sigo diseñando todo el rato. Tengo mil ideas, aunque muchas aún no hayan salido a la luz. Algunas acabarán siendo murales, otros carteles, otras pegatinas y otras se quedarán guardadas. Pero todo lo que hago está enfocado al arte».

Su relación con Salamanca también es significativa. Nació en Alemania, pero desde los tres años ha vivido aquí. «Me gusta esta ciudad. Podría irme a Madrid y tener más repercusión seguramente, pero aquí estoy tranquilo. Dudo que me vaya nunca». Aun así, no idealiza la situación artística local. «Aquí hay talento, pero no estructura. La gente que estudia Bellas Artes se acaba yendo porque no hay oportunidades. Solo quedan unos pocos, como Caín o Nego. Y los que nos quedamos tenemos que buscarnos la vida con lo que hay«.

Autogestión y libertad creativa

En esa búsqueda, Tim ha logrado crear una burbuja propia: un espacio desde donde seguir creciendo, sin dejar de lado sus principios. «No quiero trabajar para otros. No me gusta. Prefiero buscar mis formas de vivir, aunque cueste más esfuerzo». Cree en la autogestión, en el trabajo constante y en la independencia creativa. Y aunque su arte ha evolucionado -hoy busca más la belleza y la composición que el mensaje explícito-, su necesidad de crear sigue intacta.

«Siempre he querido hacer una gran exposición. La idea está ahí, pero la pospongo. Algún día llegará». Mientras tanto, sigue mandando pegatinas por correo, diseñando con meticulosidad y recordando con cariño sus murales más significativos: el retrato de Basquiat en el Barrio del Oeste, el retrato de su hermana como una diosa griega en Pereña de la Ribera o los retratos colectivos en Garrido, donde dejaron plasmadas más de cincuenta caras del vecindario. «Ese fue un proyecto precioso. Muy emotivo. Un día entero haciendo fotos, y semanas trabajando en las plantillas. Pero mereció la pena».

Mural de Decoma en la Casa de la Juventud en Garrido, Salamanca.

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Mural de Decoma en la Casa de la Juventud en Garrido, Salamanca. Álex López

Puede que no todo el mundo en Salamanca conozca su trabajo, pero los que lo conocen saben que hay algo auténtico en lo que hace. Una mezcla de sensibilidad gráfica, cuidado artesanal y una profunda necesidad de seguir creando, aunque nadie lo pida. «Siempre pensó que si no me dedicara al arte, me costaría mucho vivir tranquilo. Necesito estar cerca de la creación para sentir que estoy donde tengo que estar».

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