Piden limitar visitantes al Camino de Hierro tras aparecer nuevos patógenos en los túneles de los murciélagos
Investigadores de la Universidad de Salamanca detectan en un segundo estudio la presencia de bacterias potencialmente patógenas en el guano de los murciélagos y recomiendan a aplicar controles sanitarios y cierres temporales para proteger a las colonias de murciélagos y a los visitantes
Los túneles del antiguo ferrocarril de La Fregeneda que actualmente forman parte del exitoso itinerario turístico del Camino del Hierro, vuelven a convertirse en foco de atención científica. Un nuevo estudio, de Julio David Soto-López y otros investigadores tanto de la Universidad de Salamanca como internacionales, confirma la presencia de diversos microorganismos en los depósitos de guano (heces) de los miles de murciélagos que allí habitan y reitera la necesidad de establecer protocolos de bioseguridad y proceder a un control estacional del acceso.
Estas son algunas de las conclusiones que expone el artículo titulado 'Perfilado taxonómico y funcional de la microbiota del guano de murciélago de túneles asociados a rutas de senderismo: ¿un riesgo potencial para la salud humana?' que fue publicado el pasado mes de septiembre en la revista científica Environmental Microbiome.
El hallazgo amplía los resultados ya conocidos en 2024, cuando se detectó el hongo Histoplasma sp. en el túnel número 3, y añade nuevos indicios de bacterias y virus asociados a la fauna silvestre. Aunque los expertos insisten en que no existe riesgo inmediato para la población, el trabajo vuelve a poner sobre la mesa la urgencia de abordar el equilibrio entre turismo, salud y conservación.
Un entorno singular con alta concentración de murciélagos
El tramo salmantino del Camino del Hierro, especialmente los túneles más profundos y húmedos, alberga una de las mayores concentraciones de murciélagos de Castilla y León. Se han identificado hasta dieciséis especies diferentes, entre ellas el murciélago de cueva (Miniopterus schreibersii) y el murciélago grande de herradura (Rhinolophus ferrumequinum), dos especies protegidas por la legislación europea.
Durante los meses fríos, estos túneles funcionan como refugios de hibernación, y en primavera, como espacios de cría. La acumulación de guano —clave para el mantenimiento del microclima interno— ha favorecido también el desarrollo de comunidades microbianas complejas, cuya composición es ahora objeto de estudio.
Los túneles donde se concentran estas colonias son el 1 y 3 desde La Fregeneda, con hasta 12.000 ejemplares en algunos casos, que han obligado a establecer un itinerario alternativo para la época en la que se cierran los túneles. Sin embargo, puede que esto no sea suficiente.
El itinerario, creado hace unos años tras un complejo desarrollo del proyecto, recorre decenas de puentes y túneles de la antigua línea ferroviaria entre La Fregeneda y Barca d'Alva; abrió en abril de 2021. Ha tenido un gran éxito por el paisaje y la belleza de los puentes de hierro y miles de personas lo visitan cada año, con lo que limitar el acceso podría ser un problema, al que ya se sabía que habría que enfrentarse porque se conocía la situación de las colonias de murciélagos.
Qué revela el nuevo estudio
El trabajo dirigido por investigadores de la USAL describe el perfil taxonómico del microbioma presente en los depósitos de guano de los túneles del Camino del Hierro. Mediante técnicas de secuenciación masiva, el equipo ha identificado diversas familias de bacterias, hongos y virus vinculadas al metabolismo animal y a la descomposición de materia orgánica.
El estudio no señala una amenaza directa, pero sí advierte de la necesidad de protocolos de vigilancia y medidas de prevención para minimizar riesgos potenciales. Entre los microorganismos detectados figuran géneros bacterianos habituales en ambientes fecales, así como grupos virales relacionados con mamíferos, aunque sin identificar especies patógenas concretas.
Los autores insisten en que la exposición prolongada o sin protección —por ejemplo, al remover el guano o inhalar polvo en zonas cerradas— podría representar un riesgo puntual para personas inmunodeprimidas o con heridas abiertas, por lo que recomiendan mantener el uso de mascarillas y limitar el acceso durante los periodos críticos de actividad de los murciélagos.
El guano cumple funciones ecológicas esenciales y, desde el punto de vista de la conservación, no debe retirarse de forma indiscriminada
La Asociación Española para la Conservación y el Estudio de los Murciélagos (SECEMU) recuerda que el guano cumple funciones ecológicas esenciales: regula la humedad y temperatura de las cavidades, alimenta a otros invertebrados, facilita el reciclaje de nutrientes y contribuye a mantener la biodiversidad del entorno.
Por eso, desde el punto de vista de la conservación, no debe retirarse de forma indiscriminada. Alterar este sustrato podría comprometer la estabilidad térmica del refugio y, con ella, la supervivencia de las colonias. La clave, insisten, no es eliminarlo, sino compatibilizar su preservación con la seguridad de los visitantes mediante un control adecuado del acceso y del número de personas que transitan por los túneles.
No hay un riesgo inmediato, pero sí necesidad de aplicar medidas
El virólogo Juan Emilio Echevarría, miembro de la Comisión de Sanidad de SECEMU, analiza los resultados del estudio desde la perspectiva de la salud pública. En su opinión, el trabajo «es metodológicamente sólido y confirma lo esperable: un microbioma diverso, propio de cualquier depósito de guano en el que habitan miles de murciélagos».
Echevarría aclara que la identificación se realiza en niveles taxonómicos amplios: «No se detectan virus o bacterias concretas, sino órdenes y familias. Lo hallado no es sorprendente: son los mismos grupos que encontraríamos en heces de otros mamíferos. En España, los únicos virus de murciélagos patógenos para humanos que conocemos son los lyssavirus, causantes de la rabia, y no se excretan por heces».
«El riesgo de que un patógeno salte de los murciélagos al ser humano es extraordinariamente bajo, pero cada contacto es una oportunidad»
A su juicio, los resultados no deben interpretarse como una alarma: «El riesgo de que un patógeno salte de los murciélagos al ser humano es extraordinariamente bajo, pero cada contacto es una oportunidad. Por eso conviene minimizar los riesgos adoptando medidas básicas de higiene y prevención».
Recomendaciones para un uso seguro del Camino del Hierro
Entre las pautas que sugiere el experto figuran el uso de mascarillas, especialmente en personas inmunodeprimidas, y la protección de heridas o mucosas al transitar por los túneles. «Si alguien pasa por allí y luego se toma un bocadillo, basta con lavarse las manos o usar gel hidroalcohólico. Es una cuestión de higiene elemental», señala.
Además, aconseja evitar pisar el guano y limitar el número de visitantes por motivos de conservación, no tanto por riesgo sanitario. «Cuantas más personas entren, mayor es el impacto sobre las colonias. Eso sí requiere regulación y seguimiento», aseguran.
Echevarría defiende que es posible encontrar un punto de equilibrio entre el uso turístico, la conservación y la salud: «Con medidas sensatas, puede compaginarse perfectamente la visita con la protección de los murciélagos y de las personas».
Asimismo, recuerda también la importancia de divulgar el valor patrimonial de la fauna silvestre: «Nos cuesta identificar lo natural como parte de nuestro patrimonio. Una colonia de murciélagos tiene tanto valor como un monumento o un cuadro. Entenderlo es clave para que la sociedad respalde las políticas de conservación».
Llamamiento a la acción
El estudio y los expertos consultados coinciden en un mensaje: es posible compaginar turismo, salud y conservación, pero para ello son necesarias decisiones que demuestran una gran responsabilidad. Cerrar temporalmente los túneles más sensibles, establecer medidas de bioseguridad y apoyar la investigación científica serían pasos clave para lograrlo.
Si la Diputación de Salamanca decide avanzar en esa dirección, podría convertir el Camino del Hierro en un modelo de turismo sostenible y gestión responsable del patrimonio natural. Un ejemplo de cómo la ciencia puede guiar políticas locales que protejan a la vez la biodiversidad y la salud de las personas. Y todo ello enriqueciendo el conocimiento de los ciudadanos.