El primer gastrobar-vinoteca de Salamanca que redefine la experiencia gourmet

Situado en pleno corazón de Salamanca, 200 Uvas es el primer gastrobar-vinoteca de la ciudad que ofrece una experiencia única con los mejores vinos del mundo y degustaciones gourmet. Un espacio acogedor donde cada copa y cada plato prometen una experiencia sensorial inolvidable para los amantes del vino y la gastronomía.

El concepto es una tienda de vinos con la peculiaridad de que todas las botellas están en cava, a temperatura, por lo que se pueden consumir en el local. Además de poder probar un vino por copa, hasta tres o cuatro opciones de diferente bodega, acompañados con una amplia oferta gastronómica, productos de cocina fría como conservas gallegas y de Santoña, embutidos y quesos, entre otros.

David, su creador, es un biólogo que, a tiempo parcial, se dedica a la investigación y decidió abrir '200 uvas' partiendo de una idea con la que llevaba tiempo en la cabeza hasta que en los últimos cinco años se dieron las condiciones perfectas para poder dedicarle un poco más de tiempo, plasmar las ideas que tenía en mente, construir un modelo de negocio y poder convertirlo en una realidad.

Lleva mucho tiempo viviendo en Salamanca y, para él, la ciudad necesitaba un lugar como éste. «Hay muchas tiendas de vino, cada vez se cuida más el vino y la oferta es más amplia pero creo que un sitio así era necesario, además Salamanca tiene en las Arribes y la Sierra dos zonas vinícolas muy interesantes». Contar historias sobre los vinos que han sido seleccionados con mimo y cuidado es lo que le diferencia de otros bares más comunes. «La gran mayoría son proyectos de viticultores más o menos nuevos, de bodegas pequeñas que hacen un vino diferente. La idea es que el cliente descubra por qué ese vino merece estar ahí y probarlo. Son vinos que merecen ser contados y catados» cuenta el encargado.

En cuanto a desafíos, lo que más le ha preocupado siempre es el tema de arriesgar con un concepto diferente y nuevo para todos aquellos que se acercan a mirar y, para él, el mayor reto está en conseguir que no sólo miren si no que entren y lleguen a conocerlo porque además engloba muchas cosas, «puedes comprar el vino, llevártelo, puedes tomarlo aquí o hacer una cata», algo a lo que la gente no está tan acostumbrada aún y desconocen cómo funciona.

Desde un principio tenía claro que el ambiente tenía que ser acogedor y el diseño tenía que reflejar un concepto diferente, por ello es algo muy buscado, «el local tenía que tener personalidad por sí sola y llamar la atención del que pasa por aquí». Todo ello para ofrecerle al cliente una experiencia que gira en torno a un elemento principal: la sorpresa. Tanto a la hora de llamar la atención del cliente como de dar a descubrir nuevos vinos, «ensanchar el alma», subraya.

Todos los viernes a las 20:00 horas de la tarde ofrece un 'paseo entre cepas' catas particulares en las que David cuenta una historia acompañada de cuatro vinos que, de alguna manera, están relacionados con esa historia. «Lo que hay detrás de una botella es muy importante porque al beberla te provoca diferentes sensaciones y es lo que le hace especial». Además, tiene pensado ampliar la oferta con visitas de bodegas que presenten sus vinos, organizar eventos de catas más tradicionales como «los maridajes inquietos» que rompe con el estándar «vino con queso» y apuesta por probar diferentes vinos y escoger cuál va mejor con cada alimento.

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