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Casi un siglo lleva uno de los mayores puentes ferroviarios en su tipología esperando su catalogación como monumento en Salamanca, donde sí están protegidos el romano y el Enrique Estevan, mientras el del Pradillo no ve llegar el día en el que sea declarado BIC, la máxima categoría. Esta semana, un puente de similar tipología, el Colgante de Valladolid, ha sido declarado Bien de Interés Cultural por sus valores.
Como ocurre con el puente del Pradillo, son varios los monumentos salmantinos que espera una declaración. A las puertas están la iglesia de San Polo y el barrio catedralicio de Salamanca, además del Bosque de Béjar; estos tres al menos tienen incoados expedientes que no se cierran desde hace décadas. La iglesia convertida en hotel lleva 30 años esperano y la ampliación de la declaración del casco histórico, casi 40. Pero el puente ferroviario frente a la fábrica de Mirat ni siquiera ha sido candidatado.
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El «estilo» en que está construido y la época en la que se levantó justificarían su inclusión como BIC o al menos como parte del inventario de bienes de patrimonio cultural, algo que ya se solicitó en su día en el pleno del Ayuntamiento. Fue en 2018, cuando el grupo socialista llevó al consistorio esta propuesta. Tenía que ser estudiada por la Comisión de Fomento del Ayuntamiento para trasladarlo a la Junta, que es la competente en la materia. Sin embargo, hoy por hoy no figura entre los pendientes de resolución, con lo que ni siquiera se ha iniciado el trámite.
El puente, situado en el punto kilométrico 2,200 de la línea férrea y de 307 metros de longitud, al menos está protegido por la normativa municipal con categoría integral, la máxima. Por eso se ha tenido precaución a la hora de montar la línea aérea de contacto o catenaria (el cable que transmite energía para circular a los trenes) y los perfiles que la sustentan en la estructura metálica del viaducto, usando los postes que ya tiene para montar la electrificación.
El puente se construyó entre 1891 y 1892 en estructura metálica y forma parte de la 'escuela Eiffel'. El puente soportaba el paso de los trenes de la línea Plasencia-Astorga y pronto empezó a sufrir desperfectos. Tras un accidente, quedó seriamente dañado: el descarrilamiento de un tren de mercancías en 1930 en el que cayeron varios vagones al río obligó a tomar medidas.
La Compañía de Ferrocarriles del Oeste decidió encargar la construcción de otro puente con mayor longitud y más resistencia, que fue inaugurado en 1933, dejando sólo las pilas de soporte del original. Este es el que ha llegado a nuestros días, todavía en uso. Está construido en granito y acero roblonado, a partir de vigas en celosía sobre cinco pilas y dos estribos.
Todavía es la segunda mayor estructura metálica de la ruta ferroviaria de La Plata, por detrás del viaducto sobre el río Guadiana (606,1 m) en Mérida (Badajoz), pero no parece ser suficiente para alcanzar el reconocimiento y protección que merece.
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