El restaurante de Salamanca levantado sobre la nada que presume de comida tradicional: «Fue arriesgado»
'Casaserra' abrió sus puertas en enero de 1991 y ha sido testigo de cómo ha cambiado la zona de El Arrabal desde su llegada
Entonces no había nada. Entonces se levantó con miras a un futuro. Entonces la ilusión de dos matrimonios hizo que esa prosperidad se convirtiera en realidad. El restaurante Casaserra abrió sus puertas en enero de 1991 a las orillas del Tormes. A principio de los noventa, se trataba de una zona en Salamanca aún sin urbanizar, sin embargo, ambas parejas tuvieron el arrojo para levantar un establecimiento con un alrededor silencioso. «Fue arriesgado porque El Arrabal antiguamente era el mercado de ganado, entonces aquí solo había tierra y barro», explica Jorge, la segunda generación de este proyecto.
Publicidad
Sus padres y sus tíos fueron los valientes que hicieron de una estepa, un punto de referencia en la gastronomía de Salamanca. «Normalmente la gente monta negocios donde hay más población, pero apostaron por ello y hoy es un lujo vivir por aquí y tener este restaurante», añade. Una decisión arriesgada pero en la que confiaron desde el principio. «Sabían que esta zona iba a ir a más», apunta. Y así fue. Y de la mano crecieron juntos: tanto el barrio como el restaurante. Oficialmente, 'Casaserra' pero para todos: 'Donde Heli'.
Aún hoy muchos clientes continúan haciendo esta referencia para dirigirse al restaurante. «Es verdad que es como lo llaman porque a mi padre lo conocía mucha gente», explica. Tras tener el Campo de Tiro varios años durante los ochenta, consiguió traer a mucha de esa clientela a su nuevo restaurante. «La gente venía arreglada y les ponían tablones de madera en la entrada porque era todo tierra», añade Jorge. Más de dos décadas después sigue siendo 'donde Heli', aún sin Heli. Aunque las fotos colgadas en la pared auguran que siempre lo será.
Referencia en la comida tradicional
Y el afán de su hijo por mantener la esencia es también un homenaje a lo que un día montaron sus padres y sus tíos. «Yo soy partidario de que si algo funciona, es mejor no tocarlo», apunta Jorge. Ese compromiso con sus raíces ha hecho que, casi treinta y cinco años después, siga siendo el restaurante de confianza de varias generaciones. «Tenemos una clientela muy fiel, incluso los que se van cuando tienen la oportunidad vuelven», explica.
Y parte de ese éxito, además de en el trato personal, se encuentra en la oferta gastronómica: la comida tradicional. «La gente viene buscando comida de toda la vida porque cada vez se cocina menos de este tipo en las casas», explica Jorge. Alubias de Dios le guarde, lentejas, chanfaina o tostón cuchifrito son algunas de las especialidades de la casa. «Quieren lo que le cuesta encontrar en otros sitios», resume el hostelero.
Publicidad
-
La anécdota estrella del Casaserra
Dejarse el bar abierto por una buena razón
Jorge recuerda un episodio que, afortunadamente, quedó en un recuerdo divertido aunque podría haber sido dramático. «Mis padres eran mayordomos de su pueblo, Aldehuela de Yeltes y nos fuimos para las fiestas», comienza explicando. «Salimos con tanta prisa y tan ilusionados, que dejamos el restaurante abierto tres días. Entraba la gente y preguntaba y al ver que no había nadie, se iba. Cuando llegamos estaba todo igual», asegura Jorge. Un milagro en el que ahora no confiaría. «Ahora lo dudo», comenta entre risas.
Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión