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Extraño movimiento en el devenir de una de las ruinas más prolongadas del centro de Salamanca, el Hotel Universal, en la calle Rúa Mayor. Tras 25 años en ruinas y apuntalado, su propiedad solicita una licencia ambiental para establecimiento destinado a edificio de alojamientos turísticos. Un movimiento que llega justo cuando se está regularizando buena parte del parque de inmuebles dedicados a esa función en la ciudad.
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El anuncio tiene fecha del 11 de septiembre y se ha publicado ahora. Llega a instancias de Palco-3, una conocida promotora inmobiliaria de la ciudad, propietaria desde hace años del conocido inmueble anejo con el que forma una unidad, el edificio llamado de las tres culturas. Ambas propiedades se encuentran en un mal estado de conservación, caótico en el caso del antiguo hotel, que sufrió años atrás el derrumbe de sus plantas interiores y que ha estado declarado ruina por el ayuntamiento.
Ambos edificios están unidos por su propiedad, pero también arquitectónicamente. El hotel ocupa los números 13-15 de la Rúa y el de las tres cultura ufre la presión de su 'vecino', con el que tiene parentesco urbanístico: forma una unidad funcional con el del hotel a partir de la primera planta.
La duda es ¿por qué este movimiento? El edificio del antiguo Hotel Universarl está que se cae desde hace décadas y, según el registro turístico de la Junta de Castilla y León, no figura como establecimiento con licencia. Por su parte, el Tres Culturas nunca tuvo uso turístico. Y ambos fueron declarados ruina administrativa.
El edificio del antiguo Hotel Universal está protegido en el catálogo de edificicaciones de la ciudad, pero eso no ha impedido que su deterioro sea imparable. Lleva 15 años declarado ruina oficial: en 2007 el Ayuntamiento ordenó su desalojo semanas después de que los inquilinos de la copistería sita en el edificio vecino de las Tres Culturas denunciaran que se había caído una planta entera.
Años después, los titulares de este comercio fueron desalojados aprovechando la declaración de ruina, que impedía que siguieran como alquilados en el local.
Las primeras noticias de su gran deterioro datan de 1997 cuando empiezan a producirse desprendimientos. Hace 25 años se decidió apuntalar su fachada para evitar males mayores y poco o nada se ha hecho desde entonces, pese a las polémicas y las quejas. Su imagen empobrece uno de los lugares más transitados de Salamanca.
Su situación da para ríos de tinta. Según escritura, la promotora propietaria adquirió en abril de 2010 dos terceras partes del edificio del hotel, los números 13-15-17 de la Rúa, por 3,3 millones de euros; la tercera parte restante sigue en manos de Petra Rodríguez Paradinas, fallecida, pero que siguío figurando como propietaria en los datos de la finca durante años. Según fuentes municipales, ha estado en venta.
Se trata de uno de los edificios más peculiares de Salamanca, también en la Rúa Mayor. Entró en la lista de patrimonio en riesgo en diciembre de 2022. Datado en 1890 en el catálogo municipal de edificios protegidos, es de estilo neoárabe y constituye uno de los ejemplos más exóticos de arquitectura en la capital, además de un elemento característico de esta histórica calle. La sillería de su fachada y los arcos son sus elementos más destacados, pero goza de protección integral.
El edificio es propiedad de una conocida promotora, la misma del edificio vecino que alberga el Hotel, a la que el Ayuntamiento de Salamanca ha tenido que dirigirse en varias ocasiones para que cumpliera con sus obligaciones de mantenimiento.
Los requerimientos empezaron en 2008, cuando el consistorio tuvo que colocar una cubierta de chapa, trabajos que ejecutó de forma subsidiaria. En 2013 se le pidió por primera vez a la propiedad un proyecto de rehabilitación, pero la promotora pidió una declaración de ruina.
La petición de ruina fue el argumento con el que la propiedad promovió una denuncia civil para desalojar al negocio que había en el edificio, una copistería; en marzo de 2018 tuvieron que dejar el local en el que llevaban 36 años tras fallar la justicia a favor de la propiedad que alegaba ruina del edificio para extinguir el alquiler.
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