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Imagen de la calle Zamora. SalamancaHoy
La peatonalización del centro de Salamanca, por el arquitecto Antonio Giraldo

Más calles para disfrutar de un paseo

«Cuestionar los cimientos de un modelo tan asentado en Salamanca y del que, efectivamente, hemos conseguido grandes beneficios, genera un sentimiento de recelo a las posibles consecuencias»

Antonio Giraldo

Valladolid

Lunes, 17 de octubre 2022

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Hay una premisa que hoy en día prácticamente cualquier ciudadano comparte, y es que una ciudad más amable con sus peatones es una ciudad mejor. El fin lo tenemos todos más o menos claro; el cómo y el cuándo, habida cuenta de los debates que con frecuencia las peatonalizaciones urbanas levantan, parece que causa más discrepancia.

Hablar de peatonalizaciones en mayor o menor escala, en cualquier ciudad, sigue avivando un debate en el que muchas veces se sigue incurriendo en argumentos que ya se han demostrado una y otra vez falsos.

No sé si alguien se lo ha planteado alguna vez, pero una calle peatonal, como concepto, no existe. Lo que existe es un espacio que llamamos público y un diseño urbano que propicia unos determinados usos de ese espacio, al que llamamos peatonal cuando, por decirlo de alguna forma, solo pasan personas y no coches [que no más personas que coches]. Es justamente ese debate el origen de este concepto para finales de los años 50: el desigual reparto existente de ese espacio público entre el porcentaje de suelo urbano que decidamos al asfalto, un 70%, y el que dedicamos a todo lo demás, el restante 30%.

Cuestionar los cimientos de un modelo tan asentado y del que, efectivamente, hemos conseguido grandes beneficios [aunque habría que evaluar a qué precio sin haber existido prácticamente alternativa] genera un sentimiento de recelo a las posibles consecuencias. Cuando se plantearon las peatonalizaciones de la Rúa Mayor, la calle Zamora y la calle Toro en el año 1993, para inaugurarse en 1994, hubo una gran oposición que alegaba que hacer tal cambio supondría la ruina de los comercios presentes en esas calles, así como la hostelería e incluso se pronosticaba el aumento de la delincuencia callejera. Quizá hasta le costase la alcaldía a Jesús Málaga, que perdería poco después.

Calle Compañía, plaza del Mercado y calle Palominos. Salamancahoy
Imagen principal - Calle Compañía, plaza del Mercado y calle Palominos.
Imagen secundaria 1 - Calle Compañía, plaza del Mercado y calle Palominos.
Imagen secundaria 2 - Calle Compañía, plaza del Mercado y calle Palominos.

Fueron unas obras entonces pioneras en Salamanca, aunque ya había algo de camino previo en España con historias similares y pronósticos catastróficos: la calle Santiago en Valladolid en 1982, o la calle Preciados de Madrid en 1973.

Pero nada de eso que se pronosticaba sucedió. Y no sólo no sucedió, sino que lo que provocaron las peatonalizaciones fue el auge y la bonanza de todos aquellos locales y edificios colindantes a las mismas. Todos esos nombres que he dado en el párrafo anterior hoy en día nos suenan porque resultan ser las calles más comerciales, transitadas, o reconocidas de esas ciudades. Fueron un éxito, a los pocos años ya nadie las concebía en su estado anterior, y por supuesto nadie volvió nunca a reclamar que el tráfico volviera.

«Cuando se plantearon las peatonalizaciones de la Rúa Mayor, la calle Zamora y la calle Toro en el año 1993, para inaugurarse en 1994, hubo una gran oposición»

Desde entonces se han venido peatonalizando muchas otras calles salmantinas, encajadas en muchos contextos diferentes, aunque marcadas por una realidad que probablemente no sea similar en otras ciudades, y es que Salamanca es una ciudad que acoge, de forma eventual, a mucha más gente de la que reside allí, y con esto me refiero al alto número de población estudiantil y al enorme atractivo turístico que tiene una ciudad Patrimonio de la Humanidad. Gente que, por sus características concretas, sean potenciales peatones. Por lo que la ciudad del Tormes es una candidata idónea para ser lo que hoy llamamos una ciudad peatonal. O, y corrigiéndome a mí mismo, una ciudad que reequilibra el reparto del espacio público con diseños más caminables y menos motorizados.

Desde aquel pistoletazo de salida en el 94 muchas cosas han cambiado, pero en este sentido para bien. Es cierto que sigue habiendo reticencias a algunas nuevas propuestas, y cabe señalar que peatonalizar no es solamente dar un diseño concreto a una calle, sino el establecer un buen plan de accesos y carga y descarga, el señalar espacios concretos y acotados para la concesión de licencias a locales como por ejemplo las terrazas, o el garantizar buenas y eficientes rutas de transporte público que den servicio al resto de la ciudad; pero hoy apostar por peatonalizar ya no es una apuesta arriesgada para nadie y la prueba está en que las realizan ayuntamientos de todos los colores, siempre con gran éxito al poco tiempo.

Ese modelo de ciudad que comentaba al principio ya no existe, la sociedad ha cambiado y también nuestras demandas y sensibilidades. Y es una realidad que también vemos en las leyes: desde el año 2021 con la aprobación de la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética, toda ciudad mayor de 50.000 habitantes debe contar con una zona de bajas emisiones. Salamanca ya está en ello y, aprovechando esta nueva circunstancia y la inyección de fondos de recuperación europeos, próximamente buena parte del centro histórico de la capital se despedirá para siempre del coche.

«Peatonalizar no es solamente dar un diseño concreto a una calle, sino el establecer un buen plan de accesos y carga y descarga, el señalar espacios concretos y acotados para la concesión de licencias a locales como por ejemplo las terrazas»

Podemos quizá debatir sobre otras externalidades que estos cambios causan, como puede ser la gentrificación, el mal uso del espacio público o en, cierta medida, la turistificación. Y desde luego que son debates interesantes y necesarios a los que habremos de dar respuesta, con políticas. Pero de lo que no me cabe la menor duda es que peatonalizar siempre es mejorar si se dan las alternativas adecuadas, porque se puede y tenemos ya muchos casos. No hace falta a veces inventar nada, solamente copiar y adaptar lo que ya hemos visto que funciona en otros lugares.

La primera vez que vi una foto de la calle Zamora, Toro o la calle Preciados con coches me quedé totalmente asombrado. Y seguramente esa sea la sensación que dejemos a los salmantinos venideros cuando les enseñemos que la ciudad no siempre fue como ellos la habrán conocido.

No dejemos nunca de reclamar lo que es mejor porque las ciudades no son estáticas ni inertes, son seres en constante cambio reflejo de las personas que las habitamos, no solo las que van en coche, sino también las que las paseamos. Y por eso es necesario adaptarnos una vez más.

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