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La solidaridad cotidiana de un ropero salmantino que no deja de pensar en global

La solidaridad cotidiana de un ropero salmantino que no deja de pensar en global

La Asamblea de Apoyo a las Personas Migrantes ha enviado ya más de 40 mantas a la zona de Siria afectada por el terremoto y espera organizar próximamente otra recogida de materiales

Ana Carlos

Viernes, 17 de febrero 2023

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Miércoles por la mañana. El Ropero Solidario de la calle Don Bosco apenas ha abierto sus puertas y ya hay una cola de personas que llega a la calle. Entre las 11 y las 13 horas, los miércoles y los domingos, pasan alrededor de 60 personas a buscar ropa por el local.

La Asamblea de Apoyo a las Personas Migrantes es la responsable de esta iniciativa que surgió hace ya algo más de tres años. Este colectivo, nacido en 2015, había recogido en aquella ocasión ropa para los menores no acompañados de Melilla. Pero sobraron muchas prendas y decidieron embarcarse en este proyecto.

Cumplieron con el dicho de «Piensa el global y actúa en local», porque al lado de casa también hay muchas necesidades. Ya sabían que en esta sociedad desequilibrada hay una parte con muchos privilegios y otra que no tiene acceso a lo más primario. Cuando empezaron esta andadura acudían entre 15 y 20 personas cada día, pero la cifra no ha hecho más que aumentar.

Ferchu de Castro afirma que muchas llegan por el boca a boca o dan con ellos a través de Instagram y Facebook. Pero también otras organizaciones que trabajan con personas con necesidades y migrantes les derivan a ellos: Cáritas, Cruz Roja, Salamanca Acoge, Accem, Cepaim, e incluso los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Salamanca. Algunas de estas entidades en otros tiempos también recogían ropa, pero dejaron de hacerlo. «Ser trapero es un oficio hermoso y duro, es más fácil gestionar solo dinero», apunta.

La complejidad empieza cuando aparecen las donaciones. Un «batiburrillo» de prendas que llegan donadas con buena voluntad. Aunque en ocasiones también como parte de una «limpieza de armario». De ello se dieron cuenta antes de la existencia del propio ropero, cuando la Asamblea recogía ropa para los migrantes hacinados en campos de refugiados y las calles de Grecia. «A veces llegaban trajes de noche, tacones… prendas que estaban totalmente fuera de lugar», asegura.

Donaciones pasada por el filtro de la dignidad

Agradecen mucho cuando llegan bolsas de ropa perfectamente lavada y doblada, pero no siempre es el caso. Y todo tiene que pasar por un filtro por cuestión de «dignidad». «Aceptamos todo lo que está en buen estado y no damos nada que no nos pondríamos». Lo que no cumple estos criterios, se lleva a reciclar convenientemente.Toda esta labor la llevan a cabo un pequeño grupo de voluntarios que ponen su tiempo y su trabajo al servicio de los demás. Y carecen de recursos económicos y subvenciones. Si los aceptaran, sienten que no tendrían libertad para hacer las cosas a su manera, para denunciar situaciones injustas. Por ello prefieren trabajar de este modo y organizarse para ir cubriendo los gastos que surgen de su labor.

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Lo que echan de menos es tener capacidad para hacer una tarea más grande de ayuda y acompañamiento de las personas usuarias. Llegan hasta donde llegan, que no es tanto como hace falta. Pero las manos con las que cuentan para el día a día no son demasiadas.

En esa línea, les gustaría que los beneficiarios del servicio se involucrasen en su funcionamiento y gestión, pero hasta ahora han visto que resulta muy difícil mantener el compromiso. «La gente se cansa, se aburre, se desmotiva y hay que aceptar. No podemos combatir con el mundo, pero sí mejorar la situación de personas concretas». Esta filosofía es la que hace que no se frustren, sino que se alegren «cuando arreglamos la situación de alguien».  

Sacos y mantas para Siria

La Asamblea de Apoyo a las Personas Migrantes sigue organizando de vez en cuando campañas para conseguir ayuda, por ejemplo, para Siria. Y con el reciente terremoto en Turquía y Siria han realizado ya un primer envío de más de 40 mantas a través de la Asociación de Ayuda al Pueblo Sirio, que se encargó de su traslado desde Madrid. Han podido actuar con mucha celeridad porque esta entidad trabaja todo el año y la conocen bien. Siempre que se hace un envío de ayuda humanitaria a otro país es fundamental tener allí «una contraparte conocida y con demostrada competencia y honestidad». Es la única forma de saber a dónde van las cosas, que llegan a quien realmente las necesita y que no terminan en las manos incorrectas.

Decidieron enviar esta ayuda a Siria, en la zona fronteriza afectada por el terremoto «porque reciben menos ayudas y lo tienen más complicado que los turcos». Esperan organizar pronto otras recogidas, haciendo una diferenciación clara entre lo que se recoge para el ropero y lo que es para esta iniciativa. En principio parece que lo que más se va a necesitar son mantas, sacos de dormir, tiendas y comida seca. Cuando esté toda la cadena de organización, desde las cajas para guardarlo todo hasta las manos que lo almacenarán, harán el llamamiento.

Mientras tanto, seguirán dando todas las semanas una segunda oportunidad a prendas para que las utilicen personas que tenemos más cerca, en Salamanca, y que están esperando tener la primera.

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