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A un mirador, especialmente si tiene vistas a la catedral de Salamanca, se le suponen cualidades como la de ser un espacio agradable en el que estar, pero si se encuentra en malas condiciones, pierde todo el encanto. Eso es lo que le sucede al de la carretera de Béjar. La asociación vecinal El Tormes denuncia que la falta de mantenimiento prolongada en el tiempo lo ha dejado en pésimas condiciones. La pequeña valla superior que remata la tapia está oxidada y faltan algunos tramos. El murete tiene algunos agujeros y necesita una mano de pintura. Entre las viejas baldosas crecen hierbas y faltan algunos adoquines. Los problemas del suelo no son solo estéticos, sino que suponen un riesgo para tropezar y se prolonga por la acera de próxima a la carretera, según explica el presidente del colectivo, Eugenio Santos. Afirma que aunque han reportado la situación al Ayuntamiento de Salamanca, no tienen una respuesta. «Es desilusionante pedir que arreglen cosas y no nos hagan caso», asegura.
También precisa una rehabilitación la subida de Maestro Valverde. Los maceteros centrales, construidos entre los dos tramos de escaleras, están muy deteriorados. Los ladrillos están avejentados y con marcas de humedad. En algunos trozos incluso se han partido o faltan los remates superiores. Necesita una actualización, reivindica.
Para evitar que en ocasiones los coches pasen a demasiada velocidad por la Plaza de Maestro Tárrega, los comerciantes contactaron con la asociación para que solicitara alguna banda sonora o similar para colocar en el suelo. El trámite se llevó a cabo, pero sin obtener resultados.
Otra petición de la asociación que no ha sido todavía atendida por el Ayuntamiento es la colocación de un espejo en la calle Maestro Marqués para facilitar la visibilidad a la salida de una cochera en curva. Los propietarios fueron los primeros en solicitarlo y El Tormes les apoyó porque consideran que es más que razonable. El coste de instalarlo es pequeño y con él se pueden evitar accidentes. «Nunca ha pasado nada, pero no hay que esperar a que pase y sea demasiado tarde», sentencia.
Aunque no es un problema grave, el parque infantil San José, junto a la avenida Juan de Austria, cuenta con unos pocos juegos anticuados. El espacio posee escasa vegetación y está desangelado. Tampoco tiene ningún aliciente el solar del antiguo matadero. Al menos el Ayuntamiento hace una limpieza anual para mantenerlo limpio. Haciendo un balance del estado de las zonas verdes, las calles y otros espacios, el representante vecinal afirma que «si tuviera que poner una puntuación al barrio le daría un cinco» porque piensa que no está especialmente descuidado, pero carece de atractivo. «Todo lo bueno lo hacen en el centro», critica.
El parón pandémico que impidió a las asociaciones de vecinos mantener su oferta de actividades, ha dejado secuelas en ellas. El Tormes no es una excepción. Han podido retomar algunas de las propuestas con más solera, como el encaje de bolillos y el bordado serrano. Sin embargo otras, como yoga, han quedado atrás por falta de inscripciones. Si no hay suficientes personas apuntadas, los escasos fondos que manejan los colectivos vecinales no permiten mantener las actividades.
Pero esa no es la única dificultad a la que se enfrenta El Tormes. Eugenio Sánchez explica que la población del barrio poco a poco está envejeciendo. «Llegamos todos al barrio con 25 años y ahora rondamos los 60». Los hijos se han hecho mayores, algunos vecinos se han ido del barrio.
Antiguos socios ahora se han cambiado a la asociación de mayores porque se adaptan más a sus ritmos y necesidades actuales. «No es una crítica, la vida evoluciona. El problema es que no hay relevo entre los jóvenes. Hay mucho individualismo en el barrio. En todos los barrios», lamenta.
El presidente y viudo de la anterior presidenta vecinal, Tina Martín, muestra su tristeza ante la falta de personas implicadas que aporten savia nueva a la asociación. «Tina le dedicó mucho tiempo a esto y yo tiro adelante porque no quiero ser yo quien lo deje caer».
Por eso la asociación, aunque no ha tenido músculo para poder ofrecer alguna iniciativa este año en Reyes, sigue organizando puntualmente las fiestas del barrio, que coinciden con la festividad de San Juan de Sahagún, el 12 de junio. Señala que con los 1.000 euros que reciben no se pueden organizar grandes cosas, pero tienen claro cómo invertirlos. «Lo hacemos todo para los niños: hinchables, charangas, animación, juegos tradicionales. Es un día dedicado a ellos». A pesar del envejecimiento del barrio, sí hay bastantes niños en esa zona trastormesina, sobre todo de etnia gitana. «Disfrutan muchísimo, es muy satisfactorio ver cómo se emocionan con todo», concluye.
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